15. Sabores contradictorios.

237 48 8
                                    

Seonghwa nunca se imaginó que tener una cita con Yeosang —alguien a quien detesta un poco menos que ayer— le iba a resultar tan emocionante... pero no porque deseara estar con él, sino porque al fin iba a poder usar esa ropa bonita que se había comprado hace meses; la camisa era de un color negro con un cuello en corte de V, la cual metió dentro de un pantalón negro entubado que se sostenía con un cinto de charol negro muy brillante, todo lo cubría con una chaqueta, pero lo que daba el toque y el corte entre tanta sobriedad era una corbata puesta de manera muy informal en color vino. Peinó su cabello de lado, pero al darse cuenta que no era nada especial, solo dejó su frente descubierta, se veía y se sentía fabuloso,

«Ojalá que le guste» pensó en un momento de completa soltura.

Ante aquello solo fue capaz de sonrojarse y sentir pena de él mismo mientras su postura de modelo se perdía por una un poco más cerrada. Solo se alejó del espejo y se sentó en la cama para dejarse caer de espaldas sobre el colchón con los brazos abiertos, ¿ahora que significaban esos pensamientos? Quizás para él era muy fácil admitir que se estaba vistiendo bonito para impresionarlo de algún modo, pero no era capaz de admitir el por qué, como tampoco era capaz de entender por qué se había sentido tan ofendido la noche anterior cuando su destinado le dijo que estaba aliviado de que su día juntos haya terminado. Era ilógico sentir cosas tan opuestas una sobre la otra, se sentía un remolino en su estómago.

Se volvió hacia el espejo:
«¿A quién le importa si a Yeosang no le gusta? Si de todos modos me veo exquisito.»

Tomó sus llaves y su teléfono, fue a su destino, a lo que él llamaba cita que no era más que en su propio restaurante, solo que el que iba a cocinar era Jong Ho. Y Jong Ho se había lucido en la cocina, preparando desde pescado hasta pollo, vegetales y arroz, tanto se había emocionado por el servicio que cocinó de más, nadie lo supervisó, ya que el chef se la pasó casi media hora antes esperando por su visita en la puerta, como un adolescente enamorado.

Y, por otro lado, Yeosang no se había arreglado demasiado, bueno, eso era lo que él creía, porque había abusado un poco de unos pantalones de cuero muy entallados, con una camisa blanca un poco holgada que metió dentro de los mismos, la cual cubrió con una chaqueta gris oscuro, también se sentía atractivo, pero según él solo había cambiado su perfume y algunos tonos, nada muy relevante.

Ninguno de los dos se había vestido para nadie, pero en el instante en que se vieron, se enamoraron... o al menos eso creía Jong Ho, porque quizás él estaba enamorado de ellos en secreto. El chico los vio cuando se saludaban y pudo jurar que los notó embelesados por la presencia del otro. Eso de alguna manera extraña, era muy cierto, Jong Ho no estaba delirando: Seonghwa y Yeosang se echaron un ojo con mucha discreción. El joven creyó que y si se hiciesen apuestas, todos los que apostaron que ellos se comerían en silencio al mismo tiempo porque se estaban saboreando con ganas, hubiesen ganado.

—Esto está delicioso—decía Yeosang con una pata de pollo en la mano, todo lo pulcro que había estado le duró solo el tiempo que se saludaron y caminaron a la mesa antes de que le sirvieran la comida.

—Lo hizo Jong Ho— respondió Seonghwa un poco incómodo—¿Hace cuánto que no comes?

—Lo siento—apenado dejó la pata de pollo en el plato. Se limpió las manos y comisuras de labio con una servilleta—Es solo que disfruto mucho cuando le siento sabor a la comida.

—¿Lo sientes con las manos?

—¿Eh? no... ¡pero inténtalo! —lo invitó a tomar el pollo sin usar los finos guantes descartables, pero su destinado dudó bastante antes de hacer algo que jamás había hecho. Se sintió un poco temeroso de que algún paparazzi estuviese espiando para sacar una foto en el momento justo del crimen. La portada diría algo como:

Alma Saborizada [SeongSang][COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora