"Almuerzo"

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La vida escolar solía ser algo bastante aburrido y tedioso, él, aún con aquella actitud sería e introvertida podía dar fe de eso.

Se le solía describir como un joven inteligente y bien educado, uno de los mejores entre los mejores, pero aún con eso estaba de acuerdo con sus compañeros de clase que aquella vida resultaba ser tan monótona y aburrida que simplemente lo único que querías hacer era salir corriendo y encontrar algo que pudiera darle aunque fuera un poco de sentido a sus patéticas vidas; vidas llenas de lujos pero que no dejaban de carecer sentido.

Necesitaban emoción, algo que siquiera pudiera levantar sus ánimos aunque fuera solo por una maldita hora, pero todos eran tan distintos que sus intereses también lo eran, la definición de emoción se tenía que  adecuar a cada uno para darle siquiera un significado. Para su suerte aquella chispa de emoción y significado se le había presentado, no de la manera que esperaba pero ahí estaba y era lo que importaba; en forma de una chica que con una sonrisa podía derretir hasta el corazón más congelado, justo como el suyo; no sabía si alguno que otro de sus compañeros tenía la misma sensación que él pero esperaba que no.

Sus días en la escuela habían tomado una nueva monotonía, pero que esta vez disfrutaba.

Todo se resumía a la hora del almuerzo en la cafetería, siempre acompañado de sus amigos y prima, un día simplemente llegó como cualquier otro, tomó su charola y demás cubiertos y se acercó al mostrador de alimentos con la misma seriedad arrogante que lo caracterizaba, ni siquiera se molestaba en dar las gracias a los empleados que se encargaban de servirles, no eran importantes, o eso creía hasta que notó que había una nueva empleada trabajando, quién con una sonrisa le dió los buenos días y le sirvió sus alimentos con mucho entusiasmo y felicidad, como si su vida estuviera lleno de momentos que la hacían reír.

Aquel momento se petrificó al verla, estudiando y aprendiendose de memoria cada una de sus facciones, resaltando su piel tenuemente morena, sus de color común pero que emanaban tanto optimismo como nunca había visto en una persona, sus labios de color melocotón resaltados por lo que parecía ser un brillo de labios discreto, así como su peinado infantil pero que la hacía lucir adorable a sus ojos.

Era hermosa.

Ni siquiera había notado cuánto tiempo se había quedado observándola, solo avanzó cuando los demás estudiantes en la fila comenzarom a apresurarlo y ella le dirigió una mirada apenada. Se regañó así mismo al saber que la había incomodado, pero simplemente le había resultado difícil ignorar aquella belleza que lo había cautivado.

Después de ese pequeño primer encuentro sus almuerzos se habían convertido en la parte favorita de sus días, siempre observando ese reloj en la pared del aula esperando a que el timbre o su profesor lo dejara irse de una buena vez y poder verla de nuevo.

Nunca le había dicho nada, siempre que pasaba frente a ella solía mantener esa imágen de chico frío y serio que lo caracterizaba, no sabía si podía considerar eso una forma de ligar pero si lo era algo le decía que no estaba funcionando, aún así agradecía que aún no había provocado el efecto contrario, ya que no había día que ella no le sonriera y le diera los buenos días como siempre, aunque le desesperaba porque era algo que hacía con todos, siendo que algunos estudiantes varones ya habían comenzado a tratar de sacarle plática y dirigirle sonrisas con intenciones que iban más alla de una amistad, estaba perdiendo. No solo eso, ella podía estar en riesgo, los chicos de su posición solo solían a acercarse a chicas como ella por mera atracción sexual, nadamás. Así que ante ese pensamiento un nuevo objetivo se le presentó, protegerla, la incógnita ahora era cómo hacerlo.

"Un mes para disfrutar"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora