18. Aquella bestia temible

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Cada uno de la manada Mccall había vuelto a su casa y Rachel fue junto con Liam a su casa después de que la mayoría había disfrutado del parque de atracciones y que posteriormente fue interrumpida por un ataque que probablemente sea sobrenatural. Liam le pidió a Rachel que podía entrar en su casa.

La casa de Liam estaba en silencio, las sombras de la noche jugando a través de las ventanas mientras él y Rachel cruzaban el umbral. La ausencia de sus padres les daba un sentido de privacidad y libertad que rara vez disfrutaban.

Una vez dentro, no perdieron tiempo en reanudar su momento de intimidad, sus besos una mezcla de pasión y ternura. La conexión entre ellos era palpable, y mientras se encontraban en la cama, el mundo exterior parecía desaparecer.

Fue entonces cuando Rachel, en un susurro, comenzó a compartir fragmentos de su pasado. Su voz era suave pero firme, cada palabra teñida de la magia que formaba parte de su ser.

- Siempre supe que era diferente. - Confesó, su mirada fija en el techo, como si pudiera ver a través de él hacia el cielo estrellado. - Las primeras manifestaciones fueron pequeñas... objetos moviéndose, luces parpadeando. Mi madre me ayudó a entender, a controlar lo que soy.

Liam la escuchaba, su curiosidad mezclada con asombro.
- ¿Y cómo es vivir así, ocultándote?

Rachel se volvió hacia él, sus ojos reflejando una sabiduría antigua.

- No es fácil. Pero es necesario. Hay quienes no entienden, quienes temen lo que no pueden explicar. Por eso vivimos en las sombras, protegiendo nuestro secreto.

La noche avanzaba, y mientras Liam y Rachel compartían sus secretos y sueños, el vínculo entre ellos se fortalecía. En un mundo donde lo sobrenatural se entrelazaba con lo cotidiano, encontraban consuelo en la aceptación y la comprensión mutua.

La luna se alzaba a todo algo en Beacon Hills. Mostrando algo de brillo en un cielo nocturno y algo oscuro. Las luces apagaron. Cada uno volvió a su casa.

- Es extraño. - Dijo Liam, su voz baja en la quietud de la habitación. - En cuanto a mí, siempre he pensado que estoy solo. Mis padres son humanos.

Rachel se acurrucó más cerca de él, su cabeza descansando en su pecho.

- No estás solo, Liam. Hay más de nosotros ahí fuera, más de lo que cualquiera podría imaginar. Y cada uno de nosotros tiene una historia, una razón para mantenerse oculto. Muchas criaturas sobrenaturales.

Liam asintió, procesando sus palabras.

-- ¿Y tú? ¿Cuál es tu historia?

Rachel se tomó un momento antes de responder, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.

- Mi madre me enseñó todo lo que sé. Ella... ella era increíble. Pero tuvimos que huir, cambiar nuestras identidades. Ser una bruja no es solo hechizos y encantamientos; es peligroso, especialmente cuando hay gente que quiere explotar lo que puedes hacer.

La vulnerabilidad en su voz era palpable, y Liam la abrazó con más fuerza, ofreciéndole consuelo.

- Estoy aquí para ti. - Murmuró. - No importa lo que pase, te protegeré.

El silencio se asentó entre ellos, un silencio cómodo, lleno de promesas no dichas y una comprensión mutua que solo podía venir de compartir verdades ocultas.

Mientras tanto, Liam le cuenta como Scott le mordió en el hospital, ese día, su tobillo había sido torcido por el golpe. Sus padres nunca se han enterado de que él se había convertido en un hombre lobo.

Por otra parte, Scott y Sage regresan a casa, aunque Sage aún no ha pronunciado ninguna palabra, simplemente fué a su habitación. Melissa al ver a sus hijos actuar así, decide preguntar.

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