Procuramos ser cuidadosos, no obstante, mantener las distancias y hacer como si no ocurriera nada era algo imposible: vernos en las tardes para ir a correr empezó a suscitar preguntas en mis padres.
Los tenía frente a mí como modelos cuando mi madre me preguntó por ellos en el jardín.
—¿Cómo van los Adams? Últimamente te veo mucho con ellos.
Masculló las palabras mirándome de reojo porque la tenía besando a mi padre. El reto consistía en dibujarlos en una pose incómoda para trabajar bajo presión. Y presión sí que tenía, porque ese temita me ponía los pelos de punta.
—Solo nos hemos encontrado varias veces por casualidad cuando salimos a correr —dije, encogiéndome de hombros.
Apuré mi mano para terminar el bocetó rápidamente, ya me encargaría luego de sombrearlos debidamente con mi imaginación. No tenía permitido hacer trampa, como sacarles una foto.
—Hum, pues es que como a ti antes ni te gustaba hacer eso.
Era cierto, salir a correr lo cogí de excusa cuando supe que Amanda era una corredora empedernida.
—Ya, pero ahora le he cogido el gustillo.
—Sí, desde que llegaron ellos —comentó mi padre, sonriendo pícaramente—. Hijo, no hay de qué avergonzarse, todos pasamos por ello.
La mano me tembló ocasionando un trazó desperfecto. Apreté el grafito para concentrar la tensión en un solo lado de mi cuerpo, pero era imposible. Todas mis extremidades se pusieron en alerta.
—¿Pasar por qué?
—Por un enamoramiento hacia una mujer mayor —aclaró mi madre—. No creerás que pasé por desapercibo el block de dibujo bajo tu colchón, ¿o sí?
El boceto se fue a la mierda.
—¡Pero...! ¡Mamá!
—¿Qué? —Ella estropeó la pose, mirándome divertida—. Joder, Matías, tener un gusto por tu vecina es normal, pero lo tuyo ya está sobrepasando los limites.
—Eso que viste no significa nada.
—Ya, eres pintor, te creo. Pero no me imagino lo que hicieras con esas manos si fueras escultor como yo.
—¿Te imaginas? —Mi padre la miró asombrado.
—Mejor no imaginemos nada, cariño, que con los dibujos que este ha hecho ya he tenido suficiente.
—Tú no los viste, ¿verdad? —le pregunté a mi padre, sobresaltado.
Él se ofendió.
—Pues claro que no. ¿ Qué te piensas? ¿Qué aquí todos somos pervertidos?
Solté el aire por la nariz.
—Vosotros no entendéis nada.
—Hombre, claro que sí, que te he dicho que es normal. Solo que..., bueno, lo de los dibujos sí que nos ha rayado un poco.
—A mí no tanto, la verdad —admitió mi madre—, si yo a ti también te dibujé con la polla al aire y eso que ni la conocía.
Mi padre rio.
—¿Y por qué mejor no me la esculpiste en arcilla?
—¿Quién dijo que después no lo hice?
—¿Podríais dejaros de esas bromas? —Al ver mi cara enojada, dejaron las risitas.
—Perdona —se disculparon.
—Colocaos de nuevo en la misma posición —demandé de mala manera, cambiando la hoja del caballete.
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Sexo A Medianoche [+21]
Romance¿A qué tanto se atrevería una pareja para mantener a flote su matrimonio? ¿Qué estarían dispuestos a hacer un par de jóvenes por ayudarlos? ¿Podrá una profesora no ser juzgada por su alumno al confesarle su verdad? Y ¿un chico logrará hacer realidad...