Living in Danger |Peter Pevensie|

TRES

Esa noche, por la madrugada. Olivia no podía dormir. No paraba de pensar en su familia. No se sentía bien allí. Los Pevensie eran buenos con ellos, pero esa no era su casa.

Se encontraba llorando en su cama cuando escuchó una puerta abrirse cerca de la habitación de River y de ella. Escuchó unos pasos.

Frunció el ceño.

—¿River? —susurró. Nadie contestó. Estaba dormido.

Olivia se puso la bata color granate y las pantuflas para salir de la cama. Abrió la puerta y anduvo por el pasillo, siguiendo los pasos de aquella persona. Había una luz que caminaba por los pasillos. Debía ser alguien de los Pevensie.

El no poder dormir había abierto su curiosidad.

Entonces giró y encontró a Lucy con una vela. Iba a llamarla cuando la puerta de atrás se abrió. Edmund salió del cuarto de baño, atando su bata.

—¿Qué haces? —le preguntó Edmund.

—Es Lucy —le contestó—. Está andando por el pasillo.

Edmund comenzó a andar hacia su hermana, y Olivia decidió seguirlo.

—Lucy —susurraba Ed llamándola—. Vamos, Olivia.

Olivia trataba de seguir el paso rápido del chico. Entonces abrieron la puerta que daba a la sala del armario del que Lucy hablaba. Edmund y ella se miraron.

—¿Dónde estás, Lucy? —preguntó Olivia, preocupada. Edmund parecía divertirse.

Se acercaron al armario. Edmund seguía llamándola. Abrió el armario y miró a Olivia con picardía.

—Espero que no le temas a la oscuridad.

—Cállate —le espetó ella.

Entraron en el armario y quitaron de en medio unos abrigos, hasta que Olivia encontró una rama con hojas por el final.

—¡Edmund! ¡Mira! —le señaló la rama que tenía enfrente. El chico frunció el ceño y siguió andando, y se chocó con otra rama. Tratando de seguir andando, pisó a Olivia—. ¡Eh, me has hecho daño!

—¡Tú me has pisado a mi! —gritó él. Se empujaron a la vez y acabaron cayendo al suelo.

Se sorprendieron al darse cuenta de que los dos habían caído sobre algo blando, no sólido y duro. No se trataba de un suelo de madera. Habían caído sobre nieve.

Desde arriba veían un cielo, que no tenía nada que ver con un armario. Se levantaron, con las batas y el cabello llenos de nieve.

—¡Lucy! —exclamó Olivia dándose la vuelta—. ¡Creo que ahora te creo!

—¡Lucy! —volvió a gritar Edmund.

Los dos se miraron, sorprendidos. Era un paisaje precioso, pero hacía un frío increíble.

—Voy a buscarla —dijo Olivia. Edmund la paró con la mano.

—Voy yo, quédate vigilando.

Olivia parecía contrariada y quería responderle que ella también quería explorar, pero decidió callarse. Era su hermana, así que prefirió no decir nada.

Se quedó al lado de los abrigos del armario y se sentó en al fría nieve. No se escuchaba nada más que la nieve cayendo sobre el paisaje. Hacía frío, pero estaba tan impresionada que no podía evitar olvidarse de ese detalle. Miró su pelo, sobre el que caían copos de nieve. No pudo evitar sonreír.

Después de muchos minutos, Olivia comenzó a cansarse de esperar, así que se levantó y pensó que debía ir a buscarlos. Podía haberles pasado algo.