𝙴𝙿𝙸𝙻𝙾𝙶𝙾

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Los cuatro ya tenían un par de años de haberse conocido. La relación era buena, y se podría decir que casi todo seguía igual. Pero había una cosa que en los últimos meses había cambiado.

—Es triste ver este lugar así...—dijo Ryujin observando el gran ventanal de lo que alguna vez había sido la cafetería.

—Aún no creo que la hayan cerrado. A pesar de que han pasado meses... Aún no lo supero.—agregó Chaeryeong.

Ellas parecían decir esas cosas al aire, no mantenían una conversación real así que Jeongin y Yuna optaron por no hablarles.

Yuna estaba cabizbaja. Y cómo no. El lugar donde había conocido a una de las personas más importantes de su vida ya no existía.

Jeongin notó el gesto en la menor del grupo y colocó una de sus manos en el hombro de la chica y lo apretó un poco con la intención de mostrar apoyo. Él también se sentía mal, pero no podía compararse a Yuna ni a Chaeryeong o Ryujin.

La menor puso su mano sobre la de su amigo y le sonrió.

—Oigan. Al menos estamos juntos. —retiró su mano del hombro de Yuna y la empujó levemente para que ella acabara cerca de Ryujin.

Él se puso al lado de Chaeryeong y pudo ver que había conseguido que las tres sonrieran. En consecuencia, él sonrió también.

—Jeongin tiene razón... —empezó Ryujin—. Es sólo que... Este lugar tiene tantos recuerdos y una carga emocional impresionante, que nunca creí que llegaría a tener. —finalizó mirando a sus amigos y a su novia, recordando como le fastidiaba levantarse para ir a cumplir su turno.

A la cafetería no le había ido ni bien, ni mal. No estaba muy en el centro, y lo cierto es que estaba ubicada en una calle no muy concurrida, así que a veces era opacada por cafeterías céntricas que convocaban más personas.

A esa sólo asistía gente que buscaba un lugar tranquilo. Y la mayoría de sus clientes la habían encontrado de casualidad. Cómo Yuna, que volvía cansada y distraída de la escuela, y de camino a su casa, por accidente había girado una calle antes de dónde le correspondía, y había ido a parar a la cafetería.

El dueño del lugar simplemente decidió cerrarla, prefiriendo invertir el dinero en algo seguro, que en esperar y tenerle paciencia a la cafetería que muy lentamente se iba haciendo conocida.

—¿Y si compramos este lugar y abrimos nuestra propia cafetería? —sugirió Jeongin.

—Estás loco. —rio Yuna.

—¿Por qué? Estoy a punto de graduarme en administración de empresas, les explicaría a ustedes y entre todos podríamos manejarla. Ustedes dos—se refirió a Ryujin y a Chaeryeong—seguirian con los mismos trabajos. Y Yuna y yo podríamos ser meseros. Una de las hermanas de Chae cocina muy bien, y podríamos buscar a alguien que le ayude.

Chaeryeong sonrió mordiendo su labio inferior. —Saben... Chaemin de hecho está buscando trabajo. —dijo, dando a entender que la idea de su novio no le parecía muy alocada.

—Yo tendría que estar dando el pronóstico del tiempo ahora mismo... —dijo Ryujin resaltando que ya había terminado su carrera, y aún no había logrado conseguir nada con eso—. Pero saben, tengo mucho dinero ahorrado.

—Sería tan asombroso tener nuestro propio negocio. ¿Se imaginan si vienen los que me caen mal de la escuela? Yo voy a cobrarles de más. —dijo Yuna y todos rieron, pero la verdad ella lo había dicho en serio.

-

—¿Y qué nombre le ponemos? —preguntó Ryujin mientras abría la puerta de la vieja cafetería, que ya les pertenecía al grupo.

𝙱𝚘𝚗 𝙱𝚘𝚗 𝙲𝚑𝚘𝚌𝚘𝚕𝚊𝚝 ; RyunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora