🥀Capítulo 4

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La vida es algo subjetivo. De un momento a otro, puede acabarse, así, sin más. No importa cuando, donde ni como, la muerte siempre está ahí, esperando el momento de recibirte.
Hay mil formas de morir. Puedes ser asesinado, un suicidio, un accidente, alguna enfermedad, o simplemente, que ya seas demasiado mayor.
La vida es algo que jamás te deberían arrebatar. Es tuya, no pueden matarte.
Pero, yo no pensaba así. Fui educada para matar sin piedad.
Mucha gente dice nunca matar jamás, pero es mentira. Todos sabemos que si es necesario, lo haríamos.
Yo, en cambio, no me importaba matar sin necesidad. Al fin y al cabo, mi padre era Tom Riddle, ¿qué esperabais?
La primera vez que matas, siempre es duro. Te crees muy capaz de hacerlo y de seguir igual de bien mentalmente. Pero no es así. Sientes que eres una persona horrible por arrebatarle la vida, que es lo más sagrado de un ser vivo, a alguien.
Te sientes triste  y temes que alguien se entere de lo que has hecho. Eso les suele pasar a muchos asesinos. Todo puede comenzar perfectamente con una pelea. Puede que tengas una discusión con alguien, y llegues a tal punto de enfado, que coges lo primero que pillas y le das un golpe seco en la sien. Piensas "oh dios mío, ¿qué he hecho" y sabes qué debes llamar a la policía o una ambulancia, porque puede que aún siga con vida. Pero, sabes que tú lo has dejado en ese estado, así que, si llamas a alguien, te detendrán por intento de asesinato. Nada justifica que hayas intentado matar a una persona. Así que, te callas. Te aseguras de que está muerto porque si sigue vivo y escapa, te denunciará. Si está muerto, pues bien, y si no, buscas algo con lo que rematarlo. Te encargas del cuerpo, lo escondes, lo quemas, lo que sea, pero tienes que asegurarte de que nadie lo encuentre. Pero, quizá alguien viese algo, o te pillase,  así que, por miedo a que te delate, se convierte en tu segunda víctima. El miedo empieza a apoderarse de ti. Y entonces te das cuenta de que has arrebatado dos vidas. Una vez has llegado a ese punto, no temes arrebatar más con tal de mantener tu secreto oculto.
Probablemente muchos asesinos en serie conmenzaran así. Con un "accidente". Por un acto impulsivo.
Pero, no es mi caso. Yo mataba seres vivos por "diversión". Mi padre me enseñó desde pequeña a pensar que eso estaba bien. Que los que somos superiores como nosotros estábamos en el derecho de quitare la vida a quien quisiéramos.
Aún recuerdo la primera vida que quité.
Comencé con un pobre cervatillo. Mi madre lo había traído del bosque. Mi padre me hizo matarlo  dolorosamente.
¿Cómo puedes pedirle a una niña de 5 años que haga semejante cosa? Pues él lo hizo. Me obligó a hacerlo sin magia. Con mis propias manos. Agarré una navaja, y lo maté.
Jamás olvidaré los sonidos que emitía el animal.
Estuve 8 días llorando por el animal.
Tenía solo 6 años cuando maté a mi primera persona. Mi padre decidió que ya era hora de empezar a entrenarme para matar a personas humanas, no a simples animales.
Así que, me dio su varita (que él me había enseñado ya todo tipo de hechizos) y le lancé un crucio primero. Tras unos minutos de sufrimiento, finalmente le lancé el avada kedabra. Acababa de utilizar dos de las tres maldiciones imperdonables.

𝑫𝒆𝒔𝒕𝒊𝒏𝐨☘︎ | 𝐿𝑎 𝐻𝑖𝑗𝑎 𝐷𝑒 𝑇𝑜𝑚 𝑅𝑖𝑑𝑑𝑙𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora