capitulo 38

423 39 0
                                    

—Señoras y señores, los quiero de pie. Ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que lo vimos en el cuadrilátero, así que levantémonos para dar la bienvenida a nuestro campeón local... Inuyasha... "el Dios"... ¡Taisho! La multitud se vuelve loca. El himno de boxeo de Inuyasha, "Lose Yourself", comienza a sonar por el estadio. Mis ojos se mueven a una de las pantallas gigantes. Muestra a Inuyasha atravesando el estadio, dirigiéndose hacia el ring. Con su túnica puesta, capucha arriba, rostro compuesto, enfocado. Mi corazón comienza a latir con preocupación. Es difícil no sentir la adrenalina zumbando en el estadio, sentir la emoción de la gente. Pero estoy asustada. Porque el tipo que está a punto de meterse en ese ring con un psicópata es el hombre que amo. El padre de mi hija. Afortunadamente, Moroha no verá esto. Está en casa con la tía kaede. Debería estar en la cama. Sabe que Inuyasha tiene un combate de boxeo esta noche, pero por suerte no entiende lo que eso significa. Estoy aquí con Sesshomaru, Miroku y ayame, y estamos sentados en la primera fila. Lo suficientemente cerca como para poder escuchar cada golpe. Me estremezco al pensarlo. Las entradas habrían sido caras si las hubiéramos pagado. Pero, cuando tu novio es el luchador principal, las obtienes gratis. Esta noche es la pelea del gran dinero porque, si Inuyasha gana, significa que tendrá los cinco títulos de la división de peso pesado. Lo llaman unificar la división. De ahí el alto precio de los boletos. Cuando éramos más jóvenes, esto era algo que Inuyasha siempre solía decir que quería lograr. Recientemente le pregunté si esta era una de las razones por las que quería hacer la pelea además del dinero. Pero dijo que no. No sé si siente que debería decir eso debido a la culpa que alberga sobre bankotsu.

Toneladas de celebridades están aquí para ver la pelea. Ni siquiera puedo emocionarme porque Jake Wethers y Tom Carter de The Mighty Storm estén sentados a tres asientos de mí porque estoy muy nerviosa. Tal vez, cuando Zeus gane, enloquezca por ellos. Pero en lo único que puedo pensar ahora es en Inuyasha, rezando para que salga bien de esto.
Vi todas las peleas de Inuyasha en los años que estuvimos juntos. Siempre me sentí nerviosa en ese entonces, pero honestamente no puedo decir nada que se compare con lo que siento ahora. Me siento mal. Presiono la mano contra mi estómago. Tengo miedo de que salga herido. Gravemente herido. Sabía de Dimitrov por las noticias. Pero me ocupé de ver algunas de sus peleas. No le dije a Inuyasha porque él no quería que me preocupara. Estoy preocupada. El hombre es un animal. Piensa en Mike Tyson drogado con crack. Ese es Roman Dimitrov. No creo que le importe una mierda si mata a alguien. Y Inuyasha se está metiendo en el ring con ese lunático. Inuyasha es grande, y es fuerte. Él está en su mejor forma física. Como siempre. Y las últimas seis semanas de entrenamiento intenso lo han llevado a donde necesita estar. Pero Dimitrov también se encuentra en gran forma. Aunque Inuyasha tiene la ventaja en peso y altura, no hay mucha diferencia entre ellos. Me vuelvo a mirar a Inuyasha cuando sé que está cerca del ring. Sus ojos me encuentran enseguida. Su expresión podría estar endurecida, pero sus ojos... ahora mismo, son todo para mí. Alcanza el ring y sube los escalones. Antes de cruzar las cuerdas, me mira. Mi corazón se eleva y cae en picado simultáneamente porque es esto. El momento que he estado temiendo durante las últimas seis semanas. Te amo, le digo. Sus labios se levantan en esa sonrisa suya, y mis entrañas se detienen. Luego, se sube en el ring, y mis entrañas caen al suelo.
—Va a estar bien —dice ayame, deslizando su mano en la mía. Mis ojos se mueven a los de ella—. Este es Inuyasha. Es imbatible.

Siempre hay una primera vez para todo, dice mi miedo. Pero no digo esas palabras. En cambio, me obligo a sonreír y digo:
—Sí, tienes razón.
—Siempre tengo razón —sonríe—. Mi hermano mayor es un tipo duro. Y yo, por mi parte, no puedo esperar a ver como deja a Dimitrov sobre su propio culo.
—¡Demonios, sí! —dice Sesshomaru, rodeándome y chocando las manos. —Cinco asaltos como mucho, y Inuyasha lo derribará —adivina Lo. La voz más reconocible en el mundo del boxeo comienza a hablar desde dentro del ring, llevando mis ojos allí.
—¡Y este es el momento que todos hemos estado esperando! ¡Nuestros luchadores están en el ring, y están listos para los doce asaltos! En la esquina azul, viniendo desde Bulgaria... con un metro noventa y tres, y con un peso de ciento once kilos, el actual campeón de peso pesado de la AMB y la OIB... Roman... "el Rompe-Mandíbulas"... Dimitrov. Los vítores son superados por los abucheos. Sesshomaru, Miroku y ayame están gritando negatividad en dirección a Dimitrov.
Estoy en silencio con los ojos clavados en Inuyasha. Se ve tranquilo. Listo para pelear, pero tranquilo.
—En la esquina roja, parado con un metro noventa y cinco y un peso de ciento trece kilos, él es el campeón mundial de peso pesado de la FIB, el CMB y la OMB... nuestro luchador local... Inuyasha... "el Dios"... ¡Taisho! La multitud ruge con aplausos y vítores, y de hecho encuentro mi voz y aplaudo a mi hombre mientras levanta sus brazos hacia la multitud, moviéndose alrededor del ring. Animo con más fuerza. Cuando la multitud calla, el anunciador dice: —¡A los veinte mil asistentes y a los millones que nos miran en casa, damas y caballeros, desde el Madison Square Garden en la ciudad de Nueva York... vamos... a... rugir! Veo como se acercan al árbitro entre ellos, nombrando sus reglas. Luego, vuelven a sus esquinas.
Miro mientras el entrenador de Inuyasha, Mike, habla con él. Inuyasha asiente con la cabeza. Se coloca su protector en la boca, y luego se pone de pie. La campana suena. Es la hora. No hay duda. Inuyasha está en el centro del ring de inmediato, intimidando y dominando. Y los golpes empiezan a volar. Inuyasha no deja tranquilo a Dimitrov. Inuyasha

Se mueve tan rápido, esquivando cada puñetazo que Dimitrov lanza, dejándolo golpeando el aire. Puedo ver el aumento de la frustración en la cara de Dimitrov. Y, por lo que vi de sus peleas anteriores, si las cosas no van a su manera, como un mal perdedor, comienza a pelear sucio. Suena la campana, lo que indica el final del primer asalto, y cada uno vuelve a su esquina. Pero no puedo relajarme.
Estoy en el borde de mi asiento. Solo necesito que Inuyasha noquee a Dimitrov, para que esto termine, y pueda llevarlo a casa y retenerlo por el resto de la noche. Y el resto de la eternidad. La campana señala el segundo asalto. Dimitrov sale a pelear y le da un puñetazo a Inuyasha. Aspiro profundamente, cerrando los ojos ante el impacto. Pero no por mucho tiempo porque necesito saber que Inuyasha está bien. Lo está.
El golpe ni siquiera le rompió el ritmo. En todo caso, lo ha puesto en marcha. Bang. Bang. Bang. Tiene a Dimitrov contra las cuerdas. El árbitro los separa. Entonces, vuelve a estar en marcha. Sigue de esta manera por tres asaltos. Y he encontrado mi voz, gritando de aliento a Inuyasha junto con Sesshomaru, Miroku, y ayame. Mi garganta estará ronca al final de la noche, pero no me importa. Quiero que Inuyasha sepa que estoy de su lado. Sexto asalto.
Hay un cambio en la dinámica. Es casi como si Dimitrov hubiera consumido una dosis de coca porque viene de esa esquina como un toro salido de una jaula. Va hacia Inuyasha, puñetazo tras puñetazo, y éste bloquea solo la mitad de ellos. La espalda de Inuyasha golpea las cuerdas, y el árbitro las separa.
—¡Vamos, mi amor! —grito—. ¡Golpea al bastardo hasta que caiga sobre su culo psicótico! Escucho el estruendo de la risa de Sesshomaru a mi lado. Lo miro y él me sonríe. —¿Qué?
—Nada —Sonríe—. Solo tengo recuerdos de las primeras peleas de Inuyasha. Siempre tuviste una boca sucia. —Solo le muestro mi apoyo. —Sonrío inocentemente.

—Me alegra que te tenga de vuelta —dice en voz más baja. Mi sonrisa se suaviza.
—Yo también. —Presiono mi mano contra su brazo y le doy un suave apretón. El sonido negativo de la multitud hace que mis ojos vuelvan a Inuyasha. Lo veo como si ocurriera en cámara lenta, el puño de Dimitrov se retrae de la cara de Inuyasha. Éste retrocede un paso y luego se cae de rodillas.
—¡Noooo! —Lloro, mi corazón cae con fuerza, mientras corro hacia las barandillas que separan a la multitud del ring, queriendo saltar sobre ellas e ir con él. Ayame está ahí a mi lado. Su brazo me rodea. Entonces, Sesshomaru y Miroku también se acercan. Están gritando, pero no puedo escuchar lo que dicen.
La sangre ruge en mis oídos. Dimitrov está caminando alrededor del ring, con los brazos en alto, como si hubiera ganado. El árbitro está de rodillas, al lado de Inuyasha, con la boca en su oreja, hablando con él. Levántate, bebé, por favor. Un segundo después, Inuyasha vuelve a ponerse de rodillas. El árbitro se para. Y luego Inuyasha se pone de pie. Y vuelvo a respirar.
El árbitro se mueve hacia el centro del ring. Inuyasha y Dimitrov están a punto de entrar de nuevo, pero suena la campana. Inuyasha se vuelve hacia su esquina, y hay sangre corriendo por su mejilla. No.
—Está herido —le digo a Miroku. —Es solo un corte. Estará bien. —¿Ha pasado esto antes? —pregunto. En las peleas de Inuyasha que observé cuando éramos más jóvenes, nadie se acercaba tanto como para golpearlo lo suficiente para cortarlo.
Le rompieron la nariz. Pero nunca he visto su piel partida por un golpe, excepto por esa vez en el club, y ese tipo usó una botella. Los ojos de Sesshomaru se encuentran con los míos. Si está tratando de ocultar su preocupación, no hace un gran trabajo porque lo puedo ver alto y claro.
—Se rompió la nariz en la pelea con bankotsu, pero fueron once asaltos. Solo vamos seis y ya está sangrando. Mierda. Mierda. Mierda.

Mis ojos se dirigen a Inuyasha, que está en el taburete de su rincón, atendiendo su ojo. Se está frotando vaselina alrededor de la herida para frenar la hemorragia. Un miembro de su equipo le arroja agua a la boca. La campana suena Séptimo asalto. Inuyasha entra, ardiendo. Golpea a Dimitrov con su cuerpo desde la izquierda. Un puñetazo en la cabeza con su derecha. Otro. Y otro. Golpea a Dimitrov, forzándolo a volver a las cuerdas.
—¡Sí! ¡Dale, nene! ¡Golpéalo! Dimitrov envuelve sus brazos alrededor del cuello de Inuyasha. El árbitro los separa a la fuerza. Pero Inuyasha vuelve, golpeando a Dimitrov. El cuerpo. La cara. Golpe tras golpe. Dimitrov retrocede. Inuyasha balancea el puño con fuerza, conectando con su cabeza.
El golpe es tan audible, que parece hacer eco en todo el estadio. Dimitrov cae. Inuyasha va a por él otra vez, pero el árbitro lo detiene, bloqueándolo. Dimitrov intenta levantarse pero no puede. El árbitro se mueve sobre él. Levante el brazo, terminando la pelea.
—¡Siiiiiiiiiii! —grito. Los equipos inundan el ring. Quiero entrar al ring. Quiero a Inuyasha. Miro a Sesshomaru, y él debe verlo en mi cara cuando me agarra y me levanta por encima de la barrera. Corro al ring, subiendo los escalones.
—¡Inuyasha! —Lloro. Su cabeza se gira hacia mí. Me da esa hermosa y arrogante sonrisa suya. Y yo sonrío tan grande, que mi cara podría quebrarse. Entonces, estoy empujando a la gente que pasa para llegar a él. Lo alcanzo y salto a sus brazos, sabiendo que nunca los volveré a dejar

Ruin (Adaptada) (InuKag)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora