"Día 130. Estas últimas semanas han sido bastante peligrosas para mí. Todo comenzó ese día cuando Jeffrey se llevó a Franco al hospital. Horas después de que se lo llevara, volvió a mi casa para preguntarme que es lo que le había pasado, no tuve muchas salidas para poder hacerme una idea y explicarle algo coherente, no podía decirle que en verdad fui yo la que lastimó a Franco, quizás pensaría cualquier cosa sobre mí, cosa que no quiero. También estos días me ha llamado el jefe para indicarme que me tiene un trabajo nuevo y que me espera en el mismo café donde antes nos habíamos juntado. Espero no encontrarme una sorpresa cuando me entregue la carpeta, no me gustaría toparme con el nombre de Jeffrey."
Dejé de escribir y me alisté para ir a reunirme con el jefe y esperar a mi próxima víctima, estaba demasiado nerviosa, las calles cada vez se me hacían más cortas y cada vez veía el café más cerca. Estuve en la entrada unos minutos y luego pasé decidida a lo que me esperaba. Como esperaba, el jefe estaba en la misma mesa de la otra vez, me esperaba al parecer con dos cafés servidos, mi cara no era convincente al parecer porque su expresión me lo decía todo.
-No te ves muy bien Alex, ¿Todo bien?- me preguntó demostrando un poco de interés en mí.
-Solo tuve una mala noche, nada grave- me senté y le di un sorbo al café- ¿Quién es esta vez?
-Tenemos en la mira al narcotraficante que todo este tiempo ha estado haciendo las entregas de cocaína más grande del país, y nos ha amenazado como "empresa" a que debemos darle un mínimo de todas nuestras ganancias.
-¿Tiene razones para hacer eso?
-Claro que no, este sujeto solo quiere robarnos más de lo que nosotros podemos hacer.
-Que irónico- me reí- bien, ¿Algún dato a parte que deba saber sobre este tipo?
-Debes esperar a que llegue al país, por lo que dicen mis fuentes, está por cruzar por el Perú, lugar que nos acomoda bastante bien.
-Está bien.
Terminé mi café y me fui más aliviada sabiendo que no sería a Jeffrey a quien tendría que matar, pero en vez de eso tengo un problema algo mayor. Nunca me había tocado en mis expedientes de víctimas un narcotraficante, no niego que tengo un poco de miedo por lo que pueda pasar, por lo que sé, estos tipos tienen muchos guardaespaldas y me temo que no será tan fácil llegar a él.
No quise irme de inmediato a mi casa, guardé la carpeta con los datos en un bolso que traía conmigo y me fui a una librería que había allí cerca. Mis nervios aún estaban un poco de puntas y ese lugar era el único que me tranquilizaba.
Curiosamente cuando entré a la librería, al final vi a una chica que estaba de espaldas a la puerta por la cual yo había entrado, en sus manos sostenía un libro que a mi vista me parecía conocido, y también la chica que en ese momento se había dado vuelta.
-¿Samantha?- pregunté mientras veía a la chica que alguna vez fue mi amiga, no sé si con el tiempo que ha pasado nuestras diferencias se hayan ido.
-¿Alex? ¿Eres tú? Pensé que no te vería más-me dijo algo entusiasmada y me abrazó muy fuerte- te extrañé.
-Y yo a ti Sam- le correspondí el abrazo, desde hace mucho que no la veía, era mi mejor amiga antes de que me fuera de casa, ella es la única que sabe porque hui y es hasta ahora la única que sabe en qué me he convertido en realidad.
-¿Qué haces por aquí? Pensé que estabas en...bueno, ya sabes, "tu trabajo"- hizo las comillas con sus dedos.
-La verdad es que de allá vengo- le confesé y nos sentamos en uno de los sofás que había en la librería- pero créeme que me ha tocado un trabajo algo difícil y estoy con los nervios de punta.
-¿Quién es esta vez?
-Un narcotraficante.
Pasé toda la tarde con ella en la librería, ya eran las 5:30pm cuando me percaté que tenía que irme a mi casa. Todos los nervios que se me habían presentado en la tarde se fueron y ya solo podía descansar. La tarde se había puesto algo fría, algo raro para una solitaria tarde de Agosto, estaríamos próximos a entrar a primavera, pero aun así el invierno seguía dejando sus huellas.
Llegué a casa y dejé mi bolso en el sofá, subí a mi habitación y me estiré en la cama, me puse a pensar en cómo lo iba a hacer para este nuevo trabajo. Mi diario tiene manchas de ejecutivos, bancarios, de algunos asesinos y violadores, pero no de narcotraficantes, hasta ahora es mi mayor desafío. Mi miedo es el no acabarlo como se me indica, y que en vez de eso yo sea la que termine acabada, o quizás no es tanto el miedo a morir y es más el terror del dolor físico que me puedan provocar, o solamente que me descubran y me obliguen a ser una esclava tanto en lo normal como en lo sexual.
Dejé mis pensamientos de lado, vi la hora, 6:15pm aún era temprano, pero yo no quería seguir, así que me dormí para poder despertar al otro día. O bueno, ese era mi plan.
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Mi diario manchado en sangre
Short Story¿Qué pasa cuando la mejor sicaria de toda Arica se enfrenta a lo que parecía ser su mayor miedo? ¿Qué pasó con aquel niño rico que solía ser un despiadado descuartizador?