Me paseo por el suelo, mordiéndome la uña del pulgar, mientras espero ansiosamente a que Inuyasha regrese de la clase de ballet con moroha. Durante su ausencia, me he mantenido ocupada limpiando la cocina. La clase de moroha terminó hace diez minutos, por lo que estará en casa en cualquier momento. Cuando inuyasha vino a buscarla hace una hora para llevarla allí, apenas hablamos. Simplemente me preguntó si aún seguía en pie lo de decirle a moroha después de clases. Y le dije que sí.
Ese fue el alcance de nuestra conversación. No hablamos de anoche. No puedo hablar de anoche. O pensar en alguna de las cosas que dijo anoche. Porque hoy es demasiado importante para que cualquier otra cosa se interponga en el camino. Solo le rezo a Dios para que moroha no tenga problemas con lo que vamos a decirle. Escucho que se abre la puerta y el sonido de moroha charlando con inuyasha. Entonces, ella grita:
—¡Mami! Esto es todo. Es hora de que la mujer se levante y le diga la verdad a mi niña.
—En la sala de estar —digo. Entra corriendo en la sala, con un torbellino rosa y volantes, y se lanza a mis brazos.
—¡Adivina qué! Presiona sus manitos en mis mejillas.
—¿Qué? —digo. inuyasha entra en la habitación, y mis ojos van brevemente a él. Lleva una sonrisa, pero puedo ver la expresión de preocupación en sus ojos. Intento mostrarle una sonrisa tranquilizadora, pero no creo que funcione.
—Tienes que adivinar, mamá. O no es divertido.
—Está bien, adivinaré. Pero tienes que darme una pista. Su naricita se arruga, y luego sonríe.
—Bueno. ¿Ves algo difelente sobre mí? —Quita sus manos de mi cara y extiende sus brazos. Veo la insignia clavada en su leotardo de inmediato, pero me hago la tonta. Inclino la cabeza hacia atrás y finjo examinar su rostro.
—Umm... bueno, no es tu cara porque se ve igual.
—Clado que sí, mamá. No seas tonta. No puedo cambiar mi cara. Ni siquiera me molesto en contarle las maravillas de la cirugía plástica.
—Bien. Porque amo tu cara bonita tal como es. Le beso la punta de la nariz y se ríe.
—Vamos, mami, ¡adivina! ¡inulasa adivinó mucho más lápido que tú!
—Oh. —Levanto una ceja juguetona, dándole a inuyasha una mirada burlona
—. ¿Es así? Bueno, no podemos permitir eso. —Pongo mis ojos sobre ella y luego le digo—: No serías la bailarina de la semana por casualidad, ¿verdad?
—¡Adivinaste! Soy la mejol bailarina de esta semana. La señorita Hannah dijo que mi primera posición era perfelta. Y dije que es porque he estado platicando en casa. Y dijo que voy a hacer una glan bailarina. Y yo le dije que igual a mi mami. La oleada de amor que siento por ella casi me deja sin aliento. Presiono mis labios contra su cálida mejilla y respiro su aroma.
—Estoy muy orgullosa de ti, moroha. —La abrazo antes de ponerla en pie—. Así que, inuyasha y yo necesitamos hablar contigo sobre algo, si eso está bien. Me mira.
—Está bien, mami. Tomo su mano y la conduzco hacia el sofá. Se sienta en el sofá, y yo me siento a su lado. inuyasha se sienta al otro lado. —Entonces, moroha... hay algo que inuyasha y yo tenemos que decirte.
—¿Tú y inulasa se van a casal?
—¿Qué? ¡No! —balbuceo. Mis ojos se vuelven hacia inuyasha. Él no se ve molesto por eso. En todo caso, está sonriendo.
—¿Por qué piensas eso, bebé?
—Polque shipo me dijo que su mamá tiene un nuevo amigo así como tenemos a inulasa, y ahora están casados.
—No, moroha bebé. inuyasha y yo no nos vamos a casar. —Sacudo suavemente la cabeza.
—Vale. Pero no me impodtaría si lo hicieras. Quiero a inulasa un motón. Me sonríe con dientes, y no puedo evitar sonreírle. Levanto mi mirada hacia inuyasha, y el nivel de emoción en su rostro casi me rompe. Trago saliva, componiéndome antes de intentar hablar otra vez.
—Entonces... moroha, ¿sabes que, como la madre de shipo se casó con su amigo, eso significaba que tenía un nuevo papá?
—Tommy tiene dos papás. No tengo un papá —le dice a inuyasha. No hay dolor en su voz. Solo una cuestión de hecho. Pero todavía es como una espada en el corazón. inuyasha se aclara la garganta.
—Bueno, ¿qué dirías si te dijera que yo soy tu papá? —Su voz es como la grava. moroha solo lo mira. Y mi corazón está prácticamente latiendo fuera de mi pecho.
—Entoces, ¿quieres ser mi papi?
—Bueno, moroha, yo soy tu papá. Ella vuelve sus ojos hacia mí, pareciendo confundida.
—¿Entiendes lo que te estamos diciendo, bebé?
—inulasa es mi papá.
—Sí, moroha bebé, inuyasha es tu papá. —Extiendo la mano y agarro la suya. Mira a inuyasha, que se ve absolutamente aterrorizado.
—Conozco a mi mamá desde siemple —dice—. ¿Por qué no te conozco desde siemple si eres mi papi? Jesús. La pena se apodera de mi corazón, y el dolor en los ojos de inuyasha casi me desgarra. Él toma su otra mano, envolviéndola con la suya.
—Es difícil de explicar, moroha. —Su voz es cruda con angustia—. Pero quiero que sepas que no quise no conocerte. No sabía... que... eras... —Está vacilando, y no sé si debería intervenir y ayudar o no—. moroha, si hubiera sabido de ti, entonces te prometo que te habría conocido desde siempre, al igual que tu madre.
—Está bien. ¿Está bien? —repite. Le sonríe, quita su mano de la mía y le da una palmada en la mano que sostiene la suya. —Está bien, inulasa. Bueno... demonios. Supongo que, a veces, es así de fácil para los niños. —¿Tengo que llamalte papá ahora en lugar de inulasa?
Se aclara la garganta.
—No si no quieres. Depende de ti cómo me decidas llamar. Ella mira su rostro por un largo rato, con la cabeza inclinada, reflexionando sobre ello.
—Cleo que te llamaré papi. Todos mis amigos en la escuela tienen un papi, y siemple quise uno. Así que, ahora, también puedo decidles a todos que tengo un papi. Las emociones chocan contra mí como un puñetazo en el estómago, me hacen llorar los ojos y obstruyen mi garganta. Lucho contra mis sentimientos y muestro una sonrisa cuando moroha se gira hacia mí. —¿Ya puedo tomar un bocadillo? —pregunta. Cierro brevemente los ojos, amando tanto a mi hija en este momento.
—Claro que puedes. Ve a cambiarte la ropa de ballet y tendré tu bocadillo listo para ti cuando bajes.
—Bien, mami. —Se levanta del sofá y luego se detiene en la puerta abierta—. ¿Puedo tener papas fritas?
—Sí.
—¿Y chocolate? Le daría la luna ahora mismo si me la pidiera. Aun así, me encuentro sonriendo.
—Está bien, moroha bebé. Pero eso es todo. Lo juro, los niños pueden oler la debilidad de sus padres y saber exactamente cuándo pedir lo que quieren.
—¡Eres la mejol mami! —canta—. Y tú también, inulasa, digo, papi. —Se golpea la frente con la mano, siendo tonta, y luego se va, tronando por las escaleras.
—Jesucristo —respira inuyasha, llevándose sus manos a la cara, cubriéndola y luego empujando hacia arriba por su cabello.
—Sí —exhalo—. Eso fue... mejor de lo que esperaba.
—Es increíble —dice, sonando atónito.
—Lo es.
—Y, cuando me dijo papá... Dios, kag... —Levanta sus ojos hacia los míos, y están brillando—. Nunca había sentido algo así antes.
—Lo sé —digo. Toco su mano con la mía por instinto. Y, así, el aire se carga y chispea con recuerdos de caricias acaloradas y besos largos. Me pongo de pie abruptamente, pasándome una mano por el pelo, alisándolo. —Debería ir a preparar el bocadillo de nuestra hija porque bajará en un minuto. Y salgo de la habitación sintiendo los ojos de inuyasha en mi espalda
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Ruin (Adaptada) (InuKag)
FanficY el nuevo campeón mundial de los pesos pesados es... Esas son las palabras que Inuyasha Taisho ha estado esperando escuchar desde que se puso por primera vez un par de guantes de boxeo. Simplemente no pensó que vendrían con una tragedia que cambiar...