Al despertar al otro día me sentía fatal, estaba desnuda en la cama y el gran estaba a mi lado durmiendo profundamente, también estaba desnudo. Sollocé, sentí miedo, asco, me sentí la peor. Lo miré, sus facciones son preciosas, su cuerpo, su altura, ¿Por qué habrá elegido este camino? No fue rudo conmigo anoche, creo que se dio cuenta de que todavía conservaba mi virginidad, podría decir que hasta fue tierno pero el único problema es, que él no era Jeff. Limpié mis lágrimas y me dispuse a salir de aquella cama, pero una mano se posó en mi vientre y me devolvió a donde estaba, sentí un calor acogedor mientras unos brazos fuertes me abrazaban.
-Buenos días bella dama -depositó un beso en mi nuca, pero no me volteé ni hablé- ¿Cómo te sientes?
-Si te refieres a lo de ayer -empecé con un hilo de voz- me siento destruida, no puedo creer que me quitaras aquello que tanto guardé.
-Pensaba que ya eras experta en el tema, siendo una chica que elimina a hombres importantes, con más de alguno debiste haberte acostado -corrió un mechón de mi cara y se detuvo a mirarme, creo que esta era la primera vez que nos veíamos tan profundamente a los ojos, me sonrió y me abrazó luego- pues lo siento, supe desde el primer instante que no habías hecho nada con nadie hasta ahora, no quise ser rudo contigo, porque no te lo mereces, pero lo que si, no me gusta que me hagan enfadar, así que si no quieres que algo así vuelva a pasar, no me des problemas.
-¿Me dejarás ir entonces? -inocentemente pregunté, ya que lo tenía a mi merced, quizás podía conseguir que me liberara si jugábamos a su juego.
-¿Y arriesgarme a que le cuentes a todos donde estamos? No lo creo. -pellizcó mi nariz y luego me soltó, se sentó en la cama y se dispuso a vestirse- no creas que dejé ir a tus amigos sin más, fueron advertidos sobre este lugar. Si abren la boca, será su fin.
Vi como se vestía, como arreglaba su cabello, estaba impecable, nadie imaginaria que es uno de los narcotraficantes más peligrosos que existen, pero ahora que lo observaba bien, tenía un parecido a alguien, por el momento no pude deducir a quién. Mientras él entraba al baño, sigilosamente de su chaqueta busqué las llaves de la habitación, por mi mala suerte no estaban, pero si estaba su teléfono. Lo tomé y volví a la cama a cubrirme con las sábanas, dos segundos después salió todo arreglado del baño.
-Bueno mi bella dama, es tiempo de dejarte aquí por hoy, tengo mucho trabajo -tomó su chaqueta y se paró en la puerta- de ves en cuando vendré a visitarte, en los muebles hay comida, agua y tienes tu baño, nada te faltará.
-¿Cuánto tiempo me tendrás aquí?
-Hasta que me aburra de ti -sonrió con malicia y se fue. No se dio cuenta que no llevaba su teléfono, debía actuar rápido, o sino volvería a por el.
Busqué en lo más hondo de mi memoria para recordar el número de Jeff, o mi propio número ya que dejé mi teléfono en casa para que Jeff no me llamara durante la misión. Prendí el teléfono y pude acceder a los contactos. Fue ahí donde todo empezó a ponerse más confuso, entre sus contactos había un tal Franco, que espero no sea aquel que me dio tantos problemas, había uno que decía "Padre" y tenía una foto del contacto pero no podía distinguirlo, me desesperé cuando al bajar encontré un contacto que me llamó la atención y que decía "Hermano" con una foto, le puse marcar y de inmediato empezó a sonar la llamada. Pasaron dos segundos y contestaron.
-¿Diga? -se escuchó una voz que para mi ya era más que conocida. Empecé a llorar -¿Bueno?
-¡Jeff!
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Mi diario manchado en sangre
Short Story¿Qué pasa cuando la mejor sicaria de toda Arica se enfrenta a lo que parecía ser su mayor miedo? ¿Qué pasó con aquel niño rico que solía ser un despiadado descuartizador?