➵ Capítulo 13. Sobre cómo intentar reparar lo que está roto.

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-La razón por la cual... -leo por vigésima vez lo que he escrito en la pantalla- La razón por la cual... -no recuerdo lo que iba a escribir. Me rindo- La razón por la cual no me mato es que... ¿Por qué no me mato?

Me quedo viendo una esquina del apartamento tratando de hallar la razón por la cual no he muerto aún.

Llevo más de cuarenta y cinco minutos sentada frente al monitor de mi computadora sin saber cómo continuar el párrafo siguiente. El bloqueo de escritora me ha estado persiguiendo estos últimos días y no puedo siquiera completar una línea sin terminar en el fracaso o con ganas de matarme.

Lo peor de todo es que debo entregar, más o menos, cinco reportes para el próximo fin de semana y no he sido capaz de terminar ni la mitad de uno.

Le doy una última mirada de odio al párrafo inconcluso y cierro el documento de Word. Ajusto mis gafas de abuela y me estiro en el sofá.

-¿Por qué la vida es tan complicada?

-Porque si no, no fuera vida.

La melena roja de mi hermana es lo primero de logro ver. Hoy tiene el cabello super despeinado, cosa que no es común en ella. También noto como tiene aún puesta su pijama, con una mancha con forma de nube en el pecho, seguramente acaba de desayunar. Sólo carga una revista en sus manos, es primera vez que no la veo con un libro grueso sobre algún complicado tema, su aspecto definitivamente es extraño para mí.

-¿Y tú qué? -le pregunto- ¿Ahora quieres imitarme o qué?

An entiende mi sarcástica pregunta de inmediato, como respuesta solo recibo una mueca de desagrado.

-No soy de imitar cosas malas, hermanita -murmura.

-Ni sii di imitir cisis milis -la remedo-. No seas tonta.

-La única tonta aquí, eres tú.

Ahora es mi turno de mirarla mal.

-¿Qué te pasa que aún no te cambias?

-No sé, no tengo ganas -responde sin interés-. De vez en cuando es bueno un día de vagancia, ¿no crees?

-Quisiera yo un día de vagancia -suspiro pesadamente, dirigiendo mi mirada de nuevo a la pantalla negra del monitor.

-¿Que no eres vaga todo el tiempo? -pregunta con un tono que solo busca provocarme. Yo, como buena hermana menor, le lanzo un cojín que aterriza directo en su cara. An, solo se queja y devuelve el ataque.

Después de algunos minutos de guerra, me pregunta algo que no quería responder.

-Oye, ¿qué haces aquí? Aún no es fin de semana.

Me quedo quieta e intento esconderme detrás de uno de los cojines que usé como arma hace unos segundos.

-No me digas que...

-Sí -afirmo, elevando mi barbilla para mantener mi guardia en alto. Sé a la perfección a donde se dirige esta conversación y la verdad es que no quiero tenerla-. ¿Y qué?

-Becca, por favor.

Resulta que sí, le conté absolutamente todo sobre Nathan a Anahís. No soy buena guardando secretos con ella, así como ella no es buena guardando secretos conmigo.

Recuerdo que su rostro cuando le conté lo que Nathan me había pedido esa tarde fue de total sorpresa. Me acribilló con miles de preguntas que no respondí en su momento... Y sigo sin responder.

-No podrás evitarlo toda tu vida. Sabes bien que se verán la cara en la oficina.

-Sobre eso...

Sobre cómo no caer en el amor #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora