Es muy temprano. Apenas dormí anoche y esta vez, no me quedé despierta con la incertidumbre sobre mi decisión de estar con Inuyasha. Bueno, puede que haya sentido un poco de incertidumbre, pero estaba feliz y mi corazón revoloteaba cada vez que pensaba en lo que pasó la noche anterior. Debo haber recorrido cada momento de la noche en mi cabeza unas cien veces. Cada palabra que me había dicho, cada caricia, cada beso. Cada segundo de la forma en que me había hecho el amor. Como si fuera nuestra primera vez. Dios, me siento como una adolescente otra vez. Me recuerda cómo me sentí cuando empezamos a salir. Pero soy mayor y más sabia esta vez. Por lo tanto, la precaución acompaña al aleteo de las mariposas, flotando en una nube. Estoy mirando por la ventana de la cocina, mis manos envueltas alrededor de mi taza de café, cuando la tía kaede entra en la cocina, todavía vestida con su pijama.
—Oye, ¿no pudiste dormir? —comenta al verme levantada temprano.
—No —digo. Pero sonrío, así que sabe que no se debe preocupar. Por lo general, algo anda mal si me levanto temprano.
—¿Moroha sigue en la cama? —pregunta, sirviéndose un café.
—Sí. La revisé antes de bajar, y todavía estaba inconsciente. La tía Kaede se ríe.
—De tal madre tal hija. Le lanzo una sonrisa.
—La levantaré pronto. Tenemos que empezar a prepararnos para el día. Tengo trabajo, y Moroha tiene que ir al preescolar.
—Entonces, ¿cómo fueron las cosas con Inuyasha anoche? Has vuelto tarde.
—Lo siento. —Mis mejillas se enrojecen como una adolescente culpable.
—No te disculpes. Eres una mujer adulta.
—Y una madre.
—Estuve aquí toda la noche, kag. No importa a qué hora llegaste a casa. Solo me quiero asegurar que todo esté bien contigo. No me puedo quitar la sonrisa de mi cara. Llevo mi taza a mis labios, tratando de taparla. Pero ella la ve. Y sonríe. —Entonces, por esa sonrisa, ¿debería entender que todo está bien entre Inuyasha y tú? Tomo un sorbo de café y sostengo la taza contra mi pecho. —Compró una casa. —Hago una pausa—. Para él... para Moroha y para mí. Sus ojos se abren de golpe.
—Vaya.
—Sí. —Suspiro—. Dice que está aquí para quedarse y quiere que yo sepa eso. Además, quiere que vivamos con él.
—Bueno. ¿Y qué dijiste? Me muerdo el labio. La tía kaede nunca ha juzgado mis decisiones, y nunca ha hecho comentarios sobre ninguna de las decisiones que tomé en mi vida, sobre todo desde que Inuyasha regresó. Pero todavía me preocupa lo que pueda pensar de que volvamos a estar juntos. Después de todo lo que pasó entre Inuyasha y yo, ella estuvo allí conmigo en mis momentos más bajos. Después de que se fue, ella vio lo destrozada que quedé y luego tuvo que presenciar la devastación por la que pasé cuando creí que no quería tener nada que ver con nuestro bebé. Me preocupa que piense que estoy loca por darle otra oportunidad y correr el riesgo de que me lastimen nuevamente. A pesar de que hizo una conspiración a mis espaldas en el viaje a Disney World, quizás no sea tan contraria a la idea como creo que podría.
—Me negué a lo de vivir juntos, por supuesto. Pero dije... —Hago una pausa de nuevo, mordiendo el interior de mi labio. Luego, respiro profundo y le digo—: Le dije que le daría otra oportunidad. Entonces, supongo que estamos de nuevo juntos. Pero vamos a ir despacio. —Me apresuro a decir—: Y no le vamos a decir a Moroha hasta que no esté segura de que puedo confiar de nuevo en él y hacerlo funcionar. Ella no dice nada. Solo asiente y toma un sorbo de su café. Puedo sentir que me estoy empezando a quebrar. —Crees que estoy loca por darle otra oportunidad, ¿verdad?
—¿Eres feliz? —pregunta de la nada. No tengo que pensar en esto porque conozco la respuesta.
—Sí.
—Entonces, es todo lo que me importa. Eres inteligente. Siempre lo has sido. No tomas decisiones a la ligera. Sé que lo pensaste de cien formas diferentes antes de decidir darle otra oportunidad. Y, no importa
cuánto me encantaría darle una patada en el culo por lastimarte hace tantos años atrás, también sé, por lo que me dijiste, que tuvo sus razones. Buenas o malas, hizo lo que pensó que tenía que hacer. Si te hace daño otra vez, lo enterraré. —Sonríe, haciéndome reír—. Pero te ama. Veo la forma en la que te mira, de la misma manera que siempre te ha mirado, como si fueras su mundo entero. Y es un gran padre para Moroha. Entonces, para responder a tu pregunta, no, no creo que estés loca.
—Eso fue todo un discurso. —Sonrío; la inquietud que sentí antes desaparece rápidamente. —Lo sé. A veces me impresiono con mi genialidad. —Me sonríe—. ¿Quieres desayunar? No tengo la oportunidad de responder a su pregunta cuando mi teléfono celular comienza a sonar en la encimera, interrumpiéndonos.
—Es Inuyasha —digo, viendo su nombre en la pantalla. Las mariposas se abalanzan desde mi estómago hasta mi pecho, me hace sentir mareada. Estoy siendo ridícula. He conocido a Inuyasha desde siempre. Tenemos una hija juntos. No es que esta sea una nueva relación. Aun así, de alguna manera se siente nuevo. La tía kaede me da una sonrisa de complicidad y se dirige a la puerta, con el café en mano.
—Te dejaré con eso.
—Hola —respondo con una sonrisa—. No he cambiado de opinión sobre nosotros, si es que llamas para verificarlo. Hay una breve pausa. Luego, dice:
—Estoy afuera. ¿Puedes venir a la puerta?
—¿Mi puerta? —digo estúpidamente.
—Sí. Necesito hablar contigo. Bueno, si eso no me pone nerviosa, nada lo hará.
—Bueno. Ya voy. Cuelgo el teléfono, metiéndolo en el bolsillo de mi pijama. Camino rápido y en silencio hacia la puerta principal, con el estómago revuelto por los nervios. Un centenar de escenarios en cuanto a por qué está aquí a esta hora de la mañana pasan por mi mente. La idea principal es que vino hasta aquí para decirme que se va, lo cual es una estupidez. Sé que me ama y está aquí para quedarse. Ya dijo eso antes, ¿recuerdas? Me recuerda la voz asustada en mi cabeza. Desbloqueo la puerta y la abro. Inuyasha se encuentra de pie en el porche, cerca de los escalones. Lleva pantalones cortos para correr y una remera. Su piel está cubierta de un fino brillo de sudor.No hace un movimiento para acercarse, y eso me preocupa aún más.
—¿Quieres entrar? —pregunto. Menea la cabeza. No quiere entrar. Eso no es una buena señal. Salgo al porche y cierro la puerta detrás de mí. La madera se siente fría debajo de mis pies descalzos. Envuelvo mis brazos alrededor de mí misma, protegiéndome del frío que percibo. —¿Viniste corriendo? —pregunto, refiriéndome a su ropa.
—Sí. Necesitaba quemar un poco de energía. Sus ojos se alejan rápidamente de mí. Como si tuviera miedo de mirarme. Eso significa que me oculta algo. Y mueve inquietamente sus manos, apretando los puños y relajándolos, lo que significa que está agitado. Siempre han sido las señales que lo delatan. En este momento, odio conocerlas tan bien.
—¿Qué está pasando? —Maldigo el temblor en mi voz. El sonido de mi voz hace que sus ojos vuelvan a los míos. Espero que se cierren, como siempre lo hacen cuando no quiere que sepa lo que está pasando. Pero, en lugar de cerrar los ojos, los veo brillando con inquietud. Dejando caer mis brazos a los costados, me le acerco un paso más. —inuyasha, ¿qué está pasando? —digo con más fuerza—. Me estás empezando a asustar.
—Mierda. Lo siento. —Da un paso hacia adelante y luego se detiene antes de alcanzarme. Se pasa los dedos por el cabello y deja escapar un suspiro—. Hay algo que necesito decirte. Oh, Dios. Aquí vamos. —No se trata de ti y de mí —se apresura a decir—. Bueno, sí se trata de nosotros. Pero no de la forma que piensas.
—No sé qué pensar ahora mismo porque lo que dices no tiene mucho sentido. —Coloco la manga de mi pijama sobre mis manos y me aferro a la tela con los dedos.
—Lo siento. Yo solo... mierda. —Fija sus ojos en mí
—. Anoche me llamó mi publicista, mientras nos encontrábamos juntos. Pero tenía mi teléfono apagado. Después de dejarte en casa, lo volví a encender y vi que tenía un montón de llamadas perdidas y mensajes.
—¿Qué quería? ¿Y qué tiene esto que ver conmigo?
—Antes de que te diga, debes saber que estuve despierto toda la noche, tratando de arreglarlo. Para evitar que esto suceda, pero ya era demasiado tarde.
—¿Arreglar qué, Inuyasha? —Ahora mi voz es más firme porque quiero saber qué diablos está pasando. Mi corazón no ha latido tan fuerte por el miedo, desde la noche en que rompió conmigo por teléfono.
—Una historia salió anoche en Pharos. Es uno de esos sitios de noticias basura, del cual me avergüenza admitir que reviso de vez en cuando. —Sobre... bueno, sobre ti.
—¿De mí? —Mi mano va hacia mi pecho por la sorpresa—. ¿Por qué habría una historia sobre mí allí?
—Las fotos de nosotros juntos en Disney World. Supongo que despertaron el interés de algún periodista. Tiene sentido porque, para cualquiera que lo sepa, soy soltero. Y luego estoy allí en Disney contigo y con Moroha. Debería haber considerado esto antes de llevarlas allí a las dos, pero no le presto mucha atención a la prensa, salvo cuando tengo que pelear.
—¿Qué dicen? Dijiste que la historia es sobre mí, ¿verdad? Entonces, ¿qué han dicho? ¿Qué tenemos una hija juntos? ¿Qué estamos juntos? ¿Qué? Sus ojos hacen un recorrido de todo menos de mí, y mi estómago cae al piso porque sé que no me va a gustar lo que está a punto de decir. Sus ojos se reúnen con los míos otra vez.
—Dicen que quedaste embarazada y no me lo dijiste. Que mantuviste a Moroha alejada de mí. Que trabajas en una estación de policía durante el día y por la noche, tú...
—¿Qué? —exijo saber.
—Te sacas la ropa. Están diciendo que trabajas como stripper
ESTÁS LEYENDO
Ruin (Adaptada) (InuKag)
FanfictionY el nuevo campeón mundial de los pesos pesados es... Esas son las palabras que Inuyasha Taisho ha estado esperando escuchar desde que se puso por primera vez un par de guantes de boxeo. Simplemente no pensó que vendrían con una tragedia que cambiar...