La Firma

18 - Regreso

Volver a la normalidad no fue tan fácil como esperaban. Habían decidido quedarse ambos en casa de Rodri para ayudarse mutuamente en lo que pudieran los primeros días y evitar de paso que los perros de Pascu le saltasen encima jugando.

Ahora que Rodri se sentía más cómodo con la cercanía del otro se permitió recibir su ayuda y dejarse mimar un poco.

De vez en cuando fingía protestar para no sentir que abusaba de la amabilidad de Pascu, pero lo cierto es que estaba encantado de tenerle ahí solo para él, y se derretía cuando este insistía en consentirlo.

Luego de una semana en casa les quitaron los puntos y se despidieron de las curaciones y apósitos, lo cual era algo que ninguno de los dos extrañaría.

Pascu se recuperó muy rápido y una vez le hubieron quitado las suturas tuvo mucha más libertad de movimiento, tanta que Rodri tenia que recordarle cada cierto tiempo que internamente su cuerpo seguía sanando y que aún no debía ir dando saltos por la vida.
Le robaba el corazón cada vez que le veía bailar y revolotear por su casa pero necesitaba asegurarse de que no se excediera en lo que duraba su convalecencia.

Rodri por su parte tuvo dificultades para seguir adelante y Pascu se volvió el pilar de su recuperación física y sobre todo mental.
Ambos sabían que de no haberle tenido a su lado ya se hubiera pegado un tiro.

Rodri seguía siendo acosado por pesadillas y se encontraba terriblemente ansioso y deprimido, por lo que Pascu le obligó a visitar a un psicólogo a las dos semanas después de regresar.
Ahí fue poco a poco hablando de sus miedos, el horror que había vivido, la ansiedad al pensar en perder a Pascu y por sobre todo, el miedo que más le costaba superar: el miedo a no poder tocar piano nunca más. Tan solo pensar en ello le provocaba ataques de pánico.
Por el momento contaban con la comprensión del público para dilatar la creación de nuevos videos pero Rodri sabía que mientras más días pasaran más cerca se encontraba del momento en que necesitarían sentarse a componer y eso le aterraba.
No quería comprobar hasta que punto su capacidad para tocar se había visto afectada, temía confirmar que no podría hacer música nunca más y tener que renunciar al proyecto que había trabajado tanto por ejecutar y en el cual Pascu le había apoyado hasta el punto de renunciar a muchas cosas importantes en su vida.
Temía fallarle. No tocar piano nunca más significaba perder las dos cosas que más amaba y por las cuales le merecía la pena vivir.
Le costó muchas sesiones y mucha contención por parte de Pascu entender que incluso si no podía volver a tocar, él permanecería a su lado. Fue muy duro para ambos, pero poco a poco Rodri comenzó a tener avances. Las crisis de pánico comenzaron a espaciarse y dejó de culparse a si mismo por todo en cada conversación que mantenían.

Físicamente su recuperación fue lenta también. Apenas tocaron tierra madrileña fue casi literalmente arrastrado a un médico especialista que le evaluó y le dio esperanzas de recuperación.
También le habló duramente sobre su rehabilitación, sería una carrera cuesta arriba pero le prometió que si cumplía sus órdenes en pocos meses podría tener una vida normal. Le dio indicaciones para trabajar la movilidad de sus manos en casa y debió asistir a varias sesiones donde le arrancaron más de un grito de dolor, pero se enfrentó a ellas con determinación, decidido a recuperar su vida y dejar de ser una carga para su amante.

Pascu le daba largos masajes en las manos de acuerdo a lo que le había enseñado el médico para relajar la musculatura y ayudar a la elasticidad de su piel y las rígidas extremidades empezaron a agradecerlo.

Se forzaba a realizar los ejercicios que le indicaron de manera obsesiva, hasta el límite de que en más de una ocasión Pascu discutió con él para hacerle ver que al excederse se hacía más mal que bien.

Al cabo de un mes de terapia ya podía abrir y cerrar los puños de forma casi normal y usar el móvil sin dificultad, entre otras cosas.
Ese progreso le motivó mucho y le permitió tener mayor independencia, por lo que su ánimo mejoró bastante.