🥀Capítulo 5

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Me miro al espejo. Me observo mi pelo recogido en un moño, poco convencida. ¿Desde cuándo me importaba a mi mi aspecto? No lo sé. Solo sabía que me empezaba a preocupar. Quería ir bien. Resplo y finalmente me dejo el pelo suelto.
Me pongo el uniforme y salgo por la puerta de mi cuarto.
Allí estaba Draco en la sala común esperándome. -hasta que al fin- dice rodando los ojos. Suelto un bufido. -Aún nos queda una hora imbécil- le digo y le hago un gesto con la mano para que se levantara del sillón en el que estaba sentado. -haber  por dónde empezamos?- pregunta. -vayamos primero al despacho de Dumbledore. Seguro que está ahí- le respondo.
Nos ponemos en marcha.
Para nuestra suerte, Dumbledore no estaba allí. -sorbete de limonada- digo. Las puertas se abren. Draco me mira arqueado una ceja. -tengo mis contactos.- explico sin más.
Pasamos adentro. Lo registramos todo en busca de un armario idéntico al que había en nuestra casa. Pero nada.
Me quedo parada, observando al fénix, quien estaba dormido.
-vamonos Jade, antes de que vuelva- advierte draco. Asiento, y salimos corriendo de allí. Pero, justo cuando vamos a salir, oímos a alguien hablando.
Era Dumbledore. Venía con el profesor Flitwick. Nos escondemos corriendo. Pasan al despacho sin vernos.
Comienzo a examinar todas las posibilidades que teníamos para escapar sin ser vistos.
Así que, se me ocurrió. Saqué mi varita y transformé a Draco en un hurón albino blanco, tal como me había contado que lo hizo Ojo Loco años atrás.
Me transformo en un zorro. Sí, así es, era una animaga. Mi padre se esforzó mucho para que yo lo fuese. Tardé un año entero para conseguir dominarlo a la perfección.  Y, así era, mi forma animaga era de un zorro rojo. Según mi tía Narcissa, era porque siempre fui astuta y escurridiza, pero, lo que no comprendo es por qué rojo, y no blanco por ejemplo. El caso es que era tan pequeña como un gato, más o menos. Eso me hacía pasar más desapercibida. Pero, los zorros son capaces de cazar presas más grandes que ellos, por lo que eso no era ningún problema.
Noto perfectamente la cara del hurón enfadada. Sonrío y muevo las orejas.
Empujo la puerta con mi cabeza silenciosamente, y salgo por el espacio que había abierto. Corro hacia el patio.
Dos minutos después veo que llega el hurón. Me vuelvo a mi forma normal, y lo destransformo. -¿¡por qué en hurón!? ¡¿eh?!- me grita enfadado. Me limito a reír y le guiñó un ojo.
-bien, a ver, dónde podría estar el maldito armario?- digo. -puede que en la sala de los menesteres. Vayamos- asiento y nos ponemos en marcha.

𝑫𝒆𝒔𝒕𝒊𝒏𝐨☘︎ | 𝐿𝑎 𝐻𝑖𝑗𝑎 𝐷𝑒 𝑇𝑜𝑚 𝑅𝑖𝑑𝑑𝑙𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora