1- La Firma

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Rodri se encontraba ansioso durante el viaje. No era su primera firma de libros pero por alguna razón esta vez se sentía algo inquieto, al punto de que apenas si había dormido un par de horas. Quizás se debía a que esta era la primera firma de su nuevo libro sumado al hecho de que había pasado mas de un año desde la última vez que pudieron estar cara a cara con sus seguidores. O quizás estaba nervioso por ciertos correos que había estado recibiendo con insultos y amenazas. Pascu y él habían bromeado muchas veces con que alguna vez apareciera un fan loco y los atacara pero por primera vez le parecía que cabía alguna posibilidad. Le había dejado saber su inquietud días antes a su compañero pero este había desestimado sus miedos. "No te preocupes, recuerda que podría matarlo con un pulgar" le había dicho, pero a Rodri le quedaba claro que no se tomaba en serio la posibilidad de que algo pasara y ahí estaba ahora sintiéndose obligado a estar preocupado por los dos. Se encontraba rumiando estos pensamientos cuando una voz familiar le arrastró de vuelta a la realidad:

- Tío deja de tronar los dedos, me estas poniendo nervioso.

- ¿q-que? oh, lo siento - dijo Rodri bajando la vista y separando sus manos - ¿Decías algo?

- Te preguntaba si crees que hoy comeremos algo decente o si nos enfrentaremos a la venganza de la paella.

Solo Pascu podía estar pensando en almorzar cuando apenas habían desayunado.

- Dios, como me pongan otra vez caracoles en mi plato se los meteré por la nariz - contesto riéndose.

Agradecía a todos los dioses que su amigo fuera con él a la firma, este fin de semana prometía. Estando a su lado estaba seguro de que nunca le faltaría de que reírse, Pascu le alborotaba ese poquito de descontrol que se ocultaba en el fondo de su mentalidad obsesiva y le gustaba pensar que él aportaba un poco de orden a la caótica personalidad de su compañero. Su incesante parloteo lo distrajo de sus preocupaciones y el resto del viaje se le hizo breve, hasta que finalmente llegaron a su destino poco después del medio día. Tendrían tiempo de pasar por el hotel, de comer algo e incluso de recorrer un poco los alrededores antes de dar inicio a la jornada de firmas de ese día.

Se estiraron perezosamente mientras caminaban detrás del chico que la editorial había designado para acompañarlos, y les guió camino al hotel. Pasarían esa noche en la ciudad y al día siguiente viajarían de regreso luego de terminar con sus compromisos, por lo que su equipaje era ligero. Dejaron sus bolsos cada uno sobre la cama que le correspondía y se tumbaron unos minutos en lo que decidían que almorzar. Se tomaron una foto para anunciar que ya estaban en la ciudad y actualizaron sus redes sociales promocionando la firma en la que pronto se verían. Pasada una hora se pusieron en marcha para encontrar un lugar donde almorzar, ayudados de referencias que encontraron en Internet y sugerencias que los fans les dejaron en sus redes. Dieron con un restaurant cercano al centro donde debían asistir a firmar que prometía y entraron a comer. Dieron gracias a todo lo divino cuando les sirvieron justo lo que querían, lo que ellos llamaban un "arroz con cosas del mar". Un arroz negro maravilloso que les compensó por todas las decepciones culinarias que se habían llevado en firmas anteriores. Rodri intentó disfrutar lo más que pudo de la comida y de la conversación con su amigo y por momentos dejaba de sentirse preocupado. Quisieron luego tomar un poco de aire fresco y salieron a caminar pero el músico no podía evitar mirar en todas direcciones constantemente como un animal acechado. Se dedicaron a recorrer algunas calles y a hacer fotos de vez en cuando para documentar su visita antes de dirigir sus pasos hacia la primera firma de libros que tendrían ese año.

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Como siempre, llegó mucha más gente de la que esperaban, y el cariño que recibieron los dejó abrumados. Firmaron muchos libros, se tomaron aún más fotos y dieron una pequeña charla en la que cantaron también un par de canciones. Y como no, terminaron la actuación con el baile de culete de Thanos dejando a sus fans eufóricos. Luego de su presentación retomaron su puesto para terminar de firmar los últimos ejemplares, estrechar manos y dar abrazos antes de retirarse con los brazos llenos de regalos y el corazón pleno. El chico de la editorial les recogió en coche y les llevó al hotel. Llegaron a su habitación agotados pero felices, y luego de una necesaria ducha y de ordenar algo para comer, se dispusieron a revisar los obsequios que habían recibido cada uno acomodado en su respectiva cama.

- cinco... seis... buah, seis cajas de bombones - rió Pascu - creo que tu sucia táctica de enseñar cosas en el podcast sigue funcionando.

- no oigo que te burles de las gominolas que te trajeron a ti - respondió Rodri dándole un bocado al trozo de pizza que acababan de pedir. - Nuestros seguidores son maravillosos.

- Te dije que no había de que preocuparse - le dijo mientras se entretenía clasificando las cartas y dibujos en montoncitos independientes - mañana será todavía mejor. Podemos ir a dar un paseo a la playa y tal si es que salimos un poco antes del hotel.

Rodri quiso mirarle con indignación pero estaba tan cansado que el gesto fue mas una mueca. Entre conversación y lectura de cartas el cansancio comenzó a pasarle factura, había estado las primeras horas del día tenso cual cuerda de guitarra y la cabeza le dolía por la falta de sueño. Se despidió de su compañero y se acomodó en su cama, permitiéndose por fin sentirse seguro y relajarse.

Pascu se entretuvo un rato más en el móvil cuidando de no molestar a su amigo quien apenas tocó la almohada se durmió. Cada tanto le daba una mirada discreta, esos escasos momentos en los que podía verle relajado le intrigaban y le generaban cierta sensación en el pecho que lo confundía. El rostro de Rodri en esos momentos transmitía una paz que pocas veces le había visto estando despierto, y admitía que a pesar de no ser de manera voluntaria, él era muy responsable de la tensión permanente en la que vivía su amigo. Lo escuchaba respirar suavemente mientras descansaba con la cara semi enterrada en la almohada, su cabello rizado todo revuelto y los labios levemente separados. Decidió que intentaría que Rodri tuviera un buen día cuando despertaran, quería ver esa paz pero esta vez reflejada en sus verdes ojos. Al cabo de una hora sintió que ya la vista le pesaba por lo que dejó su móvil de lado y se dispuso a descansar. Los esperaba un día agitado nuevamente y tenía mucho que hacer si quería aliviar la carga de su colega.

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