El transcurso a mi departamento lo hago como si mil insectos me estuvieran persiguiendo, como si el mismísimo Flash me caragara en su espalda.
Cierro la puerta rápidamente con seguro, al igual que una prófuga de la ley, y observo por el hoyito que tiene la madera.
Descarto la presencia de algún bebé volador queriendo arruinar vidas y finalmente respiro. Me dejó resbalar por la pared hasta caer al suelo.
-¿Sucede algo?
La pregunta me toma por sorpresa, asustándome por completo. No contaba con la presencia de mi hermana en el apartamento a estas horas, así que la única frase de defensa que se me ocurre es:
-¡Llévate lo que hay en la nevera!
Mantengo mis ojos cerrados hasta que escucho la risa más familiar del mundo.
Mi hermana se acerca a mí y toca mi frente.
-Mmm... no tienes fiebre ni las pupilas dilatadas ni estás pálida, entonces mi profundo análisis es correcto: estás loca. Demente, diría yo.
-Ja, ja. Búrlate lo que quieras.
-¿Qué espiabas en la puerta? ¿Otra vez intentas probar que la vecina es en realidad una mujer lobo?
-Ya no tengo trece años, An -digo en respuesta. Y, en mi defensa, jamás había conocido a una mujer que produjera tanto vello en las piernas. De sólo recordarlo me dan escalofríos-. Además, todos sabemos que se transforma con la luna llena y apenas son las 5 de la tarde.
An pone sus ojos en blanco y se dirige a la barra de la cocina, en donde saca su taza preferida y la llena de agua caliente. Después de eso, pone una bolsita de té de manzanilla y juega un poco con el hilo.
¿Quién dijo café? Mi queridísima hermana mayor jamás ha probado una gota de café en su vida. Su delirio es el té. De pequeña, solía creer que la habían adoptado de Londres o algo así, incluso pensé que era familiar lejano de la reina de Inglaterra y, por ende, ambas éramos princesas.
Una vez que termina se servirse su taza, voltea nuevamente hacia mí.
-Y bien... ¿no responderás? -insiste, mientras busca algo más en los estantes de la cocina.
Aquí vamos de nuevo. Aunque Anahís es dos años mayor que yo, padece el síndrome de todo niño pequeño: Preguntitis aguda.
Si no le respondes con rapidez, las preguntas aumentan cada vez más y más, volviéndose más intensas y muchísimo más fastidiosas.
-Sólo estaba escondiéndome -le digo con naturalidad encogiendo mis hombros.
Anahís levanta una ceja.
-¿Escondiéndote? ¿De quién? ¿Cometiste un crimen? ¿Robaste? No me digas que mataste a una pareja en la calle, Becca, porque de ser así yo...
-¡No maté a nadie! ¡Dios!
-¿Entonces? -hace otra pregunta. Creo que acaba de romper su propio récord. Yo no le respondo esta vez, no obstante, mi respuesta ya cruzó por su cabeza -Ay, no.
-Ay, sí.
-¿En serio, Becca? Otra vez con eso de esconderse del...
-Amor -completo su oración, acercándome a la cocina para coger algunas uvas del mesón -. De eso mismo.
-¿Es en serio, Becca?
-Yo nunca bromeo con este tema, An. Sabes a la perfección que detesto esta fecha, si fuera por mí la arrancaría del calendario para siempre. Digamos que el aire, en este día en específico, es tóxico y no quiero morir.
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Sobre cómo no caer en el amor #PGP2024
ChickLitBecca, después de 5 desastres amorosos, se ha dado por vencida. Simplemente, ha dejado de creer en esa magia a la que todos llaman amor. Es por ello que, después de pensarlo tanto, descubrió cómo evitar la fuente de todas sus desgracias, ha desarro...