Tomo fuerzas de donde no hay para levantarme de la cama. Me dirijo al armario con muy mal humor y abro las puertas para buscar qué ponerme.
Está claro que el atuendo que utilicé en mi sueño no existe, pero es mucho más claro para mí que no puedo usar algo que exhiba demasiado.
Mi ropa no es reveladora, nunca lo ha sido, ni siquiera cuando cumplí 16 y nuevas curvas comenzaron a aparecer en mi cuerpo. Recuerdo que todas las chicas de mi secundaria eran conscientes de que eso también les sucedía a ellas. Fue entonces cuando comenzaron a usar tops más cortos o pantalones más pegados. Yo, por el contrario, seguía con el mismo estilo de cuando tenía 14. Mi ropa siempre ha sido... normal. No soy de usar escotes pronunciados ni faldas cortas, pero para este punto, siento que mi ropa no me colabora.
Tengo varias blusas con cuello en V para exhibir un bonito collar, pero no. Descartadas.
Tengo faldas largas que fácilmente podría usar, pero no. Descartadas. Por más que quiera son ajustadas de la cintura y no quiero mostrar ni una sola silueta de mi cuerpo.
Tengo jeans que son pegados y me golpeo mentalmente por no comprar nada de talla grande.
"Es que no tiene lógica comprar ropa que no te quede, loca" me dice un pequeña voz mental. Y le doy la razón. No tiene sentido que compre ropa que no es de mi talla.
Me odio.
De repente, siento como un bombillo se enciende por encima de mi cabeza y, en vez de seguir desordenando mi armario y de insultarme mentalmente, voy por el de Anahís.
Al asomarme cuidadosamente por su habitación, corro con la suerte de que no se encuentre dentro y, con total tranquilidad, camino hasta su armario.
Verán, Anahís no siempre fue la chica con cuerpo de palillo que suele ser ahora. No. De hecho, antes de ser mitad tabla, tuvo una corta... Etapa. En esta "etapa", Anahís usaba ropa talla L puesto a que era lo único que le quedaba bien. Después de algunos meses, tras duras rutinas de entrenamiento y con una dieta moderada, Anahís dejó de usar estas prendas para volver a la talla S que usaba en su niñez, sin embargo, estoy muy segura de que aún no ha botado toda la ropa de su pasado y... Voilá.
En definitiva, que mi hermana haya tenido un pasado gordito, me ha salvado la vida.
Lo que encuentro en una bolsa negra oculta en el rincón de su closet, me sirve para poder vestirme el día de hoy. Puros suéteres cuello de tortuga y jeans con corte de campana son lo que alumbra mi día.
No tardo demasiado en ponerme el suéter, sin embargo, sufrí un poco con el pantalón, ya que me quedaba muy grande de la cintura. Tomé un cinturón del closet y todo solucionado.
-Lindo atuendo, nena- halago frente al angosto espejo de la habitación. Recojo mi cabello en un moño y, sin una gota de maquillaje, salgo del cuarto para desayunar.
Sentada en la mesa del comedor, soy atacada por la mirada de An.
-Si las miradas mataran... -murmuro.
-¿Se puede saber qué traes puesto? -pregunta pronunciando lentamente cada palabra. Yo bebo un sorbo de café antes de responder.
-Oh, ¿está antigüedad? ¿Te gusta?
Ignora mi pregunta.
-¿Se puede saber por qué tienes mi ropa de cuando pesaba igual que un elefante?
-Bebé elefante -corrijo.
-¡Becca!
Ok, es claro que la señorita frente a mí no se tomó sus pastillas de la paciencia... Eso o yo simplemente la irrito con facilidad.
ESTÁS LEYENDO
Sobre cómo no caer en el amor #PGP2024
ChickLitBecca, después de 5 desastres amorosos, se ha dado por vencida. Simplemente, ha dejado de creer en esa magia a la que todos llaman amor. Es por ello que, después de pensarlo tanto, descubrió cómo evitar la fuente de todas sus desgracias, ha desarro...