18. Sabores reales.

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Wooyoung no pudo apartar la mirada ante la pregunta, que solo era una pregunta, pero él la sentía por dentro como algo más y no se había percatado de que esto solo le pasaba cuando San cerca. No hasta ese momento, en el que el chico levantó sus cejas casi apresurando para oír lo que deseaba.

—No. 

—¿Seguro? —insistió.

—¿Por qué tengo que probarme frente a ti? —frunció el ceño.

—No tiene que hacerlo, profesor, es solo que... he notado ciertas cosas que me inquietan.

—Entonces tal vez deberías irte—le señaló la puerta.

—No quiero hacer eso—relamió sus labios y se le acercó—¿Usted quiere que me vaya?

Wooyoung separó un poco sus labios, miró de frente a mentón el rostro de su acompañante quedándose varado en las pecas que no había notado hasta el momento de la cercanía, y entonces, embobado en él, negó con lentitud. San entonces acortó un poquito más la distancia, llevando su mano con discreción hasta la orilla del dedo meñique. Las manos de Jung eran muy bonitas, parecían ser suaves y delicadas. Levantó el dedo meñique y le acarició, pero Wooyoung entró en un pánico interno y le miró a los ojos. 

San solo sonreía, sabiendo, al parecer lo que intentaba. Ambos se relamieron los labios y con un lento movimiento fueron acercándose más, tanteando los sentidos del otro. Era casi magnético el movimiento que sus rostros estaban haciendo y cuanto más cerca se sentían menos escozor pasaban sus labios. Wooyoung estaba roto por dentro y San podía notarlo, así que como si lo hubiesen pactado se alejaron el uno del otro para poner su vista sobre el piano y tocar esa bella melodía que de algún modo ambos sabían.

—Cinco años tardé en aprender estas notas con fluidez y tú las tocas como si las supieras...—comentó San mirando el movimiento artístico de las manos ajenas. Fue lo primero que se le vino a la mente para desviar la tensión.

—¿Tanto?—rió—Quiero decir, ¿por qué tanto?

—Quizás porque Whee In no me dejaba nunca tocar su piano... el cual curiosamente dañé como lo hice con este—confesó y tocó su nuca, Jung no lo miró, pero sonrió—. Lo de hace un momento...

—No volverá a pasar—dijo apretando por demás unas de las teclas, levantó su vista con severidad y lo acusó en mil idiomas con la mente—, olvídalo...

—Está bien, profesor— asintió y se puso de pie con lentitud.

Wooyoung no dejaba de acusar, no dejaba de recriminarle el hecho de que casi se hayan besado porque él no podía hacerle eso de nuevo a su destinado, no podía dejar de pensar en él, en que le quería consigo, pero no por eso iba a permitir que un cualquiera viniese a profanar su pureza craquelada. Sin embargo, San muy al contrario de acusarlo, le recriminaba el hecho de ser un tonto y ciego, ¿cómo no era capaz de darse cuenta de las señales a su alrededor? Woo era un tonto, y no soñaba con olvidarlo, mucho menos después de darse cuenta que había una posibilidad muy alta de que sean almas destinadas. 

 

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Alma Saborizada [SeongSang][COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora