𝐎𝐥𝐢𝐯𝐞𝐫 𝐖𝐨𝐨𝐝 {[ oliver wood y tu ]}

𝗲𝗹 𝗺𝗶𝗻𝗶𝘀𝘁𝗲𝗿𝗶𝗼

— Debemos irnos.-Repitió la mujer ignorando las palabras de su hija.
— ¿Están preparados, Emma?-Preguntó Narcissa entrando a la habitación.
— No lo sé; tampoco me importa, es tarde y debemos irnos.-Respondió la francesa.

Sophie miró con incredulidad la escena, era la tía de Fleur Delacour, era idéntica a la madre de la campeona de Beauxbaton, no podía creerlo.

— ¿Tú y Fleur?-Susurró Wood.
— Ya lo sabías, no sé de qué te sorprendes.-Contestó Laura.
— Cuando me lo dijiste pensaba que era broma porque ambas sois francesas.
— Venid aquí.-Ordenó Emma.-Vamos a desaparecernos.

Se aparecieron en el ministerio de magia tras agarrar la mano de la francesa y les explicaron el plan sin entrar en detalles. Los adultos se irían por un lado y los adolescentes por otro.

— ¿No crees que olvidaste mencionarlo?-Preguntó Sophie.
— ¿Mencionar el qué?-Frunció Laura el ceño mientras buscaba entras las altas estanterías.-Mira Blaise, se parece a ti.-Señaló un dibujo de un cerdo.
— Más bien a ti.—Respondió este tras echarle un vistazo.—Tenéis el mismo pelo.
— Mencionar que tu madre era la mano derecha del señor tenebroso y una de las convictas más peligrosas.
— Oh, sí, puede que se me olvidara.-Se encogió de hombros para después, con ayuda de Theo, separar a Blaise y Marcus, los cuales estaban lanzándose hechizos.-Parad ya.
— Sois como críos.-Rodó Draco sus ojos sin dejar de alumbrarlos con su varita.

Estaban en total oscuridad, salvo por la luz que proyectaba Malfoy, debían encontrar una bola de cristal con una profecía para entregársela a sus padres. Sophie hacía preguntas, Theo iba indicando el camino, Draco los iluminaba y Laura iba buscando en los estantes. ¿Blaise y Marcus? Ellos solo peleaban como niños.

— Laura.-La llamó Sophie.
— ¿Qué? ¿Desde cuándo es esto importante? ¿Te quieres ir? Adelante, ya sabes como, pero tú ya sabias en lo que te estabas metiendo y sabes lo que son nuestras familias, no entiendo la sorpresa.
— No es eso.
— ¿Entonces qué?-Exclamó con el pelo rojo.

Hablar de sus padres le resultaba frustrante, la manera en la que una persona podía juzgarte por tu pasado sin saber tan siquiera como eres es impresionante.

— No soy Oliver, no quiero que me ocultes cosas por él, eres mi pers...
— Silencio.-Apagó Draco la luz de su varita, quedando así en completa oscuridad.
— No os paréis.-Escucharon la áspera voz de Potter.

Instintivamente, los seis magia siguieron el sonido, estaban seguros de que él los guiaría hacia lo que él señor tenebroso estaba buscando.

— Harry... Me parece que Sirius no está aquí.—Oyeron esta vez la voz de Hermione.
— Voldemort podría estar torturando a Sirius, necesita que lo ayudemos.
— ¿Quién demonios tiene a Black?-Murmuró Blaise sin entender nada.
— Paranoias de San Potter y sus amigotes.—Escupió Draco las palabras.

Marcus rió y acabo tropezando con algo que había en el suelo y el ruido de cristales chocando entre sí hizo que todos se quedaron en silencio.

— ¡Lumos!-Susurró Laura con rapidez para después agarrar la esfera que estaba a punto de chocar contra el suelo.
— Eso ha estado cerca.-Comentó Malfoy.
— Y que lo digas.-Le dio Theo la razón.
— Laur, vamos.-Movió Sophie su hombro al verla tan quieta.

Pero la castaña observaba la bola que se encontraba entre sus manos. Murmuraba cosas que apenas era audibles, pero una de ellas fue clara para sus oídos:

« La francesa con cuyo don le permita cambiar su apariencia, será la clave para derrotar al que no debe ser nombrado. »

—  ¿Qué son?
— Profecías, no deberías estar aquí, Delacour.-Respondió Harry apuntándola con su varita.
— Aparta tu asquerosa rama de ella, Potter.-Ordenó Blaise a la par que Draco la ponía detrás de él.
— ¿Dónde está?-Cuestionó el azabache.
— Yo que sé, también la buscamos.-Contestó Marcus.
— ¿Qué?-Lo miró con confusión el grupo de Potter.
— ¿Qué?-Repitieron los Slytherin.
— Uh no estamos hablando de lo mismo, ¿cierto?-Preguntó con incomodidad.
— A ti que te parece idiota.-Murmuró su novia.
— ¿Sophie?-Preguntó Oliver.

La rubia lo ignoró y trató de esconderse detrás de Marcus y Theo, lo último que necesitaba era a su hermano dándole la charla.

— Harry, ¿Has visto esto?-cambió Ron de tema.
— ¿Qué?-lo miró confundido, el pelirrojo estaba examinando atentamente las esferas de cristal que había en la estantería.- ¿Qué ocurre?
— Lleva..., lleva tu nombre.-contestó Weasley.
— Mierda, es la que buscamos.-Pensó Laura con la esperanza de que algunos de sus amigos estuvieran leyendo sus pensamientos.
— Lo es, estamos jodidos.-Escuchó la voz de Draco en su cabeza.

Harry levantó la bola de cristal y la miró fijamente, pero no pasó nada, sus amigos se colocaron alrededor de Harry y contemplaron la esfera mientras él le quitaba el polvo.
Y entonces, a sus espaldas, una voz que arrastraba las palabras dijo:
— Muy bien, Potter. Ahora date la vuelta, muy despacio, y dame eso.