Capítulo 36

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AMIG@S DISCULPEN LA TARDANZA. AQUI LES DEJO EL NUEVO CAPITULO. ESPERO LES GUSTE. LES INFORMO QUE YA TENGO EL SIGUIENTE CAPITULO LISTO PERO DEBIDO A FALLAS TECNICAS NO LO PUDE SUBIR AL MISMO TIEMPO QUE ESTE. ESPERO PUBLICARLO EN UN PAR DE DIAS. NO SE OLVIDEN DE COMENTAR Y VOTAR. XOXOXOXO.

Diana abrazo a sus dos hermanas, con fuerza y al mismo tiempo, en cuanto las vio bajar del carruaje. Después unos instantes que parecieron horas, se separaron con enormes sonrisas en sus rostros.

-No puedo creer que ya estén aquí- dijo Diana para luego soltar una carcajada y abrazarlas de nuevo- ¡Soy tan feliz!

-No creo que puedas estar más feliz que nosotras de verte así- Emily se separo y la señalo con ambas manos. Diana dio una vuelta y les lanzo miradas coquetas a ambas. Emily y Eve se rieron- tan hermosa, tan dichosa.

Emily sintió un alivio instantáneo al verla en ese estado. Había estado preocupada por ella cada uno de los días en los que habían estado separadas. No podía dejar de pensar en las dudas que le provocaba el matrimonio de su hermana con el marques pero después de ver su bienvenida supo que todo estaba bien. Mejor que bien. En realidad todo parecía estupendo. Sintió que la dicha la invadía. No estaba segura de que el matrimonio fuera lo más indicado para ella pero se alegraba al ver a sus dos hermanas mayores felizmente casadas.

-Este es un lugar precioso Diana- le dijo Eve, admirando la entrada a la mansión.

-En verdad lo es- confirmo Diana. No pudo evitar pensar que el lugar era bello pero palidecía al lado de su dueño. Sus ojos inmediatamente se dirigieron a su marido, el cual la miraba fijamente. Espero ver una sonrisa coqueta o una mirada llena de fuego pero detecto preocupación en su semblante.

Ese era el momento para dejarle claro que nunca amaría a otro hombre que no fuera él.

Se apartó un poco de sus hermanas para dirigirse a los dos hombres que se encontraban detrás de ellas. Primero vio a James con su cabello castaño revuelto y su sonrisa risueña habitual. Después sus ojos se centraron en la preocupación personal de su marido: Michael, duque de Astor.

Diana tuvo que admitir que seguía siendo un hombre sumamente atractivo. Su pelo negro, su piel pálida y sus ojos azules como los zafiros. Su porte exquisito y su figura le daban la apariencia de un noble en toda regla. Y aun a pesar de esa belleza tan impresionante le parecía que algo no...encajaba. Algo no encajaba en sus sentimientos. No había ni rastro de la atracción que sentía por él. Lo único que había en su interior eran un cariño fraternal y respeto por ser el esposo de su hermana mayor. Pero nada más.

James la saludo, besándole la mano para a continuación acercarse y darle un beso educado en la mejilla. Michael hizo lo propio, sintiéndose algo incomodo al principio. Pero en cuanto vio que los ojos de Diana no se despegaban de Sebastián, esbozó una enorme sonrisa. Aquel tonto había logrado enamorarla, pensó con cariño.

Mientras tanto, el marques libraba una lucha interior. Hasta cierto punto sabia que había sido una decisión acertada invitarlos pero los celos no eran buenos consejeros. Intento percibir algún indicio de que Diana se sentía exaltada, nerviosa quizá pero no encontró nada. Ese falta de reacción lo tranquilizo enormemente. Se sintió aun más seguro al ver que su esposa centraba su atención en él. Eso le dio licencia para comportarse como el anfitrión encantador que solía ser la mayor parte del tiempo.

Saludo a las damas con sendos besos y sencillos cumplidos que eran aun más halagadores que las expresiones afectadas, para a continuación mirar a Diana tranquilamente.

-Cariño, ¿Por qué no te adelantas con Emily y Eve? ahora las alcanzamos- le dijo para a continuación guiñarle un ojo.

Diana le sonrió, asintiendo.

La apuesta del marquésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora