➵ Capítulo 20. Sobre cómo caer en el amor.

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Al abrir los ojos la mañana siguiente me es totalmente inevitable esbozar una sonrisa. Giro hacia un lado y abrazo fuerte una almohada, pienso en él.

Anoche Nathan se quedó conmigo hasta que mi hermana llegó, quien al vernos juntos en la entrada de nuestro edificio, tan juntos y cómodos, no fue capaz de disimular la sorpresa en su rostro, por lo cual tuve que forzarla a entrar a la casa antes de que comenzara su ronda de preguntas sin control y la obligué a despedirse de nosotros. Una vez de pie, me despedí de Nathan, lo cual fue algo incómodo puesto que en realidad no sabía como hacerlo.

La situación se resumió en movimientos rígidos, casi roboticos y torpes. Mientras él pretendía abrazarme, yo le extendía mi mano. Cuando él extendió su mano, yo pretendía abrazarlo. Así que nos quedamos parados sudando nerviosismo hasta que él tuvo la iniciativa de acercarse y depositar un corto beso en mi frente. Después de decir un "hasta mañana" en voz baja, se subió a su carro y se fue. Recordar ese pequeño gesto es lo que no me permite dejar de sonreír.

Obviamente, después de eso, lidiar con Anahís no fue sencillo. Me esperó en la puerta del apartamento, lista para acribillarme con cien mil preguntas, acompañadas de pequeños chillidos y saltitos de la emoción. Por poco no me deja sorda y con un brazo menos de los fuerte que me agarró.

Explicarle todo lo que había sucedido, fue como narrarle una novela... No, mejor dicho, fue como narrarle una película entera, llena de drama, romance y pésima comedia, digna de acompañar con palomitas de maíz.

La parte que menos le gustó fue obviamente la de El que puede ser mencionado, y es que me es más fácil pronunciar el nombre de Voldemort que el del sujeto en cuestión. Honestamente, prefiero olvidar lo que sucedió con él más temprano, ya que cuando lo recuerdo, me da dolor de estómago y siento nuevas ganas de partirle la nariz por haber hecho lo que hizo. An comparte mi sentimiento. No mentiré, al comienzo cuando me escuchó, pude ver como la molestia se hacía visible en sus ojos y no me quedó duda de ello cuando la vi ponerse de pie y proponer ir a poner una denuncia. Le dije que no era necesario, pues me había defendido bien. Mostrándole mi mano vendada, no se lo podía creer. Se calmó completamente cuando le hablé del porqué estaba Nathan conmigo.

-Entonces... ¿Ya es oficial? -pregunta curiosa por la respuesta.

-No, aún no -nego con la cabeza. Ella se ve claramente decepcionada.

-Buuu, qué aburrida.

-¿Qué querías que hiciera? ¿Que me le lanzara encima? -ella responde con obviedad, yo le lanzo un cojín- No seas apresurada. Tómalo con calma. Técnicamente soy nueva en esto otra vez, te juro que mi corazón casi se sale de mi pecho en cuanto le propuse que tengamos una oportunidad. Soy un manojo de nervios en este instante.

An no tarda en burlarse y en alegar que le causo ternura. Yo, por mi parte, no tardo en ponerle mala cara y en decirle que la odio un poco.

-No, no puedes odiarme -responde y se acerca hasta estar al lado mío-. No puedes odiarme porque no sabes lo feliz y emocionada que estoy por ti en este mismo instante. ¡Ay, quién iba a decir que mi niña tiene más vida amorosa que yo! -bromea. Yo no resisto las ganas de reírme.

An termina la conversación abrazándome. Corrección. An termina la conversación aplastandome tanto que por poco me explota un pulmón. Después de dejarme sin oxígeno, da un sonoro beso en mi sien y sale de la habitación.

Fue así como terminó mi noche y, hoy en la mañana, tengo el mejor humor con el que he despertado en mi vida entera.

Cuando salgo del calor que me ofrece mi cobija, voy directo al baño. Lavo mi cara con agua fría y cepillo mis dientes. Al ver mi reflejo en el espejo del baño, decido que hoy es un día perfecto para arreglarlo, quizás, un poquito demás.

Sobre cómo no caer en el amor #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora