—¡Mony, ven! —Draco corría por todo el lugar, sus pequeños ojitos brillaban de la emoción; aquel pequeño era sin duda lo mejor que le pudo pasar a la chica, era su pequeño rayo de sol y no dejaría que nadie lo lastimará.
—Draco, deja de corretear; ¡Me mareo persiguiéndote! —Draco la jalaba de la mano mientras investigaba todo a su alrededor, los regalos, la comida y los postres.
Ya casi comenzaba la fiesta, todo se encontraba decorado en colores verdes y negros, estilo la casa Slytherin.
—Hola, padrino. —Harmony saludo con una gran sonrisa a Lucius.
—Hola, Harmony. —le regaló una pequeña sonrisa de lado.
—Todo es tan bello, espero que Draco le encante está fiesta.
—Claro que le va a encantar son sus colores favoritos, cuando vaya a esa posilga llamaba Hogwarts será un gran Slytherin. —miro con suficiente a su hijo mientras este abrazaba a su madre.
Harmony recordó la decepción de su familia cuando el sombrero seleccionador la colocó en la casa Hufflepuff, hasta sus queridos padrinos se sintieron decepcionados fue toda una ofensa para los sangres pura.
—Mony, Mony, Mony —el pequeño corría hacia ella.
—¡DRACO! —lo miro con arrogancia lo que provoco que la sonrisa de Draco se atenuara— un Malfoy no se comporta de esa forma tan vulgar, contrólate si no quieres ser una burla para tu familia —en cierto modo Lucius tenía razón; es cierto siempre serán más importantes las apariencias.
Harmony con el tiempo se fue acostumbrando a las fiestas de gala de los Malfoy, ya que solo asistía a estas; Lucius la había estado protegiendo, tal y como lo había prometido aunque ya la niña era una mujer fuerte que podía cuidarse sola.
Por fin abrieron la chimenea y la puerta, los invitados comenzaron a ingresar de poco a poco, mientras los Malfoy los recibían y les agradecían su asistencia.
La magizoologa aunque apreciaba el gesto de la invitación a la fiesta, prefería estar en casa cuidando de sus criaturas y jugando con ellas, hoy sería una muy desagradable velada algo dentro de ella se lo decía.
Su mayor preocupación era aquel chico de ojos azules y cabello marrón, si llegada a cruzar esa puerta posiblemente tendría que pasar una muy incómoda noche y eso no se lo podía permitir, no en el cumpleaños de Draco.
Pero sus plegarias no valieron para mucho, ya que el elegante, pero altivo chico apareció por la chimenea junto a su "bella" acompañante.
—Solo lo hace para que me den celos. —susurró casi inaudible Harmony.
—¿Se encuentra bien señorita Harmony?, Amarie creyó escuchar algo. —la elfa demostraba preocupación, sus pequeños ojos la observaban atentamente esperando la repuesta de la chica.
—No te preocupes, estoy bien. —pero su voz seca y tosca expresaba el fastidio que sentía por dentro y la elfa al entender que la humana quería estar sola se alejó lentamente.
El tiempo transcurría tan lentamente a su alrededor todo giraba, pero la mirada de Harmony era triste y cansina, quería llorar.
«Darían se veía tan feliz, después de los que me hizo, él simplemente está riendo, como si yo no existiera, como si nunca hubiera pasado nada entre nosotros.»
«Aquel día soleado, en el que...»
Una lágrima surcó su mejilla, el maquillaje se comenzó a derramar por estas.
«Estaba tan feliz», comenzó a pensar para sí misma «tengo que soportarlo, solo por mi niño hermoso, por Draco.»
Comenzó a acercarse a un lugar que jamás antes había visitado, el dar.
—Dame un trago fuerte, por favor. —el elfo alzo una ceja indeciso, pero igual le dio el trago de whisky de fuego.
Cada trago, cada maldito trago le hacía sentir peor, el recordar la consumía lentamente, borrar el recuerdo sería peor, ya que los momentos tristes nos hacen quienes somos o eso le dijo siempre Dumbledore.
—¡¡Harmony!! —Darían se acercaba cada vez más a ella, su paso era pesado, sus ojos tan azules y profundos, sus labios que una vez surcaron una tierna y dulce sonrisa ahora estaban apretados, forzando los dientes.
Para la chica todo se paralizó, todo se tornó gris y aquellos ojos que tanto la habían hecho soñar ahora eran su calvario.
—Permaneceré estable no dejaré que nada ni nadie arruine esto, soy fuerte yo puedo —forzó una sonrisa sumamente falsa —repítelo en tu mente hasta que te lo creas —susurro.
Se alejó del dar y comenzó a caminar rápidamente y con paso firme hacia el exterior de la sala, mientras Darían la seguía con pasos lentos y rígidos.
—¿se puede saber, por qué te alejas de mí? —lo tomo de brazo y lo llevo a un rincón solitario.
—Déjame en paz Emmalie, que nos hayamos comprometido no quiere decir que te ame. —intento zafarse del agarre de la peli rubia, pero no tenía las suficientes fuerzas, estaba agotado.
—Pues lo harás pronto, no quieres que tu madre una sangre pura caiga en pobreza o que todos sepan de la traición de tu querido papi, ¿o si? —su voz melosa y caprichosa eran tan asfixiante, se acercó a él y acaricio su mejilla con malicia —, debe ser feo que tu propia familia no te ame.
—¿Cómo un ser tan bello puede ser tan cruel?
—Además casarte conmigo te traería buenos beneficios, ¿no lo crees? —le paso sus brazos detrás de su nuca—, solo piénsalo; un poco de riqueza y poder no le hacen mal a nadie.
—¿Por qué si soy tan poca cosa te quieres comprometer conmigo? —Darían la agarro del brazo y la jalo hacia él, su mirada era ruda y agresiva.
Emmalie río estruendosamente, lo miró de arriba a abajo.
—¿Crees que es por ti? —rio aún más— es por ella, esa odiosa y caprichosa.
—¿Harmony?, ¿ella que te ha hecho? —sus ojos se abrieron como platos, no podía permitir que le hiciera daño aunque él ya se lo había causado.
Draco apareció repentinamente al lado de la puerta, ¿acaso ese mocoso había escuchado algo?
—¡Oh!, una sanguijuela y un parásito. —los miro fríamente con una sonrisa burlona.
—¿Qué quieres mocoso?, mejor vamos a bailar mi amor, querías estar conmigo, ¿no? —sonrío maliciosamente a Draco.
—Si mi vida. —le beso falsamente.
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EL MESTIZO Y LA SANGRE PURA
Fiksi PenggemarUn hombre que perdió a su verdadero amor para siempre, aquella única mujer que lo entendía completamente, la única persona que no debía de perder. Una mujer que no conoció el amor de una familia, tratando de ser aceptada siendo ella misma, pero los...