5 - Culpa

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Rodri sintió deseos de entrar corriendo a ver a su compañero tan pronto escuchó que estaba volviendo en sí, pero entendía que ese lugar le correspondía a su madre. Cuando ella volvió después de lo que pareció una eternidad les dijo:

-Está respondiendo muy bien a los cuidados, pero sigue en observación. Ahora esta dormido nuevamente. Me permitieron quedarme con él esta noche en su habitación - dijo mirando significativamente a su esposo- las visitas pueden ser a partir de las 8 de la mañana siempre que pase buena noche.

Los tres hombres captaron la indirecta y comenzaron a prepararse para ir al hotel. El padre trajo el pequeño bolso que la madre había alcanzado a preparar antes de salir a toda prisa y que contenía una muda de su ropa. Rodri se acercó a despedirse de la mamá de su amigo y aprovechó de disculparse con ella en un momento que se vieron a solas.

-No te culpo, niño - le respondió mirándole con sinceridad. - Yo se como es mi hijo y sé que por ti saltaría frente a un camión sin pensarlo.

Esas palabras le dolieron a Rodri pero a la vez le hicieron sentir mejor. Se despidió prometiendo estar de regreso a primera hora con el equipaje que Pascu tenía en el hotel para que pudiera estar lo más cómodo que su situación le permitiera.

La pequeña felicidad que traía dentro se desvaneció cuando se encontró dentro de la habitación del hotel y la brutalidad de lo que había pasado volvió a golpearlo.
Esta estaba tal como la habían dejado aquella mañana cuando se había enfadado con Pascu por haberle acorralado de cierta forma para que le acompañara a ver el mar.
Se sentía tan mal por haberse enfadado por algo que ahora le parecía tan estúpido, si hubiera sabido lo que iba a pasar después él mismo hubiera insistido en permanecer todo el día en la playa.

Se dirigió a la ducha para poder limpiarse de toda la sangre seca. Su ropa estaba inservible pero la hubiera botado incluso si no fuera así, se sentía tan asqueado de solo verla y recordar lo vivido que acabó vomitando.

Tardó más de lo que planeaba en desvestirse ya que los vendajes en sus manos y sus dedos entumecidos le dificultaban hasta el abrir las puertas.

Una vez limpio se sintió un poco mejor y se dispuso a juntar los efectos personales de Pascu dentro de su bolso, su cepillo de dientes, unas cuantas prendas repartidas por el suelo y el cargador de su móvil. Cuando cogió una camiseta para doblarla sintió el impulso de olerla y el deseo de ver a su amigo se hizo todavía más intenso. De pronto el recuerdo de Pascu besándole la mano le hizo sonrojarse. ¿Recordaría eso? ¿Qué intentaba decirle?.

Se tumbó en su cama con un montón de recuerdos en su cabeza, Pascu sonriéndole con picardía haciéndole una broma, Pascu hipnotizado mirándole en silencio cuando tocaba piano y pretendía ignorarle, Pascu emocionándose como un niño cada vez que tenían una presentación o le enfocaba alguna cámara, Pascu dejándose atacar por sus gatos, Pascu cantando bajito mientras dibujaba... Pascu, Pascu, Pascu. Que vacía estaría su vida sin él, estaba tan acostumbrado a tenerle siempre alrededor alborotando todo, tener que cuidar de él como si fuese un niño pequeño y dejándose arrastrar por sus ideas.

Haber estado tan cerca de perderle le hacía sentir horrible por todas las veces en las que le gritó por tonterías pero sobre todo le llenaba de miedo. No dudaba que si su amigo no hubiera sobrevivido él se hubiese tirado frente a un tren sin pensárselo dos veces. No sentía que le hubieran quedado razones para seguir viviendo sin Pascu, y lo radical de este pensamiento le hizo plantearse si eso era normal. ¿Hubiera hecho lo mismo por otros amigos? ¿Era la culpa lo que lo llevaba a pensar así o era... algo más?.

Estas divagaciones se prolongaron hasta entrada la madrugada, todas las emociones del día, la preocupación sobre como estaría Pascu en esos momentos sumadas a esta nueva inquietud que se había plantado en su pecho le impedían conciliar el sueño. En la clínica le habían recetado pastillas para dormir pero no quiso tomarlas temiendo no poder cumplir con su compromiso de llevarle el equipaje a Pascu, aunque ahora se arrepentía. Estaba muy cansado y le dolía todo pero el sueño simplemente no llegaba. Extrañaba escuchar la respiración de su amigo en la cama contigua y sus conversaciones absurdas antes de dormir. Mierda, realmente dependía de Pascu mucho más de lo que había creído.

Se levantó a beber un poco de agua y aprovechó de meter unas bolsitas de gominolas en el bolso de Pascu, esperando con ello darle un poco de alegría en su recuperación. Recorrió la habitación con la vista y una idea absurda se cruzó por su cabeza al mirar la cama que no le pertenecía. "Qué más da" pensó, acomodándose en la cama que horas antes había sido usada por su compañero. Inhaló el sutil perfume que quedaba en las almohadas y sintió como su cuerpo se empezaba a relajar, le recordó incontables viajes en tren, avión y coche en los que habían estado sentados hombro a hombro y lo ligero que todo se había sentido en aquellos momentos. ¿Estaría Pascu dormido en esos momentos? ¿Estaría cómodo? ¿Le echaría de menos de forma tan dolorosa así como hacía él? Deseaba poder estar junto a el en esas horas difíciles, odiaba no saber de él. Decidió encender su móvil por si algo ocurría y de paso programó varias alarmas para no fallar en la promesa de ir a verle a primera hora. Se sentía nervioso de volver a verlo, no sabía en que estado le encontraría cuando llegara el momento de visitarle. Se preguntó si su amigo anhelaba verle tanto como él, y viendo que apenas disponía de un par de horas para descansar decidió intentar conciliar el sueño una última vez. Siendo arrullado por la esencia de su amigo, un último pensamiento llegó antes de que lograra dormirse. "Supongo que no es culpa después de todo...".

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