DIECINUEVE

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La vuelta a la tumba de Aslan fue triste y silenciosa. Nadie decía nada. Todos estaban demasiado consternados como para poder formar si quiera una palabra.

Caspian, River y Peter andaban los primeros, en silencio. Susan y Olivia caminaban junto a los centauros. Glenstorm sujetaba a Trumpkin, herido, en sus brazos.

Cuando llegaron a la entrada, los narnianos que no habían combatido en el castillo de los Telmarinos los esperaban. En sus rostros pudieron ver que la batalla había sido perdida. Algunos centauros sollozaron al ver que muchos de los suyos no habían regresado.

Cazatrufas miró a Lucy pasar corriendo por su lado hasta llegar a los reyes y al resto.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Lucy.

—Pregúntale a él—respondió Peter con furia contenida, señalando a Caspian con su cabeza.

—Peter —le intentó parar Susan.

—¿A mi? —preguntó Caspian, enfadado también. Los dos pararon y se miraron—. No ordenaste retirada cuando aún había tiempo.

—No, no había tiempo —decía Peter. En su voz se notaba el dolor de la pérdida de sus guerreros—. De haberte ceñido al plan, esa gente viviría ahora.

—¡Y si nos hubiéramos quedado aquí seguro que viviría!—le espetó Caspian.

—Nos llamaste tú, ¿lo has olvidado? —Le recordó Peter.

—Mi primer error —respondió con decepción.

—No —Peter negó con la cabeza, dándose la vuelta hacia la entrada del lugar—, el primer error fue creer que podías guiarlos.

—¡Eh!—gritó un enojado Caspian, e hizo que Peter lo mirara de nuevo.—Que yo sepa todavía no he abandonado Narnia.

—¡Vosotros la invadisteis! —Peter lo señaló con el dedo y las venas de su cuello se hincharon—. ¡No te mereces gobernarlos más que Miraz!

Caspian pasó por su lado empujándolo con fuerza, dirigiéndose hacia el interior.

—¡Tú, él, tu padre! —seguía gritando el rubio—. ¡Narnia está mejor sin vosotros!

Caspian paró en seco. Entonces soltó un grito de guerra mientras desenvainaba su espada, dándose la vuelta. Pero Peter fue rápido e hizo lo mismo con la suya, ambos se miraron, apuntándose con amenaza en sus miradas.

—¡Ya basta! —gritó River. Los dos lo miraron. River les señaló a Trumpkin, desfallecido en los brazos de Glenstorm.

Entre River y Edmund lo tumbaron en el suelo. Lucy corrió preocupada hasta él sacando el jugo de fuego de dragón de su cinturón. Se agachó junto a él al igual que Susan, River, Ed y Olivia y le dejó caer una gota del juego en la boca del enano.

Todos lo miraron con preocupación. Nikabrik se marchó con Caspian, pero Peter miraba a Trumpkin.

Entonces el enano dio un grito ahogado y abrió los ojos. Susan y Olivia se miraron con los ojos empañados y sonrieron a la vez.

—¿Qué hacéis ahí parados? —fueron las primeras palabras de Trumpkin, mirándolos—. Los telmarinos llegarán pronto.

Pero todos sonreían al verlo vivo.

Las tres chicas y Ed se levantaron. River miraba de manera extraña a Susan, dolido. Pero después se levantó también.

Trumpkin agarró la mano de Lucy y ella lo miró.

—Gracias, mi querida amiguita. —Lucy le sonrió con dulzura para después volver con su hermana.

Los Pevensie y los Kettleburn entraron en el interior del edificio en silencio. Susan y Lucy corrieron a sus habitaciones y River y Edmund fueron a la sala con los demás narnianos.

Living in Danger |Peter Pevensie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora