Capítulo 20

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-Desgraciado, sabía que la tenías aquí- soltó Jeff con una rabia incontrolable- Dame una razón para no matarte aquí mismo por haberla dejado aquí.

-¿Qué acaso se conocen? –Jack me miró y sus ojos transmitían confusión y enfado -¿La conoces Jeffrey?

-Es mi novia imbécil –esas palabras me sonrojaron, evité sus miradas, si seguía, todo estaría perdido.

-¿Cómo fue que supiste que estaba aquí?- me alarmé y miré a Jeff, si le decía que tomé su teléfono y lo llamé, me descubriría.

-Siempre supe lo que hacía, su trabajo, sabía que el último sujeto en su lista era el narcotraficante más peligroso del país, no fue difícil saber que estaba aquí, al momento de que se demoró en llegar a casa, de hecho no llegó, querido hermano, semanas y no llegó, pero yo sí, así que nos vamos –caminó hacia mí y me levantó en sus brazos para luego salir de aquella habitación. Vi que Jack nos seguía con una sínica sonrisa, solo se detuvo a unos metros del auto de Jeff.

-Pues bien, llévate a tu linda perra, ¿ya sabes que se acostó conmigo antes de abrirte las piernas a ti? –lo que pasó después fue tan repentino que no lo puedo explicar. Jeff me dejó en el asiento del copiloto y con una agilidad se volteó para propinarle un golpe en la cara a Jack, que cayó sin oponerse.

Este no se levantó en unos minutos, varios de sus guardias acudieron a él, apuntando a Jeff con sus armas. Con un movimiento de su brazo cayeron todos los que estaban a su alrededor en un charco de sangre. Se acercó a Jack con una mirada desquiciada a este que se apaciguaba el dolor del rostro debido al golpe.

-Ahora hazme caso por una maldita vez en tu vida querido hermano, quítate de mi camino, si me entero de que vas por Alex nuevamente, te mataré y te agregaré a mi colección.

-No puedo creer que aun seas un desquiciado Jeffrey, papá no debería darte su empresa. –Jeff rio.

-¿Y qué te la ceda a ti? No me hagas reír –su sonrisa se desvaneció en un segundo y volvió a golpear a Jack, este no volvió a reaccionar.

Desde el auto vi todo, estaba temblando, lo que pasó en estos 5 minutos es algo que no puedo procesar. Jeff empezó a caminar al auto, empecé a preguntarme si era bueno estar a su lado, ya me demostró lo peligroso que puede llegar a ser, ¿Será así conmigo? Al parecer vio mi cara de espanto y se apresuró en subir, para luego romper en llantos en mis brazos.

-¡Por fin te encontré!- estuvo así un rato, no dejaba de sollozar y decir que lo sentía, por llegar tan tarde, por todo lo que tuve que ver, por todo lo que pasé.

Todo el viaje a casa lo dormí, no me di cuenta cuando ya estaba de nuevo en mi cama, olía a comida recién hecha y había música agradable que venía de abajo. Ya bien despierta fui directo a darme una ducha, al volver, tomé lo más simple que pude encontrar de ropa y me vestí, que bien se sentía volver. Bajé, en la mesa había un arreglo de rosas blancas, en la cocina estaba la comida, lista para servirse, pero no vi a Jeff.

-¿Es mucho? –De mis espaldas salió su voz, no pude evitar asustarme- te dejé dormir lo necesario, en el viaje no despertaste con nada.

-Lo siento –me sonrojé- es solo que me relajé por el hecho de que ya veníamos a casa.

-Te preparé de comer –besó mi frente- come todo lo que quieras, yo debo ir por unos asuntos, ¿no te importa quedarte con Samantha?

-¿La llamaste? –reí y él también.

-Sí, no fue fácil encontrar su teléfono pero le dije que viniera, de hecho debe estar por llegar. No tardo, ¿espérame si? –asentí y lo abracé para luego ver que se iba.

Encendí la televisión y me preparé un plato de comida, era bueno estar de vuelta, no pasó mucho rato desde que Jeff se fue que tocaron la puerta y sentí unos ladridos, me alegró saber que Galleta venía a verme también.

-Eres tan puntual que me impresionas, bienveni...-una mano salió de la nada y tomó de mi cuello mientras un perro robusto gruñía cerca de mis piernas- si...sigues con vida...maldito.

-Veo que ese narcotraficante no fue lo suficientemente valiente para deshacerse de ti asquerosa rata- Franco sonreía con arrogancia- no me digas que se enamoró y por eso te dejó vivir. Eres una cualquiera- me arrojó al suelo.

-¿Qué...quieres? –me costó un momento el reponerme y colocarme de pie, estaba claro que no se iría tan fácil.

-Hasta que no te vea completamente arruinada no te dejaré, tu último jueguito casi me mata, pienso devolverte el favor.

Mi diario manchado en sangreWhere stories live. Discover now