Octubre.

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Cuarto paso: Otoño.

Anne.

Mentiría si digo que no me dolió el alma aquel día en la fiesta de Moody, donde tuve que decirle a Gilbert que no podía estar con él por causa de Ruby. El dolor fue en aumento lo que restaba de septiembre, cuando esa despampanante pelinegra apareció en la escuela y le cayó encima como un león a su presa.

Ni siquiera se molestaba en disimularlo.

Quería estar con él a cada minuto, de cada día, de cada semana. O sea, por todos los cielos, a él ni siquiera le interesaba ella de esa forma y todos podíamos notarlo. Pero ella seguía insistiendo.

Como queriendo aplicar el dicho del que persevera, alcanza.

¿Me molestaba? Sí, muchísimo. Más de lo que creía posible. Y aun cuando Gilbert solo trataba de ser amable por cortesía, mi mayor temor era que él aceptara salir con ella porque yo lo rechacé.

Por eso intentaba de la manera más discreta posible evitar que él estuviera cerca de ella, como un día en que Christine apareció en la biblioteca, diciendo que quería estudiar con nosotros, le dije muy amablemente que eso no sería posible ya que él y yo ya teníamos una dinámica de estudio para dos personas. No tres.

Eso no evito que ella le pidiera al joven Blythe que fuese su tutor los fines de semana.

En estos momentos debían de estar juntos, ella seguramente viendo su perfecto rostro mientras le explica algún problema de matemáticas, quizás hasta acariciando su hermoso cabello...

No, eso no. Solo yo podía tocar esos rizos. Nadie más tenía aquel derecho.

—Estoy muriendo, chicas, les juro que en cualquier día de estos tendrán que enterrar mi cadáver cerca del lago de Aguas Relucientes.

Josie y Diana me vieron con terror.

—Deja de decir esas cosas, Anne.— me ordena la joven Pye, terminando de colocarse el último rizador en su cabello.

—¿Por qué en el lago de Aguas Relucientes?— me cuestiona Diana, pintando sus uñas de los pies.

La rubia la mira con su mejor cara de ¿en serio eso es lo único que te interesa de todo lo que dijo?

—Porque es el lugar más hermoso del pueblo y si existe la reencarnación, no me molestaría ser un árbol en aquel lago.

Josie rodó los ojos, acercándose a mí y empezando a peinar mi cabello.— No vas a ser un árbol, Anne.

—¿Puedo ser una mariposa entonces?

Diana y yo paramos de reírnos al ver como se le brota una vena en la frente.—Tampoco, eres y solo serás Anne, la Anne que debe dejar de sufrir sola y enfrentar las cosas de manera correcta.

Aunque ya sabía la respuesta, quise que ambas me lo recordaran.— ¿Y eso es?

Diana toma el mando al darme el consejo.— Habla con Ruby, sé honesta y dile como te sientes respecto a Gilbert. Ella lo entenderá. Han pasado meses desde que él la rechazó. No puede seguir llorándole.

Josie asiente.— Exactamente, además, todos sabemos que en realidad todo ese asunto de estar enamorada de Gilbert solo ha sido un capricho, no lo quiere de verdad, no como tú a él y él a ti.

Quise volver a recostarme para seguir lamentándome, pero como la rubia seguía peinándome no fue posible.— Si llegase a ser cierto que a Ruby ya no le interesa, ¿creen que Gilbert aun quiera estar conmigo?

La pelinegra arquea una ceja en mi dirección.— ¿Lo dudas? ¡Él se muere por ti! Aun después de rechazarlo, te sigue mirando como si fueses la única persona alrededor.

Estaciones | Shirbert.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora