Capítulo 9

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HOLA DE NUEVO CHIC@S!!! DISCULPEN, CON TODO LO QUE ESTA PASANDO ULTIMAMENTE, NO HABIA TENIDO SUFICIENTE TIEMPO PARA ESCRIBIR PERO AQUI ESTOY DE NUEVO Y LES INFORMÓ QUE EN UNOS MOMENTOS MÁS PUBLICARÉ OTROS 2 CAPITULOS MÁS. AQUI LES DEJO EL PRIMERO DE ELLOS. ESPERO LO DISFRUTEN! NO SE OLVIDEN DE COMENTAR Y VOTAR ;)





Había llegado el gran día. Todo estaba listo. La capilla estaba adornada como un hermoso jardín. La fragancia de las diferentes flores inundaba el ambiente. Los únicos presentes eran la condesa, Emily como la dama de honor, la familia Fox y James que se encontraba al lado de Sebastián, esperando de pie en el altar. Eso sin contar al ministro y por supuesto el violinista y la soprano que se encontraban en uno de los laterales de la estancia, preparados para la entrada de la novia.

Todos se pusieron de pie cuando las pesadas puertas de la entrada se abrieron y la novia, apoyada en el brazo de su padre, hacia su entrada triunfal. El violín comenzó a tocar, guiando el paso de la novia hacia el altar.

A Sebastián se le cerró la garganta con emoción disimulada mientras veía a Diana acercarse. Nunca la había visto tan bella como en esa ocasión. El vestido con mangas abultadas y corsé resaltaba su figura perfecta mientras que su cabeza se veía adornada por una delicada diadema de diamantes y el hermoso velo que le cubría el rostro.

James soltó un silbido bajo, ganándose una mirada un tanto reprobatoria del ministro, que lo había escuchado aun por encima de la música.

-No se si felicitarte o meterte un tiro aquí mismo y ocupar tu lugar- soltó  mientras contemplaba a Diana con franca admiración.

-Y esto es solo el comienzo- soltó para si. A pesar de lo deslumbrado que se encontraba, casi estúpido diría él, no se engañaba ante la tarea titánica que pesaba sobre sus hombros. Pero a pesar de lo aterrado que pudiera resultar no se arrepentía. De nada.

Diana recorrió con paso lento pero seguro el pasillo, intentando no verse vencida por los nervios, que hacían estragos en su estomago. Esta temblando, sacudiéndose ligeramente. Su padre colocó una mano encima de la que le agarraba el brazo, intentando tranquilizarla.

No se que estoy haciendo, no se que estoy haciendo. Esto esta mal, muy mal...no podía dejar de repetirse en su cabeza mientras se forzaba a sonreírle a todos los presentes, debajo del velo. Las chicas Fox la miraron con enormes sonrisas cuando paso junto a ellas. Se habían convertido en amigas cercanas; era difícil no querer a chicas tan adorables.

Cuando la pareja por fin llego al pie del altar, Sebastián no despego sus ojos de Diana, que permanecía agarrada al brazo de su padre.

El conde se soltó con gentileza del agarre de su hija y tomó su mano, ofreciéndosela a Sebastián.

-Lo prometiste. Espero que cumplas. De todo corazón espero que lo logres- dijo August mientras unía las manos de los novios.

Diana miró con confusión a su padre y a Sebastián que asentía con gravedad ante las palabras del conde.

Cuando August se retiró y se posiciono al lado de su esposa , los novios miraron al ministro, en espera de que la ceremonia comenzará.

-¿Que fue todo eso?- le preguntó Diana a Sebastián en voz baja mientras el ministro comenzaba a hablar con voz tranquila pero fuerte.

-Nada- se limitó a decir el marqués.

-Ni se te ocurra mentirme Hastings. Ahora dime, ¿De que promesa hablaba mi padre?

-Me hizo prometerle que te haría feliz- la miró con seriedad- eso es todo.

Diana mantuvo la vista al frente, con los labios apretados. Todo aquello le sonaba a excusa, pero se dijo a si misma que lo averiguaría de un modo u otro.

La apuesta del marquésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora