-¡Jeff!- grité entre lágrimas.
-¿Alex? -parecía extrañado, confuso, pero su voz de alarma se hizo presente- ¿¡Alex!? ¿¡Dónde estás!? ¿¡Por qué estás con el teléfono de mi...-no completó la frase, intentaba buscar las palabras adecuadas.
-¡Dime tú porqué no me habías dicho que este imbécil era tu hermano! ¿¡Cuánto tiempo más pensabas ocultarlo!? ¿¡Hasta que me matara!? ¿¡Por eso no querías que viniera!? -de la otra línea solo podía escuchar su respiración- ¡Dime algo maldición! Si sabes donde estoy y con quién ¿¡Por qué no has venido por mi!?
-Alex...es complicado...Jack no es fácil de tratar y yo..-le interrumpí.
-¡Al carajo si es fácil o no de tratar! Llevo aquí 4 días, no sabes por lo que he pasado, casi muero y...pensé que realmente sentías algo por mi.
-¡Claro que si!
-Si así fuese, habrías venido a por mi y quizás hubieses evitado que TU hermano me haya echo suya -corté y la rabia entró en mi. Lloré lo suficiente para que rato después al mirarme en el espejo mis ojos aun siguieran hinchados. No arrojé el teléfono contra la pared o me hubiesen descubierto, solo lo dejé en el piso, debajo de la cama, aparentando que se le cayó. Me vestí aunque no con mucho gusto, solo unas bragas y un suéter ancho y largo.
Di vueltas por la habitación buscando algún indicio que me pudiese dar la libertad, pero no había nada, no tenía armas, no tenía alguna armadura, nada. Pasé horas intentando algo, tanto así que la luz empezó a irse, ya estaba empezando a anochecer. "El gran" o Jack, así fue como Jeff lo llamó, no se había aparecido en todo el día, y espero que así sea hasta mañana. Encontré unas frituras en uno de los muebles y comí un poco sentada ahí en la cama, me puse a pensar en muchas cosas, es curioso pero últimamente los recuerdos de todos a los que dejé atrás no me dejan tranquila. Cierro los ojos y veo a mi madre, los abro y cierro nuevamente y veo a mi padre o a mi hermana, pero nunca veo felicidad o satisfacción en ellos. Abracé mis rodillas y ahí me quedé, esperando, por hoy no podía continuar, la luz se había ido y no quería encender las de la habitación, solo quería dormir, me sentía exhausta.
* * * * * * * * * * * *
A la mañana siguiente desperté por la luz que entraba a la habitación, hoy al parecer sería un buen día para quedarse en aquella habitación. Moví mis piernas y sentí una persona que estaba sentada por el borde, en dos segundos ya estaba sentada con el corazón en la mano y totalmente en guardia.
-Eras tu -dije en un suspiro tratando de calmarme- debiste haberme despertado si quería hablar conmigo.
-No te preocupes -dijo Jack- solo quería verte dormir, perdona si te asusté.
-¿Qué intentas hacer? -lo miré retadora- ¿Qué pretendes con todo esto? Se supone que eres el narcotraficante más temido, peligroso del país, y estás aquí a mi pies pareciendo un idiota y actuando como un oso de peluche -la sonrisa que llevaba en el rostro se desvaneció y la seriedad lo inundó, eso me asustó un poco, pero seguí- que no se te olvide que no me iré de aquí sin antes haber acabado contigo, así fue como me lo encargaron y soy fiel a mi palabra.
-¿Tú? -soltó una risa- ¿Una niñata que no supo aprovechar la primera ocasión para matarme? ¿Aquella que noquearon fácilmente y secuestraron después? ¿Aquella que es una gatita indefensa sin sus garras? -lo abofeteé- tus golpes me están hartando perra, pero aun no puedo matarte, aun necesito arreglar cuentas con alguien.
-¿No que ya tenías el poder suficiente? Que farsante -reí por lo bajo, cosa que no le gustó y se abalanzó sobre mi quitando las sábanas que me cubrían- bas..basta, suel..tame...
-¿Acaso no te dije que es lo que pasaría si volvías a molestarme?
Iba a hacerlo de nuevo, forcejeamos un rato pero cuando hubo quitado mis bragas pensé que estaba todo perdido.
-¡Jefe! -se oyeron unas pisadas que se detuvieron en la puerta de la habitación- su encomienda llegó, lo necesitan en la planta.
-Salvada por la campana -Jack me miró y sonrió con malicia mientras me dejaba y se iba a la puerta para cerrarla de golpe. Respiré más tranquila cuando se marchó, no quería pasar por ello otra vez. Volví a colocarme mis bragas y esta vez un pantalón, mi búsqueda tenía que seguir. Noté que no se dio cuenta de su teléfono, porque estaba en el mismo sitio que lo dejé, lo miré y recordé la conversación que tuve con Jeff y el dolor me volvió, me sentí traicionada, pero no dejaría que volviera a pasar. Estoy decidida a recibir una carpeta con su nombre y mandarlo a dormir, por haberme traicionado, y por romper mi corazón.
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Mi diario manchado en sangre
Short Story¿Qué pasa cuando la mejor sicaria de toda Arica se enfrenta a lo que parecía ser su mayor miedo? ¿Qué pasó con aquel niño rico que solía ser un despiadado descuartizador?