—¿Qué? —La palabra ruge de mis pulmones, forzándome a retroceder un paso—. ¿Una stripper? ¿Una maldita stripper? ¿Dijeron que soy stripper? ¡No soy stripper! ¡Era una bailarina go-go! ¡Ni una sola vez me he quitado la ropa por dinero! No es que tenga nada de malo, pero no lo he hecho. Y definitivamente no te oculté a Moroha. Se acerca a mí. Sus grandes manos envuelven mis bíceps.
—Lo sé, Paloma. Pero un imbécil inventó esta historia de mierda y la publicó.
—¡Eso es genial, joder! —Me aparto de su agarre, necesitando un poco de espacio. Camino hasta el borde del porche y enrosco mis manos alrededor de la barandilla, aspirando y exhalando varias veces. Inclino mi cabeza en su dirección—. ¿Pueden hacer esto? ¿Imprimir mentiras como esta? Me quiero dar una bofetada por preguntar eso. Por supuesto que pueden. La prensa es famosa por imprimir lo que les dé la gana, sea verdad o no.
—Lo siento —dice, sonando arrepentido.
—¿Por qué lo sientes? —Me enderezo, frente a él, con una mano todavía agarrada a la barandilla. Es como si necesitara el apoyo para mantenerme aquí, para no salir corriendo directo hasta la persona que publicó esta basura sobre mí y darles una patada en el trasero—. No es como si hubieras publicado estas mentiras sobre mí. No es tu culpa lo que está pasando. Emite un ruido de desprecio a través de su nariz.
—Cariño, todo lo que sale mal en tu vida es por mi culpa. Esto no es una excepción. No te habrían molestado si fuera un tipo normal. Es por lo que hago para ganarme la vida... lo que soy para ellos. Lo que significa que retorcerán cualquier cosa que puedan para hacer que una historia suene más jugosa. —¡Dios, me enfurece tanto! —gruño, con los dientes apretados—. ¡No puedo creer que puedan hacer esto! Y, ahora, la gente va a pensar que soy una stripper. ¿Y si los chicos de la escuela le dicen cosas malas a Moroha? Y... —Mis pensamientos están fuera de control.
—Todo va a estar bien, kag.—¡No, no es cierto! —grito. Pero no le estoy gritando a él, sino al imbécil que publicó esta historia—. No es tu nombre el que se está empañando. ¡Es el mío! —Le golpeo con una mano en su pecho, con lágrimas tratando de forzar su salida. Tomo mi celular del bolsillo de mi pijama y voy a un motor de búsqueda. Escribo mi nombre.
—¿Qué haces? —inuyasha se acerca.
—Descubrir exactamente lo que la gente dice de mí.
—Esa no es una buena idea. Intenta envolver su mano sobre mi teléfono, pero lo empujo.
—Lo tengo que saber. Mi página se llena de noticias, los titulares me gritan. "¡Inuyasha Taisho tiene una hija secreta!" Haz clic aquí para leer todo sobre su hija secreta y la stripper que le ocultó a su bebé. "Inuyasha Taisho y la stripper que tuvo su bebé y lo mantuvo en secreto durante cuatro años, hasta ahora". Haz clic aquí para la exposición completa. "Todo lo que necesitas saber sobre kagome Higurashi, la stripper y mamá de la hija de Inuyasha Taisho". Haz clic aquí para leer más. Hago clic en el tercer enlace. La página se carga, y lo primero que veo es una foto mía, una foto muy poco halagadora de mí bailando en un podio del club. Hay un poste, y lo estoy agarrando, con la cabeza hacia atrás, la pierna doblada alrededor. Llevo pantalones brillantes y un sujetador a juego. Parece que podría estar bailando en el caño. O desnudándome. —Jesús. —Gimo, mirando la foto, incapaz de mirar hacia otro lado. Inuyasha desliza mi teléfono de mi mano y de mi vista, y lo dejo. —No necesitas ver eso.
—Nunca me desnudé. —Lo miro con ojos suplicantes, sabiendo lo incriminatoria que es esa imagen.
—Ya sé. Pero, incluso si lo hubieras hecho, no habría importado. Lo que haces no es asunto de nadie más que tuyo.
—Lo sé. Pero... solo quería seguir bailando, y fue divertido. Si lo hubiera sabido nunca habría aceptado el trabajo. ¡Mierda! —grito. Sostiene mi cara en sus manos, me mira a los ojos.
—Y, si nunca hubieras aceptado ese trabajo, no te habría visto esa noche. No habría sabido lo de Moroha y no estaríamos juntos ahora. La puerta principal se abre de golpe. Inuyasha me libera, volviéndose hacia la puerta. Probablemente pensando lo mismo que yo, que es Moroha. Pero no lo es. Es la tía Kaede.—¿Qué demonios pasa aquí? —sisea—. Podía oírlos gritar desde arriba. Para su información, despertaron a Moroha. Tienen unos seis segundos antes de que esté aquí abajo.
—Mierda —susurro. Presiono la mano contra mi frente, girando hacia la tía kaede—. La prensa ha publicado una historia sobre mí. Dicen que soy stripper y que no le conté a Inuyasha lo de Moroha. Jesús, me están pintando como una madre terrible. —Las lágrimas de rabia llenan mis ojos. Honestamente, no creo haber visto a la tía kaede tan furiosa como ahora. Sus ojos miran a Inuyasha.
—¿Qué estás haciendo al respecto? Tienes gente, ¿verdad? ¿Pueden poner fin a esto?
—Pasé toda la noche tratando de detenerlo. Mi publicista sigue en ello y mi abogado está hablando con sus abogados. Pero no sé de qué servirá. Pharos dice que tienen información creíble y corroboración de la historia de gente que conoce bien a kag.
—Tonterías —dice la tía kaede, sonando tan consternada como yo.
—¿Gente como quién? —digo—. Nadie sabe de nuestra historia, de que no supieras de Moroha hasta hace poco. Bueno, aparte de nosotros tres parados aquí. Y Miroku, Sesshomaru y ayame.
—Que nunca hablarían con la prensa —afirma Inuyasha. Asiento.
—¿Tu padre? —Odio decirlo, pero hay que hacerlo.
—Está demasiado borracho para saber la hora del día. Apenas recuerda que tiene hijos, y mucho menos una nieta. Así que, eso deja...
—Bueno, koga lo sabe, pero...
—¿El comisario imbécil? ¿Le hablaste a ese imbécil de nosotros?
—Es mi amigo.
—A quien te follabas.
—inuyasha... —advierto—. Confío en koga, y sé que no haría algo como hablar con la prensa. Quiero decir, vamos. Está en las fuerzas de la ley, por el amor de Dios.
—¿Y eso qué significa?
—Que sabe que no debe hablar con la prensa. La risa despectiva que suelta me hace rechinar los dientes y me sorprende que la tía kaede no haya dicho nada.
—No puedo creer que estés defendiendo a ese imbécil —gruñe.
—¡No lo defiendo! —Levanto las manos, frustrada—. Solo sé que no haría eso. ¿Qué hay de naraku? Le encanta hablar con la prensa. A ese imbécil le encanta el sonido de su propia voz.—¿Por qué lo haría?
—¿Por qué no lo haría? Te ocultó la existencia de tu hija. ¿Por qué no mancharía mi reputación mientras está en ello?
—naraku no está al tanto de qué sé lo de Moroha.
—¿Todavía no te has enfrentado a él por eso? ¿Por qué diablos no? ¿Le tienes miedo? Levanta la vista y deja salir una risa incrédula.
—Sí, es eso, kag. Tengo miedo de hablar con Naraku. Podría matar al tipo de un solo golpe, pero sí, me aterroriza.
—Entonces, ¿por qué no le dices algo?
