Siempre me sentí segura, tanto en mi casa, como en mi trabajo, como en mis relaciones, pero al llegar el invierno todo cambió y ya nunca más pude confiar a ciegas. Todo lo que creía conocer resultó haber sido mentira, ni si quiera conocía a mi padre como yo pensaba y al llegar esos ojos color primavera, temí, porque yo vivía en invierno y porque me advirtieron de sus peligros, aún así sucumbí y no me arrepiento
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