6 - Despertar

118 13 5
                                    

Cuando Pascu abrió los ojos lentamente, se vio cegado por una luz brillante. Los volvió a cerrar y permaneció inmóvil intentando evitar que su cabeza diera vueltas y tratando de entender donde estaba. 

Se ve que llevaba un buen tiempo así porque se sobresaltó cuando sintió voces a su alrededor. Empezaba a recordar vagamente su "muerte" y temía que lo que escuchaba ahora fueran voces de ángeles (o al menos esperaba estar "arriba").

De pronto tuvo miedo de abrir los ojos, no sabía que estaba pasando ni donde estaba y tenía una sensación de vértigo desagradable que en lugar de parar iba en aumento. Sintió un contacto suave en su brazo derecho y se alarmó, se sentía bastante real. Dio un pequeño respingo y entonces escuchó una voz que reconocería incluso bajo el agua.

-¿Álvaro?, ¿me escuchas? - la voz de su madre se escuchaba casi como un susurro.

Pascu intentó abrir los ojos nuevamente y poco a poco fue enfocando la imagen de su mamá. Estaba un poco despeinada y tenía los ojos hinchados como si hubiera llorado mucho. Quiso responder pero sentía la boca seca, así que asintió de forma casi imperceptible. Todavía sentía que todo giraba a su alrededor.

Estaba confundido, quería saber donde estaba, como habían llegado él y su madre ahí pero era incapaz de emitir algún sonido.

-Estamos en una clínica cariño- explicó su madre viendo la confusión en sus ojos. - Yo... Desconozco los detalles, pero se que te trasladaron acá luego de que te hirieran con un cuchillo.

Pascu comenzó a recorrer la habitación con los ojos intentando ver todo lo que su limitada posición le permitiera. Estaba en una camilla simple sin apenas almohadas, acostado con los pies un poco por encima del nivel de su cabeza. Vio que tenía una vía puesta en un brazo y logró mover los dedos de los pies lentamente. Al menos estaba entero, eso era un alivio.

Su madre seguía hablando pero le costaba entender lo que decía, le hablaba de cirugías y procedimientos hasta que escuchó una palabra que le hizo subir las pulsaciones.

Rodri.

Volteó a mirarla ansioso con la esperanza de que ella entendiera lo que deseaba preguntarle.

-Rodri esta afuera hijo, él esta bien. - Su mamá le acarició suavemente la frente para calmarlo- Está preocupado como todos, pero no está herido.- Sin quererlo, lágrimas de alivio comenzaron a brotarle y su madre se conmovió. Habían pasado años desde la última vez que vio llorar a su hijo, aunque en esta situación lo anormal sería que no llorara.- Tranquilo, todo está bien ahora- dijo barriendo una lágrima de su mejilla. Pascu cerró los ojos y se dejó mimar un poco mientras las lágrimas seguían cayendo. Por un segundo temió por Rodri pero saber que se encontraba bien le llenó de alivio. Entre sollozos y los susurros de su madre, no tardó en volver a dormirse.

* * * * *

Rodri despertó en medio de pesadillas varias veces durante el resto de la noche hasta que al sonar su alarma dio un salto. Se sentó en la cama algo aturdido y al intentar parar la alarma sus manos hinchadas le hicieron volver a la realidad de golpe. Así que en verdad todo había pasado. Se quedó mirando la pantalla de su móvil que estaba llena de notificaciones y llamadas perdidas, pero no se sentía en condiciones de responder a nadie aún. Se fijó en la hora y mentalmente ordenó el tiempo del que disponía para alistarse y dirigirse al hospital.

Su cabeza le decía que debía comer algo pero sentía un nudo en el estómago. Deseaba tanto ver a Pascu que cuando hubo cruzado la entrada de la clínica y consultó la hora se percató de que había llegado más de media hora antes de lo acordado. Así que luego de pensarlo un poco se dedicó a recorrer los pasillos de la clínica hasta que encontró una máquina dispensadora de café. Cogió su vaso y se dirigió a la sala donde debía esperar por Pascu.
Se preguntó si debía avisarle a la madre de este que ya estaba ahí pero se contuvo, no sabia si estaría durmiendo o algo.
El calor de su café le lastimaba las manos pero su cuerpo y su mente agradecieron la bebida.
Había corrido hasta allá tan ansioso por ver a su amigo que no se había parado a pensar en lo que vería realmente. ¿Qué le diría? Para empezar ¿Su amigo estaría en condiciones de hablar? ¿Estaría molesto con él? ¿Recordaría todo lo que pasó? Como siempre comenzó a pensar en exceso las cosas y se puso aún más nervioso, pero pese a todas sus preocupaciones se moría por volver a verle. Se encontraba ruborizado como una colegiala, agradecía que no hubiera nadie ahí para notarlo.
Con dificultad le escribió a la mamá de su amigo un breve mensaje esperando que cuando se encontrara lista saliera a verle. Suspiró al volver a meter el móvil en su sudadera, guardarlo en el bolsillo de su pantalón había sido simplemente imposible, empezaba a entender que el daño en sus manos era mayor al que había querido reconocer y se permitió distraerse con esos pensamientos mientras esperaba.

Al cabo de un largo rato sintió una mano posarse suavemente en su hombro y levantó la vista para encontrarse con la mamá de su amigo. Tenia una mirada agotada y era evidente que había pasado una muy mala noche, pero le sonreía. Rodri se puso de pie y la saludó consciente de que el mismo no debía tener mucho mejor cara.

- ¿Cómo está Pascu? - quiso ser delicado pero la pregunta salió de su boca con demasiada ansiedad como para poder ocultarlo.

- Mucho mejor, gracias - la mujer le miró agradecida- durmió bastante y no tuvo fiebre ni complicaciones durante la noche.

- Me alegro mucho de oír eso - dijo sinceramente - Traje el bolso de Pascu, espero no haber olvidado nada - añadió  acercándoselo a la señora. Esta se fijó en las manos del chico y abrió los ojos con sorpresa. No había reparado en sus lesiones el día anterior.

-Tus manos... ¿estás bien? - quiso saber. Se veía genuinamente preocupada.

- Ah, si ... Se ve peor de lo que realmente es, solo es un poco incómodo pero no me duele ni nada - mintió con una sonrisa.
Lo cierto es que ahora que la adrenalina del día anterior se había pasado le dolía horriblemente y sentía palpitar sus heridas como si el corazón lo tuviese en las manos.
Probablemente el haber olvidado tomarse las medicinas recetadas tenían algo que ver, pero la pobre mujer ya había tenido suficientes preocupaciones por ahora como para meterla en sus problemas.

- Ya veo - no sonaba muy convencida pero no quiso insistir. Hubo una pausa antes de que Rodri preguntara:

- Yo... Puedo... ¿Puedo entrar a verlo?

- Álvaro todavía estaba durmiendo cuando dejé la habitación - el chico no pudo ocultar su decepción - pero claro que puedes entrar a verle. Si pudieras acompañarlo mientras voy a comer algo te lo agradecería, no quisiera que al despertar se viera solo.

- Claro - notó como su corazón se aceleraba y de pronto se sintió nervioso nuevamente.

- Te lo encargo entonces - dijo la mujer poniéndole una mano en el hombro antes de alejarse.

Rodri tomó aire y se encaminó hacia la sala donde le indicaron que se encontraba su amigo.

* * * * *

La FirmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora