ONCE

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—Tengo que volver —les avisó Olivia a las chicas. Ya había amanecido y ellas seguían en la Mesa de Piedra junto al cadaver—. Necesitan que una de nosotras esté allí, que relate todo.

Ellas asintieron.

—La guerra va a comenzar —dijo Susan—. Ten cuidado.

Olivia le dio una corta sonrisa. Entonces Susan y Lucy se levantaron y la abrazaron.

—Cuida de nuestros hermanos —le pidió Lucy—Y de ti misma.

—Cuida también de River, por favor —esta vez fue Susan—. Iremos en cuanto podamos.

—Lo haré, chicas. Suerte.

Ellas le desearon lo mismo y Olivia se volvió para comenzar a correr de vuelta al campamento.

Justo en ese momento, a kilómetros de ellas, un hipogrifo de color marrón y blanco surcaba el cielo hasta llegar al futuro rey Peter y Oreius, que estaban al frente del ejército. River se encontraba detrás, en la primera fila, portando una lanza.

Por su parte, Edmund estaba al final; en una roca junto con los arqueos y Castor, contemplando todo desde arriba. Él daría las órdenes para disparar.

El hipogrifo se colocó junto a Peter.

—Se aproxima —le dijo—. Con superioridad numérica en armas y tropas.

Aquello asustó a Peter.

—Los números no ganan batallas —le intentó animar Oreius.

—No, pero apuesto a que ayudan —respondió el muchacho.

Leopardos y rinocerontes miraban al frente, esperando a la llegada del ejército enemigo. También se encontraban entre ellos centauros, faunos, enanos...

En una roca, a lo lejos, subió un minotauro negro junto con su guadaña. Rugió y con ella indicó a los de atrás que se aproximaran.

Así se hizo visible el ejército de la Bruja Blanca. Y como bien había avisado el hipogrifo, les superaban infinitamente en número.

Entre ellos se encontraban gigantes, dispuestos a matar sin piedad. En el centro de las primeras filas, un carro llevado por osos polares transportaba a Jadis, vestida para la guerra. Estaba preparada para ganar.

Peter miró al frente, y después hacia atrás. Miró directamente arriba, hacia su hermano. Edmund asintió. Después, miró a River, que tenía la misma expresión que su hermano. Entonces Peter miró de nuevo a los enemigos y sacó su espada, la alzó, para dejar claro que la batalla comenzaba. Los narnianos gritaron con fuerza, aunque no salieron a allá carga.

—No me interesa tomar prisioneros —dijo la Bruja—. Matadlos a todos.

Sin embargo, el ejército de Jadis sí lo hizo, y con rugidos comenzaron a correr hacia Peter y los demás.

Peter no bajaba la espada ni daba la señal para atacar.

Su ejército se lanzó miradas de curiosidad, sin entender por qué se quedaban parados mientras el enemigo avanzaba por momentos hacia ellos. Edmund sacó también su espada.

Entonces, cuando el ejército de Jadis llegó a la mitad del recorrido, Peter bajó la espada y más hipogrifos salieron detrás de las montañas, sobrevolando a los narnianos, y con rocas en sus garras.

El ejército de Jadis miró arriba con desconcierto.

—¡Mirad el cielo! —gritaba el general—. ¡Cuidado!

Pero los hipogrifos ya habían comenzado a soltar las rocas contra los monstruos. Muchas de ellas cayeron mortalmente sobre los soldados. Estaban conmocionados.

Living in Danger |Peter Pevensie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora