Capítulo 8

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HOLA CHIC@S!!! DISCULPEN, LOS TRÁMITES PARA LA BECA CONTINÚAN Y EL TIEMPO NO ME ALCANZA XD AQUÍ LES DEJO EL SIGUIENTE CAPITULO. QUE LO DISFRUTEN!!!

Había pasado una semana desde el anuncio del compromiso y la inminente boda que tendría lugar una semana después. Diana se sorprendió de la poca sorpresa que había expresado su padre. Parecía alegrarse por la noticia pero en ningún momento se mostró inquieto por la rapidez del suceso ni mucho menos propenso a hacer preguntas. Algo que resulto muy sospechoso a ojos de Emily pero que no se atrevió a mencionárselo a su hermana, por temor a ponerla más irritable de lo que ya estaba en esos días.

La condesa Fairchild, como era de esperarse, estuvo a punto de desmayarse cuando se le comunico la noticia. Un mar de preguntas surgió de los labios de la dama antes de que el marqués hubiera terminado de explicarse a si mismo.

Diana, por su parte, no abrió la boca en toda la conversación. Estaba en una especie de trance, viendo como su vida cambiaba en un abrir y cerrar de ojos. Ayer había pensando que su soltería se prolongaría por tiempo indefinido y ahora estaba comprometida y sin escapatoria alguna. Lo único que le dio verdadero placer fue ver como las ilusiones de su madre de tener una boda digna del príncipe regente se vieron echas añicos cuando Sebastián le dejo en claro que la boda sería lo más rápido posible y que no esperaba más invitados que James. No era que no le gustarán las fiestas lujosas pero no se sentía capaz de disfrutar de esta en particular.

Para Sebastián, James siempre había sido la primera opción para cumplir con el papel de padrino porque aunque estimaba profundamente al duque de Astor, no se sentía capaz de tenerlo al lado en el altar. En su imaginación la mirada de Diana permanecía fija en Michael y no en él, que era el novio en cuestión. Aquello lo atormentaba. Decidió evitarse la pena y dejar el asunto en manos de James, quien aceptó encantado, no sin cierta conmoción inicial.

-Estoy tentado a preguntarte como lo hiciste- dijo James mientras ambos conversaban en la biblioteca de la residencia del marqués- pero la verdad es que tengo miedo de lo que me vayas a contestar.

-Solo se lo propuse y ella aceptó. No tiene nada de extraordinario- Sebastián se encogió de hombros.

-Para ser mi amigo, me subestimas de sobremanera. Puedo creer muchas cosas pero que la indomable señorita Fairchild te haya aceptado de buenas a primeras es algo que se escapa de mi compresión y para ser sinceros de la compresión de cualquier persona que se considere cuerda.

-¿Tan increíble resulta que le haya propuesto matrimonio a una mujer y ella haya aceptado en el acto?

-No, en realidad resulta algo tan obvio y tan esperado que roza el aburrimiento. No puedo pensar en una mujer común que se hubiera negado y no lo dijo por ti sino más bien por tu titulo- le lanzó una sonrisa burlona a su amigo- pero también soy consciente de que no todas la mujeres entran en esa categoría y una de esas mujeres es Diana, precisamente.

-¿Que quieres decir?- le preguntó el marques con evidente curiosidad.

-Seamos honestos. Tu relación con Diana es "cordial" si es que esa es la palabra indicada. Ustedes siempre parecen estar a punto de discutir, como si fuera inevitable pelear el uno con el otro. Si me lo preguntas, es algo fascinante de observar.

-No te lo pregunte- le contestó Sebastián, seco.

-Bueno, entonces tómalo como una observación astuta de mi parte- le contestó James, con un encogimiento de hombros- es como si ella pasará de la simpatía a la furia en un segundo...

-Espera- Sebastián lo miró algo incrédulo pero con un dejo de esperanza en sus ojos- ¿Simpatía dices?

-Si,simpatía, diversión...que se yo- movió la mano en un gesto elocuente- aunque admito que la mayoría del tiempo parece molesta contigo por alguna razón, el tiempo restante parece estarse divirtiendo.

La apuesta del marquésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora