Capítulo 32

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Una semana después...

Viéndose al espejo comprendió que seria difícil ocultar el labio partido. Se veía francamente horrible. Una lagrima resbaló silenciosamente por su mejilla.

-Eres en verdad patética- soltó Callum con molestia- tengo muchos problemas y no por eso ando llorando por todas partes como un tonto.

Claire solo había intentado preguntarle que era lo que lo tenia tan angustiado desde que había regresado. Pero lo que había obtenido a cambio había sido gritos y un revés que le había partido el labio. Se sentía tan estúpida. No entendía como había llegado a sentir compasión por un ser tan despreciable como su marido.

Se levantó de su tocador y comenzó a caminar hacia la puerta.

-Si me disculpas...

Callum se adelantó tomándola del brazo con mano de hierro.

-¿A donde vas?- le preguntó en un tono bastante extraño. Era como si la odiara y al mismo tiempo estuviera preocupado por ella.

-Pensaba dar un paseo por los jardines- le susurró.

Callum la soltó.

-Muy bien. Y espero que cuando regreses hayas parado de llorar como una niña ridícula.

Claire salió de ahí lo más rápido que pudo. Una vez fuera de la casa, comenzó a caminar entre la hierba del jardín hasta que se dio cuenta que eso no era realmente lo que deseaba hacer. Quería platicar con alguien, sentirse en compañía de alguien que pudiera animarla, protegerla...y el rostro de Gilbert fue lo primero que le vino a la cabeza. Se sentía mal por pensarlo de esa manera pero no podía evitarlo. Pero sabia que Gilbert exigiría justicia por el maltrato al que su marido la sometía y no quería problemas. De pronto recordó las palabras de Diana. Había algo en ella que le decía que podía confiar en ella. Sin pensarlo dos veces comenzó a caminar a la mansión de su señoría, el marques de Hastings.


                                  ***
Gilbert se paseaba por la habitación con paso intranquilo. Tenia cosas que arreglar con Sebastián relacionadas a la propiedad pero le molestaba no poder enfocarse por completo en sus tareas cuando estaba preocupado por Claire. Llevaba en ese estado desde el día de la boda. Ese fatídico día en el que había decidió seguir sus estúpidos instintos y dejarse llevar por lo que sentía por ella.

Sus pensamiento cesaron de manera repentina cuando se escuchó la puerta abrirse y Sebastián entro. Todo hubiera resultado normal de no haber sido porque tenia el pelo revuelto y la boca algo enrojecida.

-Gilbert- hizo un leve movimiento de reconocimiento con la cabeza hacia el administrador mientras una sonrisa difícil de disimular iluminaba su rostro.

-Hola...- se limitó a decir este, mientras la sospecha se formaba en su mente y una sonrisa maliciosa aparecía en su boca- veo que alguien se ha estado divirtiendo mucho últimamente...

Sebastián le lanzó una mirada severa a su amigo.

Gilbert levantó las manos en gesto conciliador.

-Perdón, no quería propasarme. Es solo que...- miró de nuevo a Sebastián quien miraba unos papeles que había tomado del escritorio, su sonrisa había retornado más amplia que antes- hay algo diferente. Es como si de repente fueras diez veces más feliz. No se como explicarlo...

Sebastián caminó hasta llegar al asiento detrás de su escritorio y se sentó con un suspiro satisfecho.

-No diré nada- se limitó a decir pero parecía que se fuera a echar a reír de un momento a otro.

La apuesta del marquésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora