Un hombre que perdió a su verdadero amor para siempre, aquella única mujer que lo entendía completamente, la única persona que no debía de perder.
Una mujer que no conoció el amor de una familia, tratando de ser aceptada siendo ella misma, pero los...
Harmony corrió hacia el amplio jardín del hogar de los Malfoy y permaneció allí un largo rato.
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«Cálmate, sé fuerte.» Se decía a sí misma aunque sus manos temblaban y sus ojos despedían lágrimas.
Recordó el sabor de sus labios, el intenso azul de sus ojos que hace apenas unos meses la observaban a ella y le hacían creer que era la única mujer que él amaba.
«Emmelie, ella fue mi amiga.»
La chica resistió gritar con todas sus fuerzas sentía tanta impotencia, tanto odio acumulado, sentía que todos los que amaba de verdad se alejaban de su vida.
«Primero papá, luego Darian quién será el siguiente, ¿tal vez Draco?»
—Mony, ¿estás bien? —el chico estaba asustado jamás había visto tal reacción por parte de la chica, se dio cuenta de lo tan destrozada que se sentía.
—Mi niño, estoy bien ¿qué pasa? —se secó las lágrimas y volteo a ver su rostro.
—Necesito decirte algo —dijo Draco—, pero puede esperar.
Draco se dio cuenta de que no era el momento oportuno de contarle lo que escuchó de la sanguijuela, esperaría a que se sintiera mejor para contarle acerca de los asquerosos planes que se tramaban, por ahora él se había prometido a sí mismo cuidar de ella a toda costa.
—¿Qué cosa? —le sonrió tiernamente.
—Nada, solo que te buscan madre y padre; ellos se asustaron, ya que saliste muy repentinamente del salón. —Draco la abrazo.
—Es cierto no pensé fríamente las cosas, fui muy impulsiva. —agacho la mirada arrepentida— Draco, lamento haber arruinado tu fiesta.
—No hiciste eso Mony, este ha sido el mejor de todos los cumpleaños, porque estás aquí.
—Volvamos mi niño, se asustarán si no te ven. —sonrío de lado a Draco y lo agarro de la mano para guiarlo y volver de nuevo a la mansión.
—¡HARMONY!, ¿cómo estás? —dijo Narcissa, se veía sumamente preocupada—, te dije que no era buena idea invitar a Darían. —miro a Lucius y este solo levanto los hombros.
—Mírate estas toda demacrada, ¿dónde estuviste?, tu ropa esta llena de tierra y mugre—Narcissa examinó a la chica para luego abrazarla sorpresivamente—, me alegro de que estés bien, será mejor que te quedes a dormir aquí.
—No puedo tengo que cuidar de mis hijos. —dijo refiriéndose a sus bestias.
—Pero no tienes a ese chico que te ayuda, ¿cómo se llama? —Narcissa se puso las manos en el rostro pensando.
—¿Alejandro?, él apenas es un aprendiz no sabe cuidarlos como se debe. —intento alejarse de Narcissa para poder irse, pero ella no se lo permitía por nada del mundo.
—Por lo menos solo quédate a dormir, tengo que verificar que te encuentres bien. —Narcissa la agarro del brazo firmemente.
—Está bien, me quedaré. —miro a Narcissa con una pequeña sonrisa.
Eran las 10:30 de la noche, era bastante tarde así que decidieron ir a dormir, Narcissa le ordeno a una elfa acompañar a la chica.
Amarie llevo a Harmony a una habitación la cual conocía muy bien, ya que siempre que visitaba a sus padrinos se quedaba allí.
—Necesita algo más señorita Fleming. —dijo mientras miraba con entusiasmo a la chica.
—No, muchas gracias Amarie, que tengas una buena noche.— le sonrío dulcemente a la pequeña elfa.
—Amarie esta feliz por servir a la señorita. —la elfa se acercó a la chica y la miró a los ojos un rato, para luego retirarse.
Pasaron las horas lentamente la preguntas sin respuesta en la mente de la chica la sometía, cuando por fin logró caer en los brazos de Morfeo, las pesadillas se hicieron presentes.
Despertó exaltada diviso por la ventana de su habitación como el sol amanecía y la oscuridad de la noche se transformaba en tenue luz mañanera, se levantó de su cama y bajo las escaleras hacia la sala de la inmensa mansión.
—¿Mony?, ¿qué haces aquí? —pregunto Draco medio soñoliento mientras bostezaba.
—¡Oh!, ¿por qué estas despierto? —expreso después de pegar un brinco por la sorpresa.
—Escuche pasos, parece que eras tú bajando las escaleras.
—Lamento haberte despertado, yo no podía d-d...
—No podías dormir, lo sé—Draco término la frase—,nunca puedes.
Se quedaron en silencio sepulcral, los primeros rayos de sol del día comenzaron a atravesar los ventanales, todo se tornó color ámbar y el frío mañanero que hasta ahora los había acompañado podo a poco se desvanecía.
—Deberías ir a dormir, dile a tu madre que me fui a mi hogar. —dijo mientras caminada hacia la salida y tomada un abrigo que había dejado allí la noche anterior.
—Mony, yo jamás te traicionaré. —se acercó a ella y la abrazo— Puedes confiar en mí.
—Lo se Draco, es solo que existen temas que no se pueden hablar con un niño de tu edad— le revolcó el pelo cariñosamente —, ahora ve a dormir.
—Dijiste que era muy maduro para mi edad —le hizo un puchero—, yo siento que algo te lastima, hablarlo conmigo te podría ayudar a...
—Draco, no volverías a verme igual. —bajo su mirada.
—Nuestros demonios nos hacen quienes somos —dijo efusivamente—, siempre me lo dijiste.
Fleming respiro profundamente, cerrando los ojos con fuerza miro a su querido niño y comenzó su desagradable relato.
—y-yo —respiro una vez más—, mate a alguien.
Los ojos de Draco se abrieron sorpresivamente, sus manos comenzaron a temblar y sus labios no pronunciaban palabra alguna.