Capítulo 16: El comienzo del sentimiento

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Pablo

Andy entró corriendo, vi que había salido un momento y ahora su delgada figura se movía con rapidez entre los clientes, se metió al baño durante unos minutos y salió con la cara húmeda. Había tenido que cubrirla, siendo honesto me preguntaba cuál era la razón por la que había querido salir brevemente, me había perdido un poco de su vida con todo lo que estaba pasando, además también buscaba tiempo libre para estar con Lina; Andy no había hecho nada más que preguntar por la conversación de la otra noche, tuve que inventarme una mentira que ya no recuerdo sobre el por qué de mi interés con la casa hogar, supuse que se lo creyó porque no volvió a sacar el asunto a flote. 

—¿Estás bien? —pregunté cuando se acercó suspirando.

—Eh... sí —sonrió.

Entrecerré los ojos, algo no iba bien.

Discretamente la miré de pies a cabeza, casi me golpeo contra la pared cuando me di cuenta de ese detalle minúsculo que me alertaba; la camisa abrochada hasta el último botón.

—¿Con quién estabas? —traté de sonar casual.

Andy levantó la mirada, desconcertada arqueó una ceja.

—Con nadie, ¿por qué?

Le puse mala cara.

—No sé si te acuerdas, pero muchas veces antes te vi en el papel de ocultar las marcas de tu cuello —confesé, ella abrió los ojos sorprendida—. ¿Fue el de las flores o ya lo cambiaste?

—¿Por qué lo dices así? No tengo la costumbre de... Bueno sí, fue él —refunfuñó.

Suspiré.

—No te metas en líos, ¿quieres? —pedí—. Al menos si vas a ir en serio con este me gustaría conocerlo.

Ella arrugó la nariz con desagrado. Hablar de relaciones formales no era precisamente su tema favorito. 

—No voy en serio con nadie —espetó—. El compromiso no me va.

—Ajá.

—Es en serio, Pablo. Esa bobada no es para mí.

Entorné los ojos.

—Por tu bien, será mejor que no hables tan pronto.

Ella gruñó y me empujó suavemente quitándome de la caja registradora.

—Eres un fastidio —murmuró.

—Soy el hermano mayor que te hacía falta —sonreí.

—Ya. Largo.

Mi acción de retirarme quedó a medias cuando entró quien menos pensábamos, Andy de inmediato dejó ver su descontento. A nadie le agradaba esta chica, me era imposible creer que fuera hermana de Ingrid, ambas eran muy distintas.

Sabía perfectamente a lo que venía, así que sin más me dirigí a la cocina por Eros.




Mariand

—¡Oye! —exclamé sorprendida. Eros me había lanzado uno de los panes duros a la cabeza.

La verdad es que no me la esperaba, luego de la tensión y distanciamiento que había surgido entre ambos repentinamente, no creí que tuviera ese tipo de confianza. Pero no me quejé, parecía que intentaba estos últimos días en no perder el lazo que ya habíamos establecido. 

—Deja de decir tonterías —hizo una mueca tan suya.

—¿Qué tiene?

—¿Cómo demonios vas a decir que le gusto a... esa señora?

Tornado ©   [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora