capitulo 29

490 29 5
                                    

—¿Qué pasa con nosotros y la lluvia? —Me río suavemente. Estamos en la sala de estar, acostados juntos en el sofá que los dueños anteriores habían dejado aquí, cubiertos con una manta que Inuyasha agarró del maletero de su auto.
Y, sí, salió corriendo, desnudo, a buscarla. Esperemos que los vecinos no lo hayan visto. Nuestra ropa mojada se está secando frente al fuego que encendí mientras él hacía su carrera como Dios lo trajo al mundo. Ninguno de los dos fue lo bastante inteligente como para poner nuestra ropa adentro para evitar que se mojara mientras nos encontrábamos ocupados en el balcón bajo la lluvia. Supongo que estábamos demasiado atrapados en el momento. Demasiado atrapados el uno en el otro.
—Bueno, te amo mojada. —Vuelve su cara a la mía, sonriendo de la manera sexy en que lo hace.
—Pervertido.
—Sincero —contesta. Pongo los ojos en blanco y sacudo la cabeza, luchando por borrar la sonrisa de mi cara. Me siento feliz. Ha pasado mucho tiempo desde que sentí este tipo de felicidad. La felicidad que solo he podido sentir con él.
—Todos los momentos importantes en nuestras vidas parecen suceder bajo la lluvia —pienso más para mí que para él. Comienza a cantar las letras de "Umbrella" de Rihanna. Nuestra canción. —Tonto. —Lo empujo con el codo, pero en secreto me encanta que recuerde la importancia de la canción. Se pone de costado, frente a mí, apoyando su cabeza en la mano. El parpadeo de las llamas brilla en su rostro.
—Extrañaba ese sonido.
—¿Que sonido?
—Tu risa. Hazlo otra vez.
—No puedo reírme si me lo ordenan.
—Te puedo hacer reír.
—Entonces, hazlo —desafío, levantando una ceja—. Simplemente no cantes de nuevo.
—Qué graciosa. Hay una breve pausa. Entonces, él ataca, y sabe exactamente dónde ir: mi estómago. Soy ridículamente cosquillosa.
—¡Ah! ¡Para! —Me río, tratando de alejar sus manos pero sin éxito.
—No, no he escuchado lo suficiente.
—¡Inuyasha! —grito entre risas, mi pecho duele de la mejor manera posible—. ¡Vamos! ¡Detente!
—Está bien —gruñe, renunciando a su asalto de cosquilleo. Se deja caer de espaldas—. Te extrañé mucho —dice en voz baja, volviendo sus ojos repentinamente serios. Presiono mi mano contra su pecho, sobre su corazón, tocando mi tatuaje.
—Yo también te extrañé —digo. Agacho mi cabeza y lo beso. Cuando retrocedo, mete la mano en mi cabello y me sostiene allí.
—Sé que jodí lo nuestro. No volveré a cometer ese error.
—Lo sé —susurro. Pero ambos sabemos que le creo a medias. Todavía no estoy completamente en ese lugar. Me jala de nuevo a sus labios y me besa lánguidamente. Apoyo mi cabeza en su pecho, enredando mis piernas con las suyas. El sonido del fuego crepitante en el fondo y el latido de su corazón en mi oído; esto es todo lo que necesito ahora mismo.
—¿Recuerdas cuando presentaste en el espectáculo de invierno "Umbrella"? —dice de la nada.
—Por supuesto que lo recuerdo. —Ruedo mis ojos. La pieza que coreografié era sobre nosotros, sobre cómo me sentía desde el momento en que lo conocí. Como siempre me he sentido—. ¿De dónde vino eso? —pregunto, inclinando mi cabeza hacia atrás para mirarlo a los ojos. Levanta un hombro.
—No sé. Recuerdo todo acerca de nosotros... pero es uno de esos recuerdos que siempre se han quedado conmigo. Verte bailar era mi cosa favorita en todo el mundo. Odio que ya no bailes.
—Estaba bailando, en el club. —Hasta que renuncié cuando él reapareció en mi vida.
—Sabes que no me refiero a eso. —Sus ojos se oscurecen—. Odio que te hayas detenido por mi culpa.

—Me detuve porque estaba embarazada. Si hubieras estado allí o no, todavía lo habría tenido que abandonar. —Pero podías haber regresado si yo hubiera estado allí para apoyarte. Sacudo la cabeza —No habría vuelto. ¿Qué sentido hubiese tenido? Tenía a Moroha y ella era lo más importante para mí. Ya sabes cómo es el ballet. Es agotador, muchas horas. No iba a pasar ese tiempo lejos de ella. Sus ojos van al techo. Suspira.
—Aun así, debí haber estado presente. No digo nada. Porque tiene razón. Debió haber estado allí. Puedo culpar a Naraku de que Inuyasha no estuviese para Moroha. Pero no porque Inuyasha no estuviese para mí. En eso tiene la culpa él. Sus ojos decididos y firmes, vuelven a los míos. —Las compensaré a ambas. Te lo juro, Paloma. Deslizo mi mano hacia su cara, presionando mi palma contra su mejilla.
—Ya los estás haciendo con el simple hecho de estar aquí ahora mismo. Pero conozco la mirada en sus ojos. Sé que piensa que debería estar haciendo más. De ahí, la compra de esta casa. —inuyasha... no tenías que comprar esta casa, lo sabes.
Sé que no tiene problema en cuanto al dinero, pero todavía es responsable de la universidad de Miroku y ayame, además apoya de forma financiera a su padre. Tiene dinero, pero ese dinero también le tendrá que durar cuando su carrera de boxeo finalmente llegue a su fin. Sus cejas se juntan.
—Sí, tenía que hacerlo. Necesitas saber que estoy aquí para quedarme. Y haré todo lo que sea necesario para demostrártelo.
—Solo... Sé que tienes dinero. Simplemente no quiero que lo malgastes. La frustración alinea sus ojos.
—Nada de lo que gaste en ti o en Moroha es un desperdicio. Estoy bien en cuanto al dinero, kag. No te preocupes por eso.
—Entonces, ¿por qué es tan importante la lucha de Dimitrov? Hace un tiempo me dijiste que lo estabas haciendo porque necesitabas el dinero. Mira hacia otro lado. Muy rápido.
—Necesito asegurar el futuro de Moroha. Creo eso. En serio. Pero también creo que hay algo más que no me está diciendo. Alguna otra razón por la que necesita el dinero.

Estoy a punto de indagar cuando dice:
—¿Bailarías para mí? — Vuelve sus ojos a los míos. Están atentos y claros. Lo que sea que lo estaba molestando hace un momento se ha ido.
—¿Ahora?
—Sí.
—Eh... no. —Me río.
—¿Por qué no? —Sus labios se fruncen hacia mí.
—Porque estoy desnuda. —Agito una mano hacia abajo.
—¿Y? —Levanta una ceja.
—Y no bailaré desnuda.
—Las strippers lo hacen.
—¡No soy stripper, imbécil! Lo golpeo suavemente en el pecho, y se ríe. Cogiéndome la mano, se la lleva a los labios y besa mis nudillos.
—No, no lo eres. Eres mi bailarina flexible. Su mano grande se desliza por mi muslo, levantándolo por su cuerpo, haciéndome temblar cuando palmea y aprieta mi culo. Lo deseo de nuevo. Y la dureza debajo de mi pierna me dice que él también me quiere de nuevo. Pero también soy consciente del tiempo. He estado ausente por mucho más tiempo del que anticipé. Sé que la tía kaede está en casa y no le importa. Pero a mí sí me importa.
Y, no importa cuánto quiera quedarme aquí, en esta burbuja con él, y prolongar nuestro tiempo juntos, tengo una niña esperándome en casa.
—¿Crees que nuestra ropa ya está seca? —pregunto—. Realmente debería llegar a casa. La expresión de deseo de Inuyasha se transforma rápidamente en decepción.
—Creo que sí —dice, sonando abatido.
—Oye... —Toco su barbilla con mis dedos—. No me quiero ir. Pero ya he estado ausente demasiado tiempo. No es justo para la tía kaede — digo con suavidad.
—No te tienes que explicar. Necesitas llegar a casa con nuestra hija. Lo entiendo. —¿Pero? Sus ojos brillan hacia mí.
—No hay un pero. —Definitivamente hubo un pero —desafío. Suspira y vuelve a mirar al techo.
—Es estúpido.
—Nada de lo que tengas que decir es estúpido. Hay una pausa considerable, antes de que él me diga en voz baja:
—Estoy preocupado. Tomo su mejilla y atraigo sus ojos hacia los míos.
—¿Acerca de qué? Otro suspiro. —Qué vas a irte de aquí... vas a irte y vas a cambiar de opinión sobre nosotros. Paso mi pulgar sobre la cicatriz en su frente.
—No voy a cambiar de opinión. —Simplemente no puedo estar sin ti otra vez —susurra, sonando vulnerable. Mi pecho se contrae, y duele. No puedo recordar la última vez que escuché a Inuyasha sonar de esta manera. Siempre está seguro de sí mismo y de los demás. Incluso cuando yo luchaba en contra de que nosotros estuviéramos juntos, me decía que era inevitable.
Y tenía razón. Pensé que era la única que tenía miedo de perderlo de nuevo. Pero está claro que también está preocupado por perderme. Inuyasha podría haber sido el que me dejó hace tantos años, pero eso no significa que nada de eso fuera fácil para él.
Está claro que también le dejó cicatrices. Y, de alguna manera, eso me hace sentir menos sola, menos temerosa de hacer esto. —Entonces, no estés sin mí —digo en voz baja. Sus manos rodean mi cara, los pulgares cubren mis mejillas, mientras mira fijamente mis ojos.
—Cariño, lo único que me podría alejar de ti es la muerte. Y no planeo morir pronto. No soy yo quien me preocupa. Eres tú. Tengo miedo de que entres en razón y me dejes. Tiene miedo. Inuyasha Taisho está asustado. Toda su persona gira alrededor de su falta de miedo. Sin embargo, aquí está, diciéndome que le asusta que lo vaya a dejar. —Nunca te he escuchado decir que tienes miedo. Deja salir una risa autodespreciativa. Sus ojos se mantienen firmes en los míos. —Tú me aterrorizas, Paloma. Siempre lo has hecho. Lo que siento por ti... Algo dentro de mí se abre de par en par ante su admisión.
—Tú también me aterras —admito en voz baja—. Mis sentimientos por ti. Y no tienes que preocuparte de que entre en razón y te deje, porque claramente, nunca he sido muy racional cuando se trata de ti. —Sonrío para agregar ligereza a la seriedad del momento. Sus labios se levantan en esa sonrisa suya, la que puede sanar y romper mi corazón, todo al mismo tiempo.

—Me alegra oírlo —dice antes de besarme una última vez—. Ahora, vamos. —Me acaricia el culo con la mano—. Revisemos estas ropas para asegurarnos de que estén secas así te llevamos a casa con nuestra hija.

Ruin (Adaptada) (InuKag)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora