Capítulo 4

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HOLA CHI@S!!! SOLO QUERIA DESEARLES UN FELIZ AÑO NUEVO Y QUE TODOS SUS DESEOS CUMPLAN Y SOBRE TODO QUE SUS PROYECTOS DE VIDA, TRABAJO, AMOR, SALUD SE HAGAN REALIDAD. ESPERO QUE SE LA PASARÁN MUY BIEN EN COMPAÑIA DE SU FAMILIA, AMIGOS, SU CRUSH, SU PERRO, ETC.

AQUI LES DEJO EL SIGUIENTE CAPITULO. ESPERO QUE LO DISFRUTEN! XOXOXOXOX

A Emily Fairchild siempre le había gustado el aire libre. Le gustaba muchísimo montar a caballo y sentir esa libertad que constantemente se sentía incapaz de sentir debido a su naturaleza tímida. Encima de un caballo se sentía capaz de ser quien era realmente: una mujer abierta, desinhibida, segura de sí misma.

Aquella tarde le había rogado a Diana que la acompañara a dar un breve paseo a Hyde Park. Diana no era aficionada a montar, pero ver la mirada suplicante de su hermana la hizo cambiar de idea. Se visto con el traje de montar y tomaron rumbo al parque, acompañadas por el conde August que había decidido unírseles a último momento.

Al llegar se encontraron con muchos otros jinetes, mujeres paseando con bebes o niños corriendo por los alrededores.

El día era simplemente esplendoroso. Nada más lejos del usual clima lluvioso. El cielo estaba despejado y el aire cálido envolvía el ambiente con el olor a pasto y árboles. Diana inspiró profundamente mientras alzaba el rostro hacia el cielo y cerraba los ojos. Estaba feliz de haber aceptado la invitación de su hermana. Eso era hasta que volvió a abrir los ojos y dirigió su mirada al frente.

Habría sabido quien era el jinete con solo ver el caballo. Un enorme semental tan negro como la noche. Se reprendió a si misma mentalmente al darse cuenta de que su corazón comenzaba a latir deprisa, casi nervioso. Casi.

-Marqués, un placer- dirigió una leve inclinación de cabeza hacia el conde que lo saludo de igual forma- ¿Como están señoritas? - les preguntó Sebastián dirigiendo sus ojos de Diana a Emily con cortesía.

-Muy bien Milord, es un placer verlo por aquí. Hace días que no nos encontrábamos- dijo Emily afablemente.

Diana la miró, algo extrañada. Su hermana no solía extenderse en explicaciones, pero siempre le había parecido que se sentía cómoda con el marqués. Cosa rara tomando en cuenta lo intimidante que podía resultar a veces.

-Es cierto. He tenido que atender negocios y tuve que visitar una de mis propiedades. El trabajo es implacable- contestó con una enorme sonrisa que solo iba dirigida a Emily.

De pronto, como si recordará que ahí estaba Diana dirigió su verde mirada a ella y la miró con gesto respetuoso, pero bastante serio.

Los sentimientos no sirven de nada se recordó Diana.

- ¿Cómo esta señorita Diana? - le preguntó con cortesía y una total falta de familiaridad.


Diana lo miró con el ceño fruncido. Ese era el mismo hombre que le había hablado de un extraño acuerdo matrimonial, el hombre que le proponía ser marquesa y la madre de sus hijos. ¡El hombre que entre bromas y amenazas le había pedido, no! exigido que le hablará de tu.

No supo qué clase de rabia se apoderó de ella.

-Muy bien Sebastián, ¿tu como estas? - le preguntó con una confianza pasmosa. Quería que le hablará de tu, bueno entonces lo haría. Sonrió con malicia mirando al marques, desafiándolo a que dijera algo.

Sebastián la miró con sorpresa, pero se recuperó rápidamente y de pronto como si hubiera estado esperando aquello le sonrió de una forma aún más resplandeciente que a Emily.

La apuesta del marquésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora