Media noche
Porque su puesto en la tabla de Clasificación no era gracias a su talento innato. Porque realmente no tenía talento innato para los disparos o lanzar cuchillos o la lucha -tal vez verbal, pero no cuerpo a cuerpo.
Porque no empezó en lo más alto. Porque empezó escasamente a dos puestos sobre la línea roja, peligrosamente cerca de quedar fuera de la Clasificación.
Escuchó ronquidos y respiraciones pesadas. Y supo que era su momento. Se levantó de la cama, tomó sus botas en sus manos y salió corriendo del dormitorio.
Caminó por los vacíos y lúgubres pasillos de Osadía, completamente descalza, para no hacer tanto ruido. Entró en la Sala de Entrenamiento, el lugar estaba sumido en la penumbra de la noche, siendo iluminado escasamente en algunos lugares gracias a la luz de la noche que lograba colarse por algunas ventanas.
Hizo un breve estiramiento y calentamiento. Se acercó al saco que por ley le pertenecía, se quitó su chaqueta -arrojándola a algún lado de la Sala- y empezó a golpearlo.
Lo golpeaba porque sentía que funcionaba. Porque sentía que estaba practicando. Porque sentía que le servía para la Iniciación. O porque imaginaba que era su padre al que golpeaba.
Tal vez era la última opción.
No pasaron ni veinte minutos, cuando escuchó pasos a sus espaldas, intentó ignorarlos porque realmente pensó que habían sido obra de su imaginación y su falta de sueño.
Lo que no sabía era que Cuatro estaba pasando por allí para dirigirse a su departamento, y que, obviamente se había dado cuenta de la pequeña castaña con pecas que golpeaba un saco como si su vida dependiera de ello.
Golpeó el saco por horas, hasta que la luz que entraba por la ventana empezó a adoptar tonalidades anaranjadas y púrpuras, hasta que el saco empezó a moldearse alrededor de las zonas más afectadas por sus puños descuidados, hasta que el cuero oscuro empezó a teñirse de un tono carmesí.
Miró sus nudillos. Tenía cortes en ellos, y la sangre manchaba todas sus manos, incluso escurría por sus brazos hasta sus codos. Su sangre no era muy espesa, por lo que un simple corte generaba un enorme desastre rojizo.
No se alarmó, ni siquiera cuando vio su ropa con algunas salpicaduras de sangre. Porque realmente la sangre es escandalosa.
Se vistió con sus botas, y se puso la chaqueta, cubriendo sus brazos -y agradeciendo a Uriah internamente por haberle regalado dicha prenda, pues le lograba cubrir hasta las manos- salió de Sala, directo a los dormitorios.
( . . . )
—Dios, ¿qué te pasó?
—Oh... nada. Es solo la Iniciación, no te preocupes.
—¿Y contra qué demonios estás practicando? Mierda, pecas, te vas a quedar sin manos—, dramatizó dándole una mirada severa a la nombrada.
—Solo los sacos de la Sala de entrenamiento. Deja de ser tan exagerado.
—El Dramas—, la apoyó Lynn, señalando a Uriah.
( . . . )
Amarró su cabello en una coleta alta, incluyendo su castaño fleco, se quitó la gigantesca chaqueta negra con tonos grisáceos -tirándola a un lado, junto a sus botas y una botella de agua. Subió las mangas del buzo que estaba usando, hasta sus antebrazos.
Y empezó a golpear el saco.
Estuvo así unos largos minutos, hasta que sus muñecas empezaron a doler más de lo normal, y el dolor se propagó hasta sus antebrazos y a sus hombros...
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Young, Broke & Infamous || Tobias Eaton (4)
Fanfiction[Terminada] Cuarto libro de la saga: "Young, Broke & Infamous" Todo había regresado a la normalidad. El sistema de facciones se mantuvo, Erudición, Verdad, Abnegación, Cordialidad y Osadía. La ciudad se había sumido nuevamente en la calma que debió...