Capítulo 33

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ESTE CAPITULO CONTIENE ESCENAS CON CONTENIDO PARA ADULTOS. SE RECOMIENDA DISCRECIÓN.

-Ya envié a alguien para que le hicieran saber a Carter que su esposa se quedará esta noche aquí- comentó Sebastián mientras comenzaba a desabotonarse la camisa y miraba a Diana con reproche. 

Diana detectó el cariz de sus ojos en un instante.

-Sebastián, por favor- le imploró con la manos juntas- no te enojes conmigo. Tenia que hacerlo.

Sebastián detuvo el movimiento de sus dedos, con la camisa a medio desabrochar. Se acercó a su esposa que se encontraba sentada en medio del colchón de la habitación de él. Su expresión de suplica combinada con el camisón suave y delgado, su piel tan blanca y su cabello suelto, tan lustroso y largo hacían una combinación letal. No podía enojarse con ella. No en esas condiciones.

Se sentó junto a ella, con un suspiro apesadumbrado.

-No estoy enojado contigo cariño- le tomó una mano con la suya mientras que con la otra le acarició la barbilla y la mejilla con el dorso de los dedos- es solo que esto nos va a traer problemas- se quedo pensando un momento- aunque por ayudar a una mujer buena e inocente bien vale la pena- se encogió de hombros y le lanzó una sonrisa reconfortante.

-No podía permitir que se fuera así. No después de que me contó lo que sucedió. Había escuchado que ese tal Callum no era la persona más simpática del mundo pero esto es una villanía. Es una abominación que abuse de su mujer de esa manera.

Sebastián asintió. No podía negar lo que su esposa acababa de decir. Era cierto. Un hombre que golpeaba a una mujer resultaba repugnante, fuera su esposa o no.

-Debo hablar con él...

Diana negó rápidamente con la cabeza.

-Yo...

-No- le tapo la boca con su mano- no puedes decir nada. Claire me lo confesó pero fue muy insistente en que no quería que nadie se enterara al respecto y quiero respetar eso. Te lo dije a ti por que creo que es un error guardarte un secreto así, además como demonios iba a justificar su presencia en nuestra casa...

Sebastián separó suavemente la mano de ella de su boca y le beso la palma con amor.

-Lo se. Por favor no quiero que te alteres por esto- la miró con atención a los ojos.

-No quiero que le vuelva a hacer daño. Ella...no se...me parece una buena persona...yo...-Sebastián sonrió con admiración.

-¿Que?- le preguntó Diana con confusión- ¿tengo algo en la cara?- se palmó el rostro.

Sebastián sonrió aun más y bajo la cabeza un momento solo para volver a levantarla y mirarla con algo muy parecido a la devoción.

-¿Recuerdas aquella vez que enfrentaste a Celeste para defender a las chicas Fox?- susurró.Diana lo recordaba bien. Estúpida Celeste, pensó Diana con molestia.

-Si, lo recuerdo- lo miró con inocencia- ¡No fue mi culpa! ¡Ella empezó! si no hubiera sido tan grosera yo no me hubiera visto obligada a intervenir.

Sebastián se acercó más a ella y comenzó a besarle la mejilla, bajando hasta llegar a su cuello.

-No tienes que excusarte por nada cariño. No sabes lo orgulloso que me sentí al verte defender a esas chicas. Me encanta que estés tan dispuesta a dar la cara por los que quieres.

-¿En serio?- preguntó suavemente mientras le rodeaba el cuello con los brazos y lo acercaba más a ella- cualquier se hubiera sentido avergonzado la verdad. Hubieran pensando que su mujer los estaba humillando con esa clase de comportamiento rebelde.

La apuesta del marquésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora