—¿Hiciste qué? —jadeo, alejándome. Inuyasha al menos tiene la decencia de parecer culpable.
—Mentí. Nunca te engañé. Me siento sin aliento. Sé que me debería sentir aliviada, pero no es así. Todo lo que he creído durante los últimos cinco años, que Inuyasha me engañó, que abandonó a Moroha, nada de eso es cierto. Y no sé cómo sentirme ahora.
—¿Por... por qué hiciste eso? Suspira y se pasa una mano por el cabello.
—Porque sabía que era la única forma en que me dejarías ir. Jesús. Las lágrimas queman la parte de atrás de mi garganta.
—¿Te querías deshacer de mí y me dijiste que te acostaste con otra mujer cuando no era verdad? —Mis manos cubren mi pecho, aferrándome al dolor de allí.
—No me quería deshacer de ti, kag. En ese momento pensé que hacía lo correcto.
—¿Mintiéndome?
—No fue como lo planeé. Comenzaste a hablar de nuevo de dejar Juilliard, y entré en pánico.
—¿De nuevo? ¡Esa fue la primera vez que hablé de dejar Juilliard! Sacude lentamente su cabeza, mirándome a los ojos.
—Lo habías estado insinuando durante meses. ¿Lo hice? Me encantaba estar en Juilliard, pero amaba más a Inuyasha. Estar constantemente lejos se hacía cada vez más difícil, eclipsando mis sentimientos hacia todo lo demás.
—Era difícil estar lejos de ti todo el tiempo —expreso en voz alta mis pensamientos—. Pero me hallaba dispuesto a soportarlo hasta que pudiéramos volver a la forma en que eran las cosas. Fuiste tú quien se alejó.—Es justamente eso. Las cosas nunca volverían a ser como antes. Nuestras vidas cambiaron y nos arrastraban en direcciones separadas. No podía permitir que abandones Juilliard por mí. No cuando no podía darte lo que merecías, todo de mí. Con el entrenamiento constante, las peleas y los regímenes estrictos en los que estaba, simplemente me parecía imposible. Y Naraku constantemente me molestaba sobre ti. Me decía que eras una distracción. Se metía en mi cabeza, diciendo que si quería lograr algo, necesitaba enfocarme solo en el boxeo. Después de cada vez que hablaba contigo por teléfono, Naraku me decía que no me concentraba. Que estaba distraído. Y tenía razón. ¿Recuerdas cómo me quedó esto? —Se toca la cicatriz en su ceja.
—Por supuesto que lo recuerdo. —Mis palabras son suaves. Inuyasha me vino a visitar durante un descanso que tuvo tras su primera gran pelea después de los Juegos Olímpicos. Estábamos en un club. Un chico coqueteó conmigo. Inuyasha vio rojo. Hubo una discusión. Se desató una pelea. El tipo agarró una botella de cerveza y golpeó a Inuyasha con ella. Nunca vi tanta sangre en toda mi vida, y había estado viendo sus peleas desde que tenía quince años. El médico dijo que tuvo suerte de no perder el ojo.
—naraku quería entonces que te fueras. Eso no fue tu culpa Lo sabía. Pero dijo que nunca habría pasado si no hubiera estado contigo. Dijo que estaba arruinando mi carrera por ti. Que tenía la oportunidad de cambiar la vida de mi familia, pero si continuaba así, eso nunca iba a suceder. Lo iba a arruinar todo. Se metió en mi cabeza, y lo permití. »Y estaba tan preocupado por ti todo el maldito tiempo porque te sentías infeliz con nuestra situación, y no había nada que pudiera hacer para arreglarlo o cambiar las cosas. Pude haber dejado de boxear y volver a casa, pero entonces, ¿qué habría hecho? ¿Trabajar en alguna fábrica de mierda por el resto de mi vida? Necesitaba el dinero para mantener a Sesshomaru, a los gemelos y a mi papá. Me hallaba atrapado, kag. Y tenía que ceder en algo.
—Y ese algo fui yo. Envuelvo los brazos a mi alrededor.
—Pensé que estarías mejor sin mí —dice en voz baja—. Pensé que, si sacrificaba mi propia felicidad dejándote ir, estaría haciendo lo correcto para mi familia. Me superarías. Seguirías adelante y tendrías esta increíble carrera como bailarina. »Pero luego, cuando te vi en el club esa noche, bailando en ese jodido podio, con ese imbécil tratando de toquetearte... —Exhaló con fuerza—. Se suponía que ibas a estar en un escenario con la compañía de ballet de Nueva York, por el amor de Dios. Justo allí y entonces, supe que la cagué. »Pero cuando vine aquí y me enteré sobre Moroha... Jesús. —Se agarra la nuca, reclinando la cabeza hacia el cielo oscuro—. Me rendí contigo, y todo fue por nada. Y, lo que es peor, perdí cuatro años de la vida de mi hija. No sé qué decir, de manera que no digo nada. Mi mente está analizando todo lo que me acaba de decir. —kag... —Dice suavemente mi nombre, haciendo que lo mire. Lo que veo ahí detiene todo pensamiento. Se acerca más a mí, dejando solo unos centímetros entre nosotros. Puedo sentir el calor de su cuerpo. Mi pulso comienza a acelerarse. —Dejarte ir fue lo más difícil que he tenido que hacer. —Su voz suena ronca—. Más difícil que ver como sepultaban el cuerpo de mi madre en esa tumba. Te amaba mucho, Paloma. Aún te amo. Jamás he dejado de amarte. Y he pasado los últimos cinco años extrañándote. Sus palabras tocan todas las partes magulladas en mi interior, como un bálsamo calmante. Pero no puedo dejar que se acerque. Es demasiado. Todo. El pánico se sujeta a mi pecho como un tornillo en un banco. Y, cuando estira una mano para tocarme, retrocedo, envolviendo los brazos alrededor de mi pecho.
—Es demasiado tarde, Inuyasha. Ahora somos personas diferentes. Yo soy diferente. Sacude la cabeza.
—Sigues siendo la misma. Todavía eres mi pequeña Paloma.
—Yo... no estás siendo justo. No puedes decirme estas cosas. ¿Y cómo se supone que crea una palabra de lo que dices? Admitiste que me mentiste sobre algo tan hiriente como engañarme.
—Es la única vez que te he mentido.
—Sinceramente, ya no sé qué creer. Todo lo que pareces hacer es lanzarme bombas y después alejarte, dejando que me haga cargo de limpiar el desastre.
—Cree en que te amo. Te deseo. Y no voy a ninguna parte.
—Hasta que desaparezcas para entrenar durante semanas para la pelea con Dimitrov. Borra el espacio que acabo de poner entre nosotros, y me hallo de espaldas contra la parte delantera del porche.
—No te voy a dejar a ti ni a Moroha, kagome. Estoy aquí para quedarme. Dondequiera que estén mis chicas, estaré. Port Washington ahora es mi hogar. Por eso me fui del hotel y estoy alquilando un apartamento. Mi corazón se tambalea y quiere alcanzarlo. Nunca mencionó que buscaba un lugar para alquilar. Simplemente asumí que se quedaría en el hotel hasta que tuviera que comenzar a entrenar para la pelea de Dimitrov. Está diciendo todas las cosas correctas. Haciéndolo todo bien. Absolutamente todo lo que deseaba hace años. Pero, ahora... ya es demasiado tarde. No puedo arriesgar de nuevo mi corazón con Inuyasha. Ahora tengo que pensar en Moroha. Me armo de valor, levantando las paredes, y me alejo del porche. Su cuerpo me sigue.
—Eso es genial. Por el bien de Moroha. Pero no me tengas en cuenta, Inuyasha. Porque no hay un nosotros. Ya no confío en ti. —Recuperaré tu confianza —contesta. Sacudo la cabeza.
—Es demasiado tarde.
—No, no lo es.
—No te engañes creyendo eso.
—No voy a renunciar a ti... a nosotros.
—Bueno, entonces vas a estar perdiendo el tiempo. Céntrate en nuestra hija, Inuyasha. Y olvídate de mí.
—No he podido olvidarte en los últimos cinco años, así que no veo que suceda alguna vez. Me alejo de él, dirigiéndome al porche, dando por terminada esta conversación.
—Vete a casa, Inuyasha. Lo escucho suspirar detrás de mí.
—Antes de hacerlo... en el bar, dijiste que querías hablar conmigo por la mañana. ¿De qué se trata? Me volteo hacia él, de pie sobre los escalones del porche.
—Creo que deberíamos decirle a Moroha quién eres realmente. Mañana, después de su clase de ballet. Una multitud de emociones cruza su rostro. Todas son buenas. .
—¿Estás segura? —comprueba. Asiento. —Gracias.
—Aún no me des las gracias. Primero veamos cómo va mañana. —Camino hacia la puerta, frotándome los brazos con las manos, evitando los escalofríos que siento al pensar en el día que viene y la noche que acabo de pasar. La noche que sigo teniendo. Mis pensamientos se han calmado un poco, y me detengo antes de abrir la puerta para preguntarle algo. Algo para lo que necesito respuesta.Cuando me doy la vuelta, lo encuentro todavía de pie en el camino de entrada, observándome.
—inuyasha... —Mi voz de repente resuena en el silencio—. Si no me hubieras visto en el club esa noche, ¿alguna vez... habrías regresado por mí? —Tengo que saber esto. Importa mucho. Baja su mirada. Mete las manos en los bolsillos, la punta de su bota patea la grava.
—No lo sé. —Sus palabras son susurros—. Quería volver. Dios, quería hacerlo. Simplemente... —Suspira y levanta la cabeza, por fin mirándome a los ojos—. Simplemente no sabía cómo hacerlo. A pesar de que anticipé esto, escucharlo aún duele muchísimo. Se me escapa un sonido de decepción.
—Y esa es la razón por la que nunca creeré una sola cosa que me digas, Inuyasha. Porque cuando amas a alguien, realmente lo amas, luchas por él. Peleas duro y sucio, sin importar lo que te cueste. Y ni una sola vez has luchado por mí. Y, con esas palabras de despedida, abro la puerta y entro, cerrándola firmemente detrás de mí
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Ruin (Adaptada) (InuKag)
FanfictionY el nuevo campeón mundial de los pesos pesados es... Esas son las palabras que Inuyasha Taisho ha estado esperando escuchar desde que se puso por primera vez un par de guantes de boxeo. Simplemente no pensó que vendrían con una tragedia que cambiar...