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No habías tenido a dónde más ir. Tú casa era un completo desastre y no tenías confianza con ninguna de tus amigas para poder ir con ellas, y además tu salud estaba por los suelos y no querías molestar a nadie
No te agradaba la idea de estar ahí nada más por el simple hecho de que el hijo de tu madrina, Patricia, estaba ahí. Keanu.
No es que te cayera mal, al contrario, siempre se te había hecho un hombre muy guapo, listo, maduro, trabajador y amable. Pero tú un día te enojaste con él y sin más, le dejaste de hablar.
—¿E-está mi madrina? — preguntaste mientras te recargabas en el marco de la puerta
Keanu frunció el ceño mientras te analizaba, sabía que algo andaba raro en ti.
—No, lisa, no está — pausó — ¿todo bien?
Suspiraste cansada. De verdad te sentías mal, querías desmayarte.
—¿Puedes decirle que...que vine? — preguntaste para después darte la vuelta
Trataste de caminar, ya ibas a medio camino, cuando sentiste que se te había ido el aire. De un momento a otro, ya estabas en el piso.
—¡Lisa! — mencionó Keanu mientras corría hasta tí
Se incó para poder verificar si aún seguías respirando y sí. Suspiró aliviado, después, te cargó y te depositó en el sillón.
🌸🌸🌸
Sentías como alguien pasaba una garra fría por tu frente, respiraste alarmada, de verdad estaba muy fría el agua. Abriste los ojos de golpe.
—Tranquila... tranquila — oíste una voz serena
Keanu estaba sentado al lado de ti, cuidándote.
—Te desmayaste — comentó de la nada
Pareciera que te leyó la mente.
—Debería irme
—Ay lisa, como eres testaruda — pausó — necesitas descansar, mamá no tardará en llegar, no te preocupes
—No soy...testaruda
Él sonrió
—Sí, sí lo eres, aunque aún así me caes bien
🌸🌸🌸
Ya estaba anocheciendo, tú seguías acostada en el sillón, seguías sintiéndote mal y Keanu no te dejaría ir
Él estaba sentado en el otro sillón, el grande lo ocupabas tú. Tú tenías cerrado los ojos pero de repente empezaste a sentir frío, lo cual era raro porque él te había visto una cobija caliente.
Él se dió cuenta y rápidamente se paró.
—¿Tienes frío? — preguntó preocupado
Tú asentiste
—Bien, iré a por...
—¿Puedes sentarse conmigo? — preguntaste nerviosa mientras lo interrumpías
Cuando estabas enferma, generalmente, no te gustaba estar sola.
—C-claro — él respondió, nervioso, también.
Hizo que alzaras tus piernas, él se sentó y después depositaste tus pies encima de las piernas de él.
—Keanu
—¿Si?
—¿P-puedes darme la mano?
Tenías tu mano en tu pierna, la abriste, ya que esperabas la mano de él. Por un momento no habías sentido su mano, rápidamente, te habías maldecido internamente; estabas por quitarla cuando él sujetó tu mano. Entrelazando sus manos.
—Duerme tranquila, aquí estaré por cualquier cosa que necesites
