Living in Danger |Peter Pevensie|

DIECIOCHO

El plan entonces fue acercarnos al castillo de los Telmarinos, y primeros, ir reduciendo el número de sus guardias sin que los de dentro se enterasen. Entonces; Peter, Caspian, Susan y Olivia entrarían dentro. Edmund les guiaría a los narnianos con una linterna para hacerles saber cuando debería entrar, etcétera.

—¿Qué te parece Caspian? —Le preguntó Olivia a Susan, para sonsacarle algo.

Estaban en una sala las tres chicas, mientras las dos mayores se cambiaban. Lucy tenía terminantemente prohibido ir con ellas a la invasión porque aún era pequeña.

—No sé... —contestó Susan—. ¿Por qué lo preguntas?

—Es apuesto —le dijo Olivia sin darle importancia, para ver su reacción.

Susan sonrió un poco. No pudo decir nada porque alguien llamó a la puerta. Las tres se giraron hacia ella, ya se habían vestido. Susan y Olivia se habían cambiado de vestido y estaban a punto de ponerse una armadura en el torso para mujer.

—Adelante —dijo Lucy.

Peter entró en escena, y miró a Olivia.

—Chicas, ¿nos permitís a Olivia y a mí unos minutos a solas?

Susan y Lucy se dirigieron miradas cómplices para después asentir y salir de la sala.

Olivia se puso nerviosa al segundo, Peter miró a sus hermanas salir y después miró a Olivia.

Peter estaba más alto, el pelo lo tenía un poco más largo y las cejas algo más oscuras. La mandíbula se le marcaba más y tenía un aspecto más maduro, pero sin perder su esencia aniñada.

Peter también la analizó durante unos segundos, antes de hablar. Ella también había cambiado un poco durante ese año, también parecía un poco más madura.

—Pensaba que no te volvería a ver —dijo él, aún a metros de distancia.

—Vivimos cerca.

—Y aún así nunca hemos coincidido en un año.

Olivia miró hacia abajo.

—Tampoco te preocupaste por verme —murmuró ella, un poco resentida. Después de lo que pasó, era demasiado orgullosa como para buscarlo ella.

—¿Sabes? —Dijo él, ahora acercándose lentamente—. Por una parte, pensaba: «Quiero olvidarla. Todo esto ha pasado porque no estamos destinados.» pero por otra sabía que tú eres la única persona en todo el universo que me podría hacer feliz.

Olivia suspiró, mirándolo a los ojos, sin saber qué decir. Aquella confesión la pilló desprevenida. Posó su mano en la mejilla de él, y Peter dejó que lo acariciara, cerrando los ojos, disfrutando del tacto.

—No te diré que no vengas —le dijo el rubio—. Sé que no servirá de nada. Pero quiero decirte que por favor, hazlo por mi, si las cosas empeoran, te irás si te lo ordeno.

—Depende de la situación —contestó ella, apartando su mano—. Pero lo haré. Si veo que es necesario. 

—Quería darte esto —Peter sacó un anillo de su dedo, y se lo tendió a Olivia. Los ojos se le abrieron como platos al cogerlo, al reconocerlo. Rozó sus dedos con la mano de Peter—. Creo que lo necesitarás.

Olivia se colocó el anillo de nuevo con una sonrisa que no pudo evitar formar. Su felicidad aumentó cuando la piel se le puso de gallina. La magia del anillo la había reconocido. Peter sonrió también al ver el rostro de la chica.

—Gracias —murmuró y le dio un pequeño beso en la mejilla—. ¿Dónde lo encontraste?

—Cair Paravel —Olivia abrió los ojos, sorprendida—. Está destruida pero la sala de los seis baúles estaba intacta. Todo está allí. Quise llevarme el anillo porque no era capaz de dejarlo allí.