Capítulo 24

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Los autos ya habían sido arreglados en totalidad, Emma estaba de pie en su ventanal favorito de la mansión Ratri, miraba con atención el movimiento de los hombres en la zona mientras las damas les ayudaban a terminar de acomodar los últimos detalles.

—¿Estas lista?

Ella giró asentando y notando el cambio de imagen tan brusco de los jóvenes —Definitivamente esto va a funcionar mejor de lo que pensaba.

Gilda se movió levemente mostrándole el traje —Después de todo fue tu idea y plan, que estamos desarrollando.

—Bueno, tienes toda la razón mi querida Gilda —Los tres se miraron en un momento de silencio, sus manos temblaban y finalmente ella se arrojó a ambos chicos abrazandolos—. Por favor, no se hagan daño... No quiero perderlos.

Esas palabras hicieron que el odio que sentían hacia ella les hiciera dudar, ¿en verdad la detestaban por cómo era ella o por su procedencia?
Ray y Gilda correspondieron haciendo el abrazo más cálido que recibían en los últimos años.

—Ten por seguro que no nos ocurrirá nada malo —Murmuró Ray para ambas chicas.

El llamado de los soldados hizo que los tres se separaran y caminarán en dirección a la salida, sabían perfectamente que en esos instantes todo dependería de ellos, si, Emma estaría a lo lejos vigilando la situación e íntervendría si la situación lo ameritaba, pero de resto todo estaría en sus manos. No había otra opción o algo más, la decisión había sido tomada y ellos estaban de acuerdo.

Mientras más se alejaban del lugar, Emma continuaba detallando momentos y cosas así, hasta que finalmente llegaron a su destino.

—Emma, ¿eres consciente que estarás una semana sola al exterior?

Ella sonrió —Ay Ray, por favor, no es la primera vez que hago esto, cuando era pequeña estuve sola un mes y mira, sigo viva —Rió.

—¿Que harás si te encuentran?

Emma miró a Gilda de forma tranquila —Accederé a qué me lleven con ellos y pues, los acompañaré si es necesario si no, continúen el plan.

Asentaron, estrecharon su mano con la joven y activaron los comunicadores que llevarían con ellos, comenzaron a alejarse mientras Emma apreciaba su partida.

—Mucha suerte —Susurró para que ellos no la oyeran.

Desde aquí comenzaba todo...

Ambos chicos corrían con desesperación y agitación completa en aquel instante, el sudor bajando por sus mejillas, las ojeras de no haber descansado bien en días revelaba que en cualquier momento uno de los dos podría desmayarse.

El sonido de un golpe tan fuerte hizo que los dos chicos se detuvieran con una completa expresión de horror, miraron al frente encontrando a una chica con una coleta corta, shorts y al parecer una chamarra. El demonio que los perseguía estaba en el suelo agonizando.

—¡¿Están bien?! —Exclamó desde arriba del cadáver.

—S-Si... —Tras decir eso la joven colapso.

—¡Susan!

—¡Oye! —La joven se arrojó lo más rápido posible, de su bolsillo sacó una especie de herramienta que tenía un botón, al parecer era una alarma o algo así.

La mirada del chico se puso pálida hasta que finalmente colapso...
Los minutos pasaron y despertó de golpe, miraba a su alrededor y no podía entender en dónde estaba.

Intentó sentarse pero un pequeño dolor en su cabeza llegó —Tks...

—Hey amiguito, no te levantes, en un momento viene alguien quien atenderá tus heridas.

—¿Quién eres?...

Ella sonrió con emoción y regocijo —Me llamó Bárbara, soy parte del escuadrón de protección de Minerva, por lo que veo en tu pecho es que eres también ganado.

Él bajó la mirada y asentó —Me llamó Bruno, escapamos de la granja hace unos tres años... Éramos un grupo de 10 pero, ocurrió lo inevitable y sólo quedamos... ¡¿En donde esta mi hermana?!

Bárbara se acercó rápidamente al frente del chico sujetandolo de los hombros —Hey, tranquilo, ella está aquí —Señaló la cama de al lado de ellos y en efecto la joven estaba ahí.

—M-Menos mal —Sonrio—. Ella es todo lo que me queda...

—Los demonios... ¿Los atacaron a todos?

Asentó —Buscábamos el refugio de Minerva pero nunca lo encontramos así que estuvimos en movimiento constante pero solo nos perdíamos y por eso perdimos a los demás... Solo quedamos nosotros...

—Imagino que eso fue difícil para todos... ¿No?

El chico asentó mirando la situación —¿No crees que es bueno que vayas a buscar a la persona?

Reaccionó —Estem... Si jajaja —Salió corriendo de la habitación pero cerrando la puerta antes de salir de ahí.

—¿Se fue?...

—Si, ya se fue.

La joven se sentó a la orilla de la cama y el chico camino hasta ella —Emma, estamos dentro, justo como lo planeaste.

—«Perfecto, continúen como les he dicho»

Gilda terminó la comunicación mirando a Ray —¿Y bien Susan?

—Cállate...

Comenzó a reír y acarició tu mejilla limpiando la tierra de su rostro —Si caíste muy feo.

—Lo sé, exagere mucho.

Mientras ellos continuaban charlando, a las fueras se encontraba Bárbara recurriendo todos los pasillos en busca de su "persona médica favorita".

—¡Trencitas!

—¿Buscas a Anna?

—¡Mi querido amigo, Don!... Si, no la he visto en todo el día y la necesito.

El moreno rascó su mejilla mirando hacia arriba, Bárbara también volteo para entender que miraba el chico —Debe de estar con Zack en la biblioteca —Asentó y corrió en la dirección—. De nada...

Bárbara sonrió entrando a la biblioteca y encontrando a la joven rubia y al moreno concentrados leyendo algunos datos en ayuda del mayor de anteojos.

—No se te ocurra gritar.

Bárbara mordió sus labios mirándola enfadada —Vengo a pedir una favor —Murmuró.

Los chicos la miraron y Anna sonrió —¿Ocurre algo?

Asentó repetidas veces —Encontré a dos chicos cerca —Los tres se pusieron de pie—. No están mal, tranquilos, solo tienen algunos rasguños y necesito de la ayuda de una persona para hacer chequeo básico a una chica.

Anna asentó —Te acompañó.

Vincent, el de lentes, extendió el botiquín a la chica. Caminó en dirección a su superiora y sonrió.

—¿Porque tienen el botiquín aquí y no en la enfermería? —Preguntó Bárbara con una expresión de curiosidad.

—Porque los pequeños son curiosos y pueden lesionarse con el botiquín.

Ambas caminaban en dirección a la enfermería, las risas de los niños y los saludos de los demás las hacían sonreír, conversaron durante el camino hasta que llegaron a la puerta.

—Bueno, déjame presentar a Bruno y Susan —Abrió la puerta sonriendo mientras que los chicos miraban a la puerta—. ¡Oh, despertaste!, les presento a nuestra enfermerita, Anna.

Los chicos asentaron y respondieron a la vez —Un gusto conocerte.

—El gusto es... —Finalmente los miró con claridad— mío...

ʟᴏs ᴏᴊᴏs ᴅᴇ ʟᴀ ᴏᴛʀᴀ ᴍᴏɴᴇᴅᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora