-Estás muy equivocado si piensas que te dejaré hacerlo -solté una risa, a pesar de todo el daño que le hice, todavía pensaba en que podía derrocarme.
-Probablemente, pero solo vine a advertirte, que tengas cuidado, no se te habrá olvidado que todavía trabajas en esto, y el jefe quiere respuestas, de porqué su perra más fiel no ha regresado.
-Cierra la boca o te mato aquí mismo -ya me había acercado lo suficiente como para que el perro se interpusiera entre nosotros, sus afilados dientes me hicieron retroceder. Franco solo se burló por mi actitud y desapareció de mi casa, a los segundos recibí un mensaje del jefe, quería que lo viera en seguida- maldición.
Después de lo que había pasado con Jeff y Jack, habían muchas preguntas que rondaban mi cabeza, en la vida hubiese pensado que tenían algo que ver, sin duda tenía que explicarme ciertas cosas. Me arreglé y escribí una nota para Sam, lamentablemente no podríamos vernos hoy, tenía cosas que solucionar.
Corrí hacia el edificio donde me encontraría con el jefe, tenía que ponerle fin a esto o no podría regresar nunca con mi familia, ni vivir tranquila por este desquiciado. Fui a su oficina sin importarme que estuviese ocupado, su secretaria a veces podía ser fácil de intimidar o sobornar en este caso.
-Alexandra, me alegro de que estés en una pieza -sonreía algo arrogante- pensaba que no volverías.
-¿Su plan era que no volviera? -solté irritada, cada vez iba descubriendo que siempre estuvo dentro de sus sucios planes que no volviera- y yo que pensaba que hacía un buen trabajo, pero cobardemente me dio un trabajo imposible solo para quitarme del camino.
-¿Qué cosas dices? No podría, es solo que, hay gente que tiene buenos ingresos y me sirven más que tú.
-Debió decirlo antes, pero le ahorro su mugroso trabajo. Renuncio -me acerqué para dejar con una rabia a flor de piel una pistola inútil que me habían dado cuando ingresé, siempre me dijeron que la utilizara en caso de emergencia, pero no venía conmigo, mis dagas eran mejor que esto. Estaba en la puerta para salir de la oficina y dos hombres me retuvieron.
-Espera un segundo, no hemos hablado del motivo por el cuál te llamé. Siéntela frente a mí -por mi contextura, no fue difícil que aquellos hombres me tomaran y dejaran en una silla frente a su escritorio, me afirmaban de los hombros para que no me levantara- ¿Por qué no nos dijiste que estabas ligada a la familia Duque?
-¿A la familia Duque? No sé a qué se refiere, no conozco a nadie de esa familia -intenté forcejear con ellos para que me soltaran pero fue imposible.
-¿No te suena el nombre de Jeffrey Duque? A mi me parece que si, solo que no quieres admitirlo -mi expresión de alarma le confirmó que si lo conocía- y si así es, ¿Por qué carajos no nos has dicho nada? ¿Sabes cuánto dinero posee su padre? Esto va más allá de problemas o no con el mundo, podríamos quitarle una gran cantidad, pero tú prefieres encamarte con su hijo, ¡y es más! Con el hijo mayor.
-¡Yo no tenía idea de ellos! Solo pasó así como así, no iba a delatarlo después de lo bueno que fue conmigo -mi voz temblaba un poco, intuía lo que venía, pero era algo que no quería escuchar.
-Te he dado los peces más grandes para que obtengas el dinero que me dijiste que necesitabas, eras de las mejores, pero ahora ¿esto? Pensaba que si te interesaba que tu familia estuviese bien y tu hermano pudiese salvarse -hizo una pausa, dramática a mi parecer, luego con malicia me miró- Te tengo tu último trabajo si quieres renunciar.
-Por favor no...
-Mata a Jeffrey Duque y te daré lo faltante para su operación -sus palabras resonaron en mi cabeza, un nudo se posó en mi garganta y ya no podía hablar, ¿Matarlo? No podría, pero aun faltaba dinero en mis fondos para esa operación, era una difícil decisión, él extendió nuevamente la pistola hacia mi, esperando que la tomara, pero con un poco de valentía la ignoré para quitarme las manos de los tipos y levantarme.
-Conseguiré el dinero de otra manera, renuncio, no me haga volver a repetirlo -caminé sin la oposición de aquellos hombres hasta la puerta, solo la abrí un poco cuando sentí el disparo del arma que había dejado, seguido de un dolor terrible en mi pierna derecha que me hizo caer, era la primera advertencia que me hacía, sabía que a la tercera me mataría -Aggh...deme tiempo...y lo haré, solo no dispare, lo entendí.
Aquellos hombres me llevaron a una enfermería que hay en el piso superior, había derramado suficiente sangre, pero pudieron parar la hemorragia, quitaron la bala y aplicaron algunos sedantes, después me dejaron a mi suerte en la salida del edificio con una advertencia. Esta vez tenía un trabajo mucho peor.
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Mi diario manchado en sangre
Short Story¿Qué pasa cuando la mejor sicaria de toda Arica se enfrenta a lo que parecía ser su mayor miedo? ¿Qué pasó con aquel niño rico que solía ser un despiadado descuartizador?