Cap. 9

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Pasaje de miedo: uno a uno

—Te pregunto algo.

—Seguro...

—Tu primer miedo. ¿Me lo puedes explicar?

Asintió, no muy convencida. Pero con ganas de contarle.

—El primero—, suspiró. Miró hacia ambos lados, asegurándose de que nadie los estuviera viendo. Apoyó sus antebrazos en aquel tubo metálico del puente que cruzaba el Abismo—. Cordialidad es una facción de hipócritas. Y los niños eran muy crueles. A mi madre la asesinaron hace muchos años, y... los demás niños siempre me gritaban... que realmente se había suicidado, que era mi culpa. Cosas así. Una vez me rodearon, como en la simulación, y empezaron a gritarme cosas; me desmayé y desperté al día siguiente en la enfermería, con Johanna culpándome de quién sabe qué; porque cuando algo malo sucedía siempre era mi culpa. Eso es todo.

—¿Y por qué está en la simulación...-? ¿Por qué crees que está ahí?—, se corrigió él mismo, recostando su espalda en el mismo tubo metálico. Ella giró su vista del fondo del Abismo, hacia él.

—No lo sé. Supongo que...- no lo sé—, bufó, encogiéndose de hombros.

—Los miedos que aparecen en la simulación no necesariamente son exactos—, empezó a explicar—. Si, ejemplo, hay un cristal en la mitad de la sala que te separa de tus amigos, no necesariamente temes que un vidrio gigante te separe de los demás, tal vez es el miedo a no encajar, al rechazo, exclusión...

La castaña suspiró, pasando sus manos por su cabello, desordenando el mismo. Pensó y rebuscó en su mente.

—Supongo que está ahí porque sentí mucho miedo ese día...- o tal vez lo que me daba miedo era lo que me gritaban. Me daba miedo pensar que podían tener razón—, se encogió de hombros, incorporándose. Recostó su espalda contra la barandilla metálica también, y se cruzó de brazos.

—¿Quieres hablar del segundo?

Ella pareció considerarlo seriamente. Y por unos segundo, el moreno se arrepintió de haber preguntado.

—Es la muerte de mi madre. Pero no sucedió así, como está en el Pasaje. Fue diferente—, aclaró para luego empezar a narrar brevemente—. No la encontrábamos por ninguna parte, yo fui al bosque, mientras Adam iba a los cultivos. Había unos arbustos, y yo escuché voces. Me acerqué... supongo que pisé alguna hoja seca o una ramita, y luego escuché un disparó. Eran líderes de Osadía, y uno de ellos le había disparado en mi madre—, hizo una pequeña mímica de tener un arma entre sus manos, disparándose a sí misma entre ceja y ceja—. Aquí, entre tu y yo, Cuatro, uno de esos soldados era Max—, el ojiazul la miró entonces, con una pizca de asombro, y otra más pequeña de lástima—. Como sea, ya sé lo que vas a preguntar...

—¿Ah, sí?

—Sí—, sonrió ella, chocando juguetonamente su hombro con el de él—. En la simulación parece que yo la maté. Que yo disparé, porque el arma está en mis manos. Porque ese es mi miedo, me aterra pensar que... si no hubiera pisado esa maldita hoja seca, si no me hubiera acercado, tal vez, ella no habría muerto. Me culpé por su muerte varios años, porque sentí que yo la había asesinado. Qué estupidez...

( . . . )

—¿Miedo a las arañas?—, alzó una ceja, burlón.

—Cállate, idiota.

—Vamos, pansycake, no te enojes conmigo—, Uriah picoteó el brazo de la castaña, con una mueca burlona.

—Bien, sí, me dan miedo las arañas, ¿y qué?—, rodó los ojos fingiendo molestia, aguantando la carcajada que se construía en su garganta.

Young, Broke & Infamous || Tobias Eaton (4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora