Yuna regresó de la escuela, saludó a sus padres y se dirigió directamente a su cuarto.
Lo único que quería era quitarse el molesto uniforme y dormir un poco.
Hizo lo primero, cambiándolo por ropa cómoda. De repente, se sintió desanimada. Era viernes y ella no iba a ir a la cafetería, de nuevo.
Estaba tan ocupada con la escuela, y no tenía casi tiempos libres. Y si los tenía, los usaba para dormir o solo recostarse en su cama sin hacer nada. A veces eso la hacía sentir culpable, porque podría ser tiempo que ella usara para ver a Ryujin, aunque Jeongin le había dicho que no debía sentirse mal.
Él había estado yendo a la cafetería a acompañar a Ryujin para ayudarla un poco, ya que Chaeryeong tampoco tenía tiempo a causa del estudio y había pedido unos días libres.
Según él, Ryujin no se sentía mal porque ella y Yuna no se vieran. Le había dicho que la extrañaba, pero sabía de su situación, y prefería mil veces que Yuna ocupara su tiempo libre en descansar.
Quiso dejar de pensar en todo eso y sólo se recostó en la cama. Ella giró su rostro hacia la derecha y su vista dio con la mesa de noche. Allí descansaba el osito que Ryujin le había dado. Yuna lo tomó y le acomodó el moño que tenía una de las orejas. Le acarició la nariz y se lo puso contra la mejilla.
-
Ryujin llegó a la casa de Yuna de imprevisto. Se disculpó con sus suegros por no avisar que vendría, pero a ellos no les importó. La recibieron con un fuerte abrazo. La verdad tenían una buena relación. Debían admitir que ellos también la habían extrañado.
Le indicaron que Yuna estaba en su cuarto y Ryujin se dirigió ahí.
Tocó la puerta un par de veces y no obtuvo respuesta.
—¿Yuna? —llamó mientras abría la puerta.
Cuando hubo entrado al cuarto, encontró algo con lo que ella asegura podría haber muerto de ternura.
Yuna estaba durmiendo tranquilamente con el osito entre sus manos. El peluche estaba ubicado en su pecho, cerca de su corazón.
Ryujin sonrió para si misma y cerró la puerta.
—Yo también te extrañé. —susurró y dejó un beso en la frente de la chica.
Se recostó a su lado teniendo cuidado de no despertarla.
Una hora más tarde, Ryujin empezó a sentirse somnolienta. Bostezó con pereza y acabó por levantarse.
—¿Ryujin? —escuchó a sus espaldas.
Ella se giró encontrándose a Yuna medio despierta en la cama.
—Prometo ir a verte más seguido. —dijo balbuceando.
—No. Debes descansar. —Ryujin tomó la manta que estaba a los pies de la cama y cubrió a su novia—. Ya nos veremos luego, ¿si? Ahora vuelve a dormir.
Yuna sin mucha insistencia, solo asintió y volvió a cerrar sus ojos, cayendo dormida otra vez.
Ese viernes por la tarde, Ryujin abandonó el cuarto. Yuna despertó un rato después. No sabía si había soñado ese encuentro con Ryujin, o si realmente había sucedido.
Confirmó lo segundo cuando vio que el osito ya no se encontraba con ella y en cambio, estaba nuevamente en la mesa, sentado sobre una pequeña caja, sosteniendo un rollito de papel entre sus patas.
Yuna tomó el papel y leyó:
«Supongo que despertarás tarde, así que no comas esto antes de la cena. Y duerme bien esta noche por favor. Te amo mucho.»
Yuna abrió la caja encontrándose con bombones. Tomó uno rápidamente y se lo comió. Lo degustó con una sonrisa, había extrañado tanto ese sabor.
Luego cerró la caja, y decidió obedecer al pedido de Ryujin y los guardó para después de la cena. Finalmente, puso esa nota con las demás y salió de su cuarto para ir a cenar.
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𝙱𝚘𝚗 𝙱𝚘𝚗 𝙲𝚑𝚘𝚌𝚘𝚕𝚊𝚝 ; Ryuna
Romansa[historia editada con dos capítulos extras y epílogo / borrador] .•.°.•. A Yuna se le hace costumbre merendar todos los viernes por la tarde en una cafetería. Ryujin trabaja en esa cafetería. A Yuna le gustan los bombones de fresa. Y a Ryujin...