➵ Capítulo 15. Sobre cómo dar un beso.

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He besado muchas veces en mi vida, sin embargo, siempre recuerdo la primera vez.

Fue hace varios años, en mi adolescencia, a mi tierna edad de diecisiete. Recuerdo que estaba dando una turoria de una materia a uno de los chicos del equipo de basketball. Su nombre era Richard y era dos años menor que yo. Era lindo, tenía cabello castaño y ojos marrones, seguramente deseado por muchas niñitas de su edad.

En uno de mis descuidos, él se acercó y me besó. Fue torpe, tierno y rápido. Me sorprendió mucho su acto, pero solo me reí. Mi primer beso había sido robado por un niño de quince.

Y la verdad es que ese primer beso... no se parece a este.

No, claro que no.

Al principio, mi acto lo toma por sorpresa, nos toma por sorpresa.

Mi ojos estuvieron abiertos por tres segundos, los cuales conté en mi cabeza. Después de eso me obligué a cerrarlos con la intención de tragarme la vergüenza de mi atrevido movimiento.

Nathan parecía un maniquí. No se movía, estaba estático...

Tan solo por dos segundos más.

Cuando se percata de lo que está sucediendo, no lo piensa dos veces.

Me devuelve el beso.

Se pega más a mí y con una de sus manos rodea mi cintura, la otra la ha puesto sosteniendo mi cuello, haciendo que incline la cabeza para profundizar el roce de nuestros labios. Estos se mueven en sintonía, a un ritmo suave y a la vez excitante.

Mi corazón comienza a latir con fuerza y mis piernas quieren fallar. Rodeo su cuello con mis brazos para hallar el equilibrio y él me sostiene con firmeza.

Nunca antes me habían besado de esa manera, nunca antes había sentido esa mezcla entre nerviosismo y relajación a la vez.

Siento un cosquilleo en mi estómago, ¿serán estas las famosas mariposas de las que todo el mundo habla? Tenía tiempo sin sentirlas.

Cuando comienza a fallarme la respiración, me separo. Quedo a escasos centímetros de su rostro, intentando procesar lo que acaba de ocurrir. Nathan tampoco se aleja por completo y su respiración está tan agitada como la mía.

Honestamente no sé qué decirle, no sé cómo moverme, sólo me limito a parpadear y soy muy consciente de que debo estar roja hasta la médula. Siento mi rostro arder y mi garganta secarse. Hago el intento de excusarme, de emitir alguna palabra y formar una oración coherente, sin embargo, él se adelanta y me sorprende con su pregunta.

-¿Ya se fue?

Retrocedo. No sé cómo responderle, así que prefiero fingir que no entiendo lo que me ha preguntado.

-¿Quién?

Nathan parece pensar antes de responder. Imagino que no sabe cómo referirse a Derek, él no sabe la historia completa y yo no sé si deba contársela.

-Tu ex -responde finalmente. Yo asiento con la cabeza.

-¿Cómo sabías?

-Me encontré con Anahís adentro y...

-¿Te contó?

-Sólo me dijo que estabas afuera esperando por ella y que no querías que un tipo te viera. Supuse que se trataba del tipo que me contaste... Quien te obligó a escribir ese... ¿cómo lo llamaste? ¿Manual?

-Sí -respondo casi como robot. En mi cerebro se sigue procesando todo lo que sucedió. Con paso dudoso me vuelvo a poner al lado de Nathan. Me sorprende un poco cómo el fue capaz de deducir todo y me siento muy torpe al creer que no sabría.

Sobre cómo no caer en el amor #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora