1. Algo Sobrenatural Ocurre

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La noche había caído sobre Beacon Hills con una calma engañosa, una quietud que se rompió con el insistente vibrar de un teléfono. Scott McCall, ahora más hombre que muchacho, frunció el ceño al ver el nombre de Stiles iluminando la pantalla de su móvil. No había muchas razones para que su viejo amigo lo llamara tan tarde, y ninguna de ellas presagiaba algo bueno.

-Scott, soy Stiles. Tienes que ver esto. - Dijo Stiles, su voz era una mezcla de confusión y urgencia.- Monroe... han encontrado a Monroe muerta.

Las palabras cayeron como una piedra en el estómago de Scott. Tamora Monroe, la cazadora implacable que había jurado destruir a su manada, había sido hallada muerta. La noticia correría como la pólvora, y aunque la amenaza que representaba había desaparecido, Scott sabía que esto solo era el comienzo de algo más grande, algo que podría sacudir los cimientos de Beacon Hills.

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El primer día de verano se tiñó con la sombra de la muerte, y mientras la ciudad procesaba la noticia, una nueva residente de Beacon Hills abría los ojos al amanecer del día siguiente.

Ava Clarke se despertó con la luz del sol filtrándose a través de las cortinas de su nueva habitación. La casa de su abuela tenía ese aire antiguo y reconfortante, pero fuera de esas paredes, todo era nuevo y desconocido. Hoy se reuniría con Rebekah, su única amiga en esta ciudad desconocida, y la perspectiva de no estar sola en su primer día de verano era un consuelo.

Rebekah, con su cabello dorado y su sonrisa fácil, era la hija del nuevo alcalde de Beacon Hills. Tenía un hermano menor, un chico curioso que siempre estaba metido en problemas, y Ava se preguntaba si él sería tan acogedor como su hermana.

Mientras Ava se preparaba para el día, no podía sacudirse la sensación de que algo estaba cambiando en Beacon Hills. No sabía nada sobre cazadores, manadas o el mundo sobrenatural que se agitaba bajo la superficie de la ciudad, pero pronto, muy pronto, descubriría que algunos secretos no pueden permanecer enterrados para siempre.

Ava ajustó el casco de bicicleta y echó un último vistazo a su reflejo en el espejo del pasillo. La emoción burbujeaba en su interior al pensar en su primer día explorando Beacon Hills con Rebekah. Justo cuando cerraba la puerta, la vio. Rebekah estaba apoyada en su bicicleta, con una sonrisa contagiosa que disipaba cualquier nerviosismo residual.

-¡Por fin! Pensé que te habías perdido en esta casa antigua. -Bromeó Rebekah, su risa era como música en el aire matutino.

-Casi. - Respondió Ava con una sonrisa. - Esta casa tiene más rincones y recovecos que un laberinto.

Las dos amigas se lanzaron por las calles, el viento jugaba con sus cabellos mientras pedaleaban hacia el centro comercial. La libertad del verano se extendía ante ellas, prometiendo aventuras y recuerdos inolvidables.

El centro comercial estaba lleno de gente aprovechando las ofertas de verano. Mientras bloqueaban sus bicicletas, Ava notó una figura familiar. Era Liam Dunbar, el chico de su clase de biología, arrastrando los pies detrás de una mujer que asumía era su madre.

-Mira, es Liam. - Susurró Rebekah, siguiendo la mirada de Ava. - Parece que su madre lo ha traído a la caza de ropa nueva.

Liam levantó la vista, sus ojos se encontraron con los de Ava y por un momento, el mundo pareció detenerse. Había una especie de reconocimiento en su mirada, como si compartieran un secreto que ni siquiera Ava conocía.

-Hola, Liam. - Saludó Rebekah, rompiendo el silencio. - ¿Compras de verano?

-Algo así. - Respondió Liam con una sonrisa torcida. - Mi madre piensa que necesito un cambio de imagen para la universidad.

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