—Porque estoy tratando de ser inteligente al respecto por una vez. No es que no esté haciendo nada, porque lo hago. En secreto, estoy haciendo cosas, yendo a por el tipo donde realmente le va a doler, pero llevará tiempo. Pero sé que si voy a ver a Naraku pronto, pasaré los próximos veinticinco o cincuenta años en una penitenciaría estatal por asesinato. Y, por mucho que odie admitirlo, estoy contratado por el bastardo para mi próxima pelea. Así que, esquivar la cárcel y mantener mis ingresos son mis prioridades ahora que tengo que mantenerlas a ti y a Moroha.
—¡No necesito tu dinero!
—¡Y me importa un carajo! ¡Es tuyo de todos modos!
—Bien, vuelvan a sus esquinas, niños. —La tía kaede se interpone entre nosotros, con los brazos abiertos—. Estoy bastante segura de que toda la calle acaba de oír eso. Eso significa...
—¿Mami? —La vocecita de Moroha viene de la puerta, y mi corazón muere en mi pecho. Me giro hacia ella, y la mirada de preocupación en su cara me hace querer encontrar una máquina del tiempo, retroceder, y decirme a mí misma que me calle la puta boca.
—Hola, Moroha bebé. —Me acerco y la tomo en mis brazos. —¿Están peleando papá y tú?
—No —miento—. Solo estamos en desacuerdo. Ya sabes, como cuando April Sinclair y tú se pelean en preescolar. April es la mejor amiga de Moroha, y discuten como lo harían las hermanas.
—Quieres decil, cuando Apil toma los juguetes con los que estoy jugando, y eso me enoja.
—Sí, algo así, nena.
—¿Papá se llevó algo tuyo? Mi corazón. Mi virtud. Sí. Definitivamente tomó algunas de mis cosas y nunca me las devolvió.—No es que se llevara algo. Solo estábamos en desacuerdo en un tema. Inuyasha se me acerca por detrás, me toca el hombro con su mano grande y pone la carita de Moroha en la otra mano.
—Mamá y papá se enfadaron un poco el uno con el otro, y gritamos. Y lo sentimos.
—¿Se han dicho que lo sienten? Polque la señorita Maple dice que debemos disculpalnos cuando nos gritamos. La mano de Inuyasha en mi hombro se desliza hacia un lado de mi cabeza, y presiona sus labios contra mi cabello.
—Lo siento, Paloma. No debería haber perdido los estribos. Vuelvo mis ojos a los suyos.
—Yo también lo siento.
—Ahora pueden sel los mejores amigos —anuncia Moroha como si estuviera oficiando, y me hace sonreír.
—Pero eres mi mejor amiga —digo, fingiendo fruncir el ceño. —No seas tonta. Eres mi mamá. No puedes ser mi mejol amiga. — Se ríe, y mi corazón se llena de nuevo.
—Oye, Moroha. —La tía kaede viene y me la quita de los brazos, llevándola—. ¿Quieres ayudarme a hacer el desayuno? Se me ocurrió... waffles y tocino.
—¿Y jarabe de arce?
—Y jarabe de arce —accede tía kaede.
—Eres la mejol, abuela kaede. Podemos hacel waffles y tocino para mamá y papá también.
—Por supuesto, Moroha. Las veo entrar. Dejando la puerta principal abierta para nosotros. Inuyasha me gira para enfrentarme. Le miro a los ojos. —Lo siento —dice de nuevo—. Soy un imbécil.
—Sí, lo eres —concuerdo—. Pero yo también.
—No. —Sacude su cabeza—. Estás herida, asustada y lo manejé mal. Metí la pata otra vez. Las lágrimas me llenan los ojos. Me acuna la cara en sus manos. —Pero arreglaré esto, Paloma. Cueste lo que cueste. Sea quien sea a quien tenga que derribar. Haré lo que sea necesario para que esto desaparezca
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Ruin (Adaptada) (InuKag)
FanfictionY el nuevo campeón mundial de los pesos pesados es... Esas son las palabras que Inuyasha Taisho ha estado esperando escuchar desde que se puso por primera vez un par de guantes de boxeo. Simplemente no pensó que vendrían con una tragedia que cambiar